En el bailongo de los números el viernes pasado se tocó un paso doble. En un solo movimiento se incluyeron 25 muertos a la sumatoria de defunciones de Sinaloa. ¿Hubo 25 muertos en un solo día? No. O al menos todavía no.
Lo que pasó es que se actualizaron las cifras en la plataforma que concentra la información, y brincó el estado de 67 a 92 muertes en los casi dos meses de la pandemia. Es lo mismo, pero no es igual. Muertos por Covid-19 en dosis pequeñas, aunque al final sigan siendo oficialmente 92.
El debate sobre la emergencia sanitaria se centra en lo menos importante, como suele pasar muchas veces. Con todo lo que ha venido ocurriendo sobre esos números podemos concluir de entrada que esos datos ya no son datos, y quizás nunca lo fueron. En todo caso es una base en construcción, que por lo pronto dejó de tener la importancia inicial.
Aun así hay quienes quieren pelear por eso, lo no importante:
El gobernador de Baja California, Jaime Bonilla arremete contra la federación por lo que llama información errónea sobre la pandemia en su estado. Eso no resolverá que Baja California controle la expansión que hay de casos en Tijuana y Mexicali, pero le sirvió para vociferar sobre lo que no importa.
En las mismas anda Enrique Alfaro de Jalisco. Todos los días hace rounds de sombra buscando un enfrentamiento con el Presidente López Obrador, pero retando a Hugo López-Gatell, el Subsecretario que comanda la estrategia federal contra la Covid. Intenta desmarcarse, insistiendo que se anticipó con medidas precautorias o que sus acciones son de avanzada contra las de la federación que van a la zaga.
Otros, mesurados y silenciosos, como Quirino Ordaz, se mantienen al margen. No es el estilo de Ordaz Coppel, no apareció frente a un monitor como Bonilla reclamando la no actualización de los datos. Tampoco se monta en el Centro de Emergencias lanzando dardos venenosos a la federación. Va silencioso.
Ya no importa el dato, que nunca fue dato, de las personas infectadas y de quienes pierden la vida cada día por la enfermedad, porque el mero registro y difusión de ese número no tiene importancia. Va en ascenso, da ligeras reducciones, luego vuelve a subir.
Esos números necesitarían un tratamiento adicional, que por el momento es muy difícil procesarlo.
En todo caso, por ahora, el problema de fondo es la ruta de captura de la información y las cadenas de traslado de esos datos. Pero no es un asunto que se podrá resolver por ahora.
Margen de error
(#s) Una de las dificultades de los números es colocarlos en perspectiva, porque por sí solos nada dicen. Otra se refiere a las comparaciones, lo que en las salas de redacción llaman revolver peras con manzanas, por eso es célebre la frase de Mark Twain de que “hay tres tipos de mentiras: las mentiras, las grandes mentiras y las estadísticas.”
¿Qué significa esta actualización de datos en Sinaloa? Si no hay más cambios, estas 92 muertes por Covid que ahora se reportan, indican que casi todas ocurrieron en abril, excepto tres casos. El último día de marzo en el estado solo había tres muertes: 92-3=89.
Faltan unos días aun para cerrar abril, una primera conclusión es que la pandemia registra más muertes por Covid que homicidios en el estado. ¿Es posible está comparación? Solo para efectos de dimensionar un número y otro.
Otra conclusión se relaciona con la anterior. El tamaño de la emergencia: 90 muertes y el numero actual de pacientes hospitalizados, en clínicas privadas y publicas, es aun manejable en el sistema. No están desbordados, ni colapsados. Es una cifra aun manejable.
Sinaloa se colocó en abril en un promedio de tres muertes diarias. Pero lo que pasa con los promedios es que son casi siempre engañosos. Solo funcionan para pensar en una vida cuadrada, donde el comportamiento de los fenómenos sociales son una línea recta sin picos ni baches. Es decir, lo que nunca sucede.
Lo que sigue es una pregunta. Si abril fue aun manejable en la capacidad instalada en Sinaloa y en México para enfrentar la pandemia, ¿qué proyectan estos números para mayo? Se ha repetido que será el mes próximo el pico en el ascenso de casos confirmados, y por tanto de muertes, entonces ¿cuál es el tope de aguante del sistema de salud? Y si estará listo para ese momento como se ha venido reforzando.
Mirilla
(Ojo) Sinaloa está en la mira de esta emergencia por los números disponibles que colocan al estado en casi todos los indicadores en un primer plano. Lo peor llega cuando se desglosan los números por municipio, y entonces resulta que casi todo está ocurriendo en Culiacán: siete de cada 10 muertes, por ejemplo, son aquí. Y la mitad de los contagios también se concentran en la capital.
La pandemia podrá pasar sin dejar ninguna enseñanza, pero estamos obligados a que no sea así. Con autoridades en todo México acostumbradas a la autoprotección, toca exigir trabajos técnico-científicos que nos expliquen las posibles razones de tal concentración de la pandemia en una sola ciudad.
Lo mismo con el índice de letalidad. ¿Somos una sociedad enferma? ¿Obesa, hipertensa, diabética?
Casi siempre las soluciones a una emergencia se resuelven cuando ni siquiera es posible saber de ella. Las inundaciones por las lluvias se atajan cuando se otorgan los permisos de construcción. Las viviendas que colapsan en un terremoto, podrían mantenerse en pie desde que se planea la edificación…(PUNTO)
Columna publicada el 26 de abril de 2020 en la edición 900 del semanario Ríodoce.