Bolivia, golpe de Estado y golpe racista

CIUDAD DE MÉXICO, 12NOVIEMBRE2019.- Evo Morales, ex presidente de Bolivia, llegó a la Ciudad de México en el Hangar Presidencial del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), lo acompañó su hijo y el ex vice presidente Álvaro García Linera. Ayer el canciller Marcelo Ebrard, anunció que México le concedió asilo político por razones humanitarias después de su renuncia como presidente de Bolivia el domingo pasado a consecuencia de las presiones de los militares y las protestas. El avión de las Fuerzas Armadas Mexicanas que transporta al ex mandatario realizó una parada en Paraguay, en donde recibió 
permisos aéreos para tomar su vuelo hacia la Ciudad de México a las cinco de la mañana. 
FOTO: GRACIELA LÓPEZ /CUARTOSCURO.COM

Fue el lunes cuando un amigo me envió un mensaje sobre lo que estaba ocurriendo en Bolivia: “Ahora es Bolivia y en la mira del imperio y sus cómplices de Latinoamérica, (están) Venezuela, Cuba y para allá vamos, México…”.

Leí el mensaje y solo atiné a decirle: “Se apendejó Evo”. Mi amigo tenía razón en parte, pero creo que yo también. Evo Morales es uno de los mejores presidentes que haya tenido país latinoamericano alguno en las últimas décadas. Allí están los números, reconocidos por todos, sin duda alguna. Sacó a millones de bolivianos de la pobreza, creó servicios universales de salud, mejoró como ningún país los índices educativos, combatió el analfabetismo, dignificó la vida en sociedad de las comunidades indígenas, puso en práctica la equidad de género… y, más aún, lo hizo con una dignidad sin tacha frente al imperialismo representado por los Estados Unidos y las fauces de las empresas transnacionales, pues a menos de un año de haber asumido el cargo, nacionalizó los hidrocarburos.

Hay quienes han comparado los logros de Evo Morales con los que no se han conseguido en México en los últimos tres sexenios (Fox, Calderón y Peña), donde lejos de conseguir bienestar, lo que hicieron fue profundizar los índices de pobreza y corrupción. Pero dejemos eso de lado.

Pese a sus logros y que ya había pasado a la historia, o quizá por ello, el primer presidente indígena de Latinoamérica cometió un error: le ganó la tentación de gobernar su país por 20 años, lo cual lo ubicaba ya en la línea del autoritarismo. El 2016 hizo un referéndum para ver si le aceptaban reelegirse y la gente le dijo que “NO”. Pero Evo peleó en un tribunal controlado por él y el tribunal le dijo que sí. Luego, ya este año, fue a la elección y los resultados se cerraron… y se cayó el sistema (como en México en 1988). La gente explotó. Azuzados, claro, por “los conservadores”, tomó las calles hasta que el propio ejército nacional “sugirió” que renunciara al cargo “para pacificar al país”.

Ya era tiempo de que el “hermano” Evo se fuera pero no lo entendió. Chingón hubiera sido que preparara su retiro y garantizara la continuidad de su proyecto. Pero se equivocó, de eso no hay duda.

En estos días se han dicho y escrito barbaridades sobre el líder boliviano, unas por ignorancia y otras por mezquindad (también voces enajenadas que lo endiosan). Una de ellas tiene que ver con el asilo que el gobierno mexicano le prodigó con justicia. Alguien dijo que México no tenía por qué darle asilo pues nada tenemos que ver con Bolivia, que ni siquiera sabemos dónde está ese país. Como si a nuestros pueblos no nos hubieran hermanado la explotación de los imperios, la humillación, el saqueo de nuestros recursos, la represión y las invasiones durante siglos a partir de que llegaron los españoles a nuestras tierras. México, como Centroamérica y los países sudamericanos y del Caribe, hemos sido uno durante siglos y hay alguien siempre que se aterra vernos como hermanos. Y en nuestros países a ese alguien lo representa la derecha, la burguesía, las empresas transnacionales: “los conservadores”, como dijera el clásico.

Aquí es donde está el fondo del asunto, no en si le vamos a pagar las tres comidas y el hospedaje y la seguridad. Eso me parece ruin. Al darle asilo a Evo Morales México hace honor a una de sus más sólidas tradiciones en política exterior y lo ha hecho bien. Y no teníamos que saber si el ex presidente tenía la razón o no. Como no preguntamos cuando nuestro país le dio asilo a Mohamed Reza Pahlevi, el Sha de Irán, al ser derrocado por la llamada Revolución Islámica después de haber estado 38 años en el poder. Ni cuando el presidente Cárdenas le dio asilo a León Trotsky.

Bola y cadena

LOS BOLIVIANOS  NO SOLO HAN SIDO víctimas de un golpe de Estado, como lo fueron tantos, en diferentes versiones, en Brasil, Paraguay, Argentina, Chile, Guatemala… durante los años sesentas y setentas. Ahora hay que agregar que también fue un golpe racista. ¿Cómo el país más pobre e ignorante de Latinoamérica, el más saqueado que fue Bolivia, ahora es gobernado por indígenas? No puede ser. Esa también es la cuestión. Pero hay quienes no lo ven. Por una razón u otra.

Sentido contrario

“LO MÍO ES LA CONSTRUCCIÓN”, suele decir el gobernador Quirino Ordaz Coppel. Y sí, lo suyo es la construcción. Se vio con los cambios que, llegando, impulsó en el Congreso del Estado —todavía con mayoría priista— para que Precasin, un organismo público descentralizado, pudiera realizar obra millonaria sin licitar y con parámetros de opacidad, más que de transparencia. Sinaloa ya había tenido una experiencia que a fuerza de presión de las propias compañías constructoras desapareció en el sexenio de Jesús Aguilar Padilla. Hablo de la Cocosin. Pero el modelito ahí estaba y Ordaz Coppel lo retomó. Con la Cocosin, gobernadores como Juan Millán Lizárraga se llenaron los bolsillos de dinero. Tenía sus socios y sus empleados. Sus socios fueron los hermanos Manjarrez y su empleado Abraham Velázquez, su secretario de Obras Públicas. Por la falta de órganos de auditoría más o menos confiables —no existía la ASE—, los procedimientos eran burdos. Además de que cobraban un porcentaje por las obras asignadas, ellos mismos manipulaban nómina, inflaban precios y costos y hasta inventaban obra que nunca existió. Ahora se cerraron los controles y las revisiones pero el problema sigue. La legislatura pasada le abrió el camino al gobierno estatal y por ahí se fue. No por nada funcionarios del mismo gobierno les dicen a los diputados “reformen todo lo que quieran, pero no se metan con Precasin”. Una tarea para el Congreso.

Lea: Precasin, la caja negra de Quirino https://bit.ly/2D7SxsV

Humo negro

EL TERCER INFORME DE GOBIERNO estará manchado por nuestro jueves negro. Quirino Ordaz Coppel podrá llenar la plaza de toros con acarreados —a cada dependencia le pusieron cuota, 100, 200 empleados—, pero el sentimiento de indefensión sigue ahí, igual que la bestia.

Columna publicada el 17 de noviembre de 2019 en la edición 877 del semanario Ríodoce.

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