Alrededor de un millón 400 mil niños menores de 5 años dejaron de recibir el suplemento alimenticio y el seguimiento médico a su estado de nutrición que les daba el programa Prospera. Así lo estableció en marzo pasado la Secretaría de Bienestar del gobierno federal en las nuevas reglas de operación.
De la misma forma, se quedan sin ese apoyo las mujeres beneficiarias de Próspera que se embaracen o estén amamantando a sus hijos, que llegaban a ser cerca de 300 mil al año.
Los suplementos aportaban los micronutrientes necesarios, de acuerdo a la comida diaria recomendada por el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
Los resultados del apoyo a la nutrición fueron muy buenos. La población preescolar en los estados con seguimiento desde 2014 presentó en 2017 una disminución de la prevalencia de anemia del 55 por ciento y de talla baja del 37 por ciento. En el caso de mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, la prevalencia de anemia se redujo 27 por ciento, según evaluaciones externas del Instituto Salvador Zubirán.
Los niños consumían los suplementos en un etapa muy importante de su vida, donde la alimentación deficiente ocasiona problemas irreversibles en el crecimiento y desarrollo, como es el caso de baja estatura, poca resistencia a las enfermedades y bajo desempeño escolar.
Para la prevención y atención de la mala nutrición y de la obesidad también se aplicaba una vigilancia y seguimiento mensual del estado de nutrición de niños y madres. Tampoco lo habrá más.
Los suplementos fueron mejorándose en su sabor y empaque para que fueran mejor aceptados y más fáciles de transportar y conservar.
La investigación permitió hacer productos especialmente diseñados para el área rural y la urbana y para las diferentes edades.
A partir del 2013, para las áreas rurales se otorgaba una papilla para niños de 6 a 11 meses de edad, una bebida para los de 12 a 23 meses y Vitaniño (micronutrimentos en polvo) para niños de 6 a 59 meses de edad. En áreas urbanas el Vitaniño era para niños de 6 a 59 meses de edad y, para el caso de las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia se entregaba Nutrivida Tabletas.
De esta forma, también se está desperdiciando el conocimiento acumulado sobre el tema.
No hay mejor destino del presupuesto gubernamental que la nutrición de las madres y de los niños.
La desnutrición afecta la capacidad intelectual y cognitiva del niño y disminuye su aprendizaje de habilidades para la vida. Limita, por tanto, la capacidad del niño de convertirse en un adulto que pueda contribuir al progreso de su comunidad y de su país.
Las mujeres desnutridas tienen bebés con un peso inferior al adecuado, lo que aumenta las posibilidades de desnutrición en las siguientes generaciones.
Es un mal “ahorro” limitar recursos para la alimentación infantil. Cuando la desnutrición se perpetúa de generación en generación, se convierte en un serio obstáculo para el desarrollo y su sostenibilidad.
Las familias no están recibiendo nada a cambio del suplemento, pero en el supuesto caso de que recibieran su monto en efectivo, ello no sería lo adecuado porque el precio de la compra individual al menudeo es muy alto y porque las calidades diferentes de los productos requieren que el consumidor tenga información sobre bioquímica, para decidir bien, que no le es accesible, entre otras dificultades.
Tampoco es el caso de un programa señalado por su corrupción. La Auditoría Superior de la Federación que en otras áreas ha señalado irregularidades, aquí no lo ha hecho. Empero, se debe corregir y perfeccionar todo lo que se deba de hacer, no tirarlo por la borda.
Si la política social prioriza tanto el esquema de las donaciones de dinero en efectivo puede ocasionar daños en la provisión de servicios e infraestructura para el desarrollo. Eso ocasiona pobreza.
Las transferencias en efectivo están ocupando desproporcionadamente el presupuesto social y la creación de capacidades está relegada. Así lo muestra está situación.
La cancelación de suplementos alimenticios y del seguimiento del estado de nutrición de madres y niños produce pobreza para hoy y para el futuro.
Artículo publicado el 26 de mayo de 2019 en la edición 852 del semanario Ríodoce.
