La racha de disfrutar películas que ofrece Netflix continúa, así como las de preferir las de nacionalidad española, para atender a un país que desde la semana pasada ha dado mucho de qué hablar al negarse a otorgar un centenario perdón a México, petición —lo mismo respaldada que abucheada— que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador al rey de aquella nación.
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En la reseña anterior hablé de Toc Toc, otra cinta procedente de la (tengo miedo de decir) “madre patria”, de la cual dije que era una producción original de Netflix, pero no es así. En un principio, tenía la idea de escribir acerca de la que nos ocupa ahora: 7 años (España/2016), dirigida por Roger Gual y escrita por Julia Fontana y José Cabeza, pero cambié de opinión y no eliminé ese importante dato.
Cuando Vero (Juana Acosta), Luis (Paco León), Marcel (Alex Brendemühl) y Carlos (Juan Pablo Raba) saben que se descubren los desvíos de dinero que han hecho por varios años en la empresa de la que son socios y que pueden ir a la cárcel y perder lo que han construido con tanto esfuerzo, proponen que uno de ellos se sacrifique por los demás, a cambio de una buena retribución. Ante esa difícil decisión por tomar, contratan a José (Manuel Morón) como mediador, para que les ayude.
Luego de que cada uno expone sus razones para salvarse, saltan los inconvenientes porque los cuatro consideran no ser el indicado. El problema es que no logran ponerse de acuerdo y solo tienen pocas horas para esa elección, que, además, amenaza con poner fin a su asociación.
La fortaleza de 7 años está en las interpretaciones. Es muy interesante la evolución que tienen los cuatro personajes en ese proceso de definir quién es el candidato adecuado para pasar siete años en prisión. Las personalidades de cada uno están muy bien definidas, así como las funciones que realizan en la empresa: el que lidera, el menos indispensable, el que pone menos empeño, la que calma al resto cuando es necesario.
Si bien todos hacen un buen papel, es sorprendente y gratificante ver a Paco León fuera de su zona confortable, en un trabajo creíble. Aunque se ha desempeñado como director (Carmina o revienta, 2012; Carmina y amén, 2014) y ha participado en dramas (La casa de las flores, 2018), por lo general se desenvuelve en la comedia, ya sea en la televisión (Homo Zapping, 2003-2006; Aida, 2005-2014) o en el cine (Kiki, el amor se hace, 2016; Embarazados, 2016; Toc toc, 2017; La tribu, 2017). Manuel Morón, como el encargado de mediar entre los socios de la empresa, también es muy convincente. Desde el inicio deja muy claro cuál es su función ahí y en todo momento se mantiene firme y objetivo ante las razones que dan quienes lo contratan, para evitar la cárcel.
A pesar de que solo se desarrolla en el mismo espacio, lo que la hace lucir teatral, al igual que Toc toc, la película funciona muy bien y el espectador no tiene oportunidad de aburrirse, sobre todo por los aspectos que salen a flote cuando cada quien da su discurso para salvarse, los cuales ponen a prueba la amistad, el compañerismo, la lealtad, la confianza y el futuro de la empresa. En lo que 7 años queda debiendo es en ese final con el que no quiso arriesgarse, lo que decepciona más de lo que complace. Véala en Netflix… bajo su propia responsabilidad, como siempre.
Artículo publicado el 31 de marzo de 2019 en la edición 844 del semanario Ríodoce.