No es lo mismo el cine en el cine (valga la redundancia) que verlo en la televisión o en la computadora. Este miércoles pasado se presentó en Los Mochis en Cinemex Varsovia una serie de cortometrajes que acompañaron la premier de un documental sobre la vida del circo, del joven cineasta Luis Ramos. Lo interesante es que Luis no se quiso comer solo el pastel sino que invitó a cinco amigos cineastas jóvenes, originarios todos de la ciudad de Los Mochis, a acompañarlo en esta aventura que para todo realizador es un sueño, ver su obra en la pantalla grande.
La proyección inició con el cortometraje Indefensa de Abdiel Arredondo, un thriller que implica a unas hermanas gemelas. Le siguió Alicia de la joven y talentosa realizadora Paulina Castro, única mujer que participó como directora en esta muestra. Alicia es un cuento de una muñeca que su niña dueña le da vida y al final expone quizás la violencia que acompaña nuestros tiempos. Le siguió De grande de Jesús Fernández, un microcuento manejado de manera excepcional por el autor quien además actúa en él. También se presentó Voces del exitoso cineasta Christian Cueva, quien actualmente trabaja para el programa Negociando con Tiburones de Shark Tank México del canal Sony Latinoamérica. Voces es un cuento de terror y suspenso con excelentes actuaciones y producción.
Cara de gato de Diego Ruelas, en el cual actúo, es un cortometraje de una historia de amor, de amor hacía uno mismo, al niño que todos llevamos dentro. El personaje del Viejón, el anciano al que representé, se entera por medio de la radio que es día del niño y recurre al cajón de los recuerdos por su máscara de gato de su infancia y decide por un día volver a ser niño, con todo lo que ello implica, desde pintarse el pelo y vestirse de shorts y salir a jugar a la playa, comer sus golosinas, jugar con la arena y con bombas de jabón sin importar el qué dirán, para al final darse cuenta que todo ha sido un sueño que acaba al caer el sol.
La presentación culminó con la proyección del documental Alas de Lona del organizador Luis Ramos, donde narra la vida de la familia Durán y nos muestra la realidad de una familia que vive y trabaja para el circo, sus sueños y realidades. Logra tocar las sentimientos cuando uno de los personajes nos dice que después de enfrentar la muerte de su abuelo en el mismo circo, ese día había que dar función y salir como payaso para hacer reír a la gente cuando por dentro estás destrozado, pues llueva, truene, caiga granizo o se muera un familiar, la función tiene que continuar.
Tuve la fortuna de que mi madre me fuera a ver no sin antes haberle dicho a mi padre que iría a ver un kilometraje de Gilbertito (así me dice todavía mi amá), mi sobrino el más pequeño me llevó una estatuilla en forma de cactus hecha por manos tarahumaras que me encantó, sentí que había recibido un Oscar verdad de Dios, ya sé lo que sintió Yalitza perdone la comparación, pero ya ve usted que uno también tiene su corazoncito. Por si esto fuera poco me fue a ver —y me dijo que exclusivamente a mí— la famosa Pelancha, un personaje vivo de la ciudad, un mezcla entre la Novia de Culiacán y la Cuquita Key, para que se den una idea los de Culiacán o el Chito Wawa para los del viejo Mazatlán. El cine estuvo a reventar, bien por todos los involucrados, estoy totalmente de acuerdo en que esos eventos se deben de repetir. La vida a veces también es bella, sí señor.
Artículo publicado el 10 de marzo de 2019 en la edición 841 del semanario Ríodoce.