Andrés Manuel López Obrador rindió protesta como presidente de México este sábado 1 de diciembre, a las 11:22 horas, y en su primer discurso al mando del Ejecutivo prometió acabar “con el predominio de la más inmunda corrupción pública y privada”, aunque dijo que no habrá una persecución contra funcionarios del pasado.
Ya investido como presidente, López Obrador hilvanó un discurso donde refrendó su vocación nacionalista, fustigó las políticas neoliberales que sumieron al país en la desigualdad y perdonó de facto a quienes cometieron actos de corrupción:
“Propongo al pueblo de México que pongamos un punto final a esta horrible historia, y mejor empecemos de nuevo”, dijo López Obrador sobre la corrupción, aunque también mencionó que la ciudadanía podrá expresarse sobre este punto y otros, por medio de consultas, y que dejará que las autoridades desahoguen los casos que ya tienen en marcha, con absoluta libertad.
Perseguir a funcionarios del pasado señalados por corrupción, dijo, es apostar “al circo y a la simulación”, por lo que prefiere dedicar esa energía a transformar otros aspectos del país. Se pueden castigar los errores del pasado, pero lo fundamental es evitar los delitos del porvenir, añadió.
El nuevo mandatario federal comenzó su discurso mencionando que “hoy no solo inicia un nuevo gobierno, hoy comienza un cambio de régimen político”, e insistió en culpar al modelo económico neoliberal por los problemas del país, al considerar que ha sido un “desastre”, “calamidad”.
“Se acabará con la corrupción y la impunidad que impiden el renacimiento de México”, prometió. “La crisis de México se originó no solo por el fracaso del modelo neoliberal, sino también por el predominio de la más inmunda corrupción pública y privada”.
E insistió:
“Si me piden que exprese en una frase el objetivo del nuevo Gobierno, es: acabar con la corrupción y la impunidad”.
Por eso señaló que no iniciarán una persecución porque al final “no habría cárceles suficientes… llevaríamos al país a una dinámica de confrontación que nos quitaría energía y recursos para la construcción de una nueva Patria, el desarrollo y la pacificación.
“Desde mi punto de vista, es mejor hacer un juicio social e histórico al modelo neoliberal pero, de cualquier manera, yo defenderé con libertad y argumentos mi postura de pensar y trabajar el porvenir. Pero la ciudadanía tendrá la última palabra, porque todos estos asuntos se van a consultar a los ciudadanos”, anunció.
Pocas veces interrumpido con aplausos, sin ninguna interpelación excepto que el legislador Emilio Álvarez Icaza mostró una pancarta con la leyenda “Juicio a Peña”; y el senador panista Gustavo Madero también se manifestó, con una cartulina que decía: “Ni perdón ni olvido”.
Cerró López Obrador el tema de corrupción señalando que a pesar de ese panorama corrupto desde el servicio público el delito no se consideró como grave nunca. “Hemos promovido una Ley para convertir la corrupción en delito grave, que aunque parezca increíble, no lo era”, dijo. Más aun, dijo: “Si mi esposa o mis hijos cometen un delito, deberán ser juzgados”, agregó. “Yo sólo respondo por mi hijo Jesús, quien es menor de edad”.
En diferentes momentos, partidos de oposición mostraron pancartas o lanzaron gritos de reclamo. Legisladores del PAN, por ejemplo, exigieron “Que baje la gasolina”, “Democracia sí, autoritarismo no”. En cuanto a la gasolina, López Obrador sí dio una respuesta directa.
“Ahora resulta que los que aumentaron el precio de las gasolinas están pidiendo que baje”, les dijo López Obrador, para luego prometer que cuando se termine la refinería en Tabasco y se terminen de rehabilitar otras seis, bajará el precio de la gasolina en el país, y de todos los combustibles.
“Haremos a un lado la hipocresía neoliberal. El Estado se ocupará de atacar las desigualdades y no se condenará a los que nacen pobres a vivir y morir pobres”, dijo. “Es inhumano usar el poder político para abusar de los seres humanos”.
Y repitió: “Es pertinente, pues, exponer con toda claridad que vamos a gobernar para todos, pero que les vamos a dar preferencia a los vulnerables y los desposeídos. Por el bien de todos, primero los pobres”.
La historia
López Obrador improvisó toques de humor, frases que durante sus actos de campaña repitió por todo el país. Me canso ganso, por ejemplo. O la anécdota de que un joven en bicicleta lo abordó en el trayecto a la Cámara de Diputados a recibir la banda presidencial.
Recordó: “Llegué a la Presidencia de la República después de muchos años de lucha personal y colectiva. Aquí recuerdo este movimiento, lo que nosotros estamos cosechando, nunca los vamos a olvidar. Estoy dispuesto a no fallarle a mi pueblo… Ahora que venía para acá se me emparejó un joven en bicicleta y me dijo: ‘Tú no tienes derecho a fallarnos’’, y eso voy a hacer”, afirmó.
“Estoy consciente de la expectativa que hay entre los mexicanos, pero estoy optimista y creo que nos va a ir bien. Porque creo que las culturas de México que siempre han sido nuestras salvadoras, con nuestras culturas hemos enfrentado terremotos, epidemias, malos gobiernos y otras calamidades y siempre hemos resurgido con dignidad y orgullo. La herencia de las civilizaciones como un pueblo tenaz, trabajador y honesto, con una excepcional idiosincrasia de amor al pueblo”, expuso.
Antes de la banda
Antes de que López Obrador tomara protesta, en sus posicionamientos, partidos de oposición pidieron al nuevo presidente evitar caer en el abuso de poder, y criticaron acciones como la consulta para el aeropuerto.
“La omnipresencia del Estado no es la solución”, dijo el senador del PAN, Mauricio Kuri. “México no será el próximo Venezuela”, agregó el legislador, cuyo partido colocó una manta en el Palacio Legislativo, en contra de que acudiera Nicolás Maduro, quien al final y después de tanto debate no llegó a la ceremonia.
“México no es, ni puede ser, un país de caudillos. El populismo conlleva pobreza y anarquía, eso no lo queremos en México. El país no se conduce con ocurrencias, arrebato y caprichos”, mencionó en su oportunidad el coordinador de los diputados priistas, René Juárez.
El líder de Morena, Mario Delgado, delineó las acciones del próximo gobierno que insistentemente definió como la cuarta transformación. Dijo que los ciudadanos hicieron una revolución de votos el pasado 1 de julio y que se darán resultados.
López Obrador en su discurso de más de una hora exhibió el fracaso de tres décadas de política neoliberal. Culpó a esa corriente de pensamiento económico e ideológico de los grandes males que sufre México: la marginación, la corrupción, la violencia. “Se acabó”, dijo.
“Hoy no inicia un nuevo Gobierno, hoy comienza un cambio de régimen político de México”, advirtió al inicio y mantuvo esa constante en toda la línea discursiva.
También dijo: “Así como soy juarista y cardenista, también soy maderista y partidario del sufragio efectivo y no reelección”. Y concluyó: “Por ninguna circunstancia habré de reelegirme”. Por eso, adelantó, en dos años y medio habrá una consulta para preguntar al pueblo si quiere que el Presidente se mantiene en el mandato. “Porque el pueblo pone y el pueblo quita”, afirmó.
“Transitaremos —dijo—, hacia una verdadera democracia. Se acabará la vergonzosa tradición de los fraudes electorales, y quien utilice el dinero público para comprar votos y lucrar con la pobreza de la gente “irá a la cárcel sin derecho a fianza”. El combate a la corrupción nos permitirá liberar fondos para el desarrollo de México y la austeridad republicana, no se aumentarán impuestos, ni precios de combustibles más allá de la inflación.
Adelantos urgentes
Sin referirse nunca a Enrique Peña, sentado un par de sillas a su izquierda, López Obrador solo le agradeció no intervenir de manera directa en las elecciones como sí pasó con otros presidentes. Después siguió con los yerros de las políticas neoliberales, como la reforma energética que prometió inversiones a raudales y lo que hay es 41 por ciento menos de producción de petróleo.
Siguió con las que llamó calamidades y dijo que se importa más maíz que antes y ya no somos autosuficientes en combustibles.
Además de ser el segundo país con mayor migración.
Adelantó la constitución de la Comisión de la Verdad, “para castigar el abuso de autoridad para atender el caso de los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa”.
Enumeró las primeras acciones: Respetar la autonomía del Banco de México, iniciar la construcción del Tren Maya, sembrar un millón de árboles frutales y maderables, poner en marcha seis refinerías, una vía férrea en el Istmo y ampliar el puerto de Salina Cruz, cancelar la reforma educativa, crear el Instituto Nacional para Pueblos Indígenas, atención médica universal para los pobres, becas y trabajo para los millones de jóvenes, duplicar el apoyo a los adultos mayores y personas con discapacidad y una canasta con productos básicos a precios justos.
La Guardia Nacional
Sobre la seguridad pública avaló el papel histórico de las fuerzas armadas en México, sin ambiciones de poder y sin formar parte de una élite privilegiada. Por eso destacó la necesidad de la guardia nacional, conformada por las mismas fuerzas federales para iniciar la pacificación del país.
Dijo que se trata de un replanteamiento de la participación de las fuerzas armadas, porque la Policía Federal solo tiene 20 mil efectivos y no están capacitados. “Los ciudadanos estamos en la indefensión”, dijo. Habló de las 266 coordinaciones territoriales en que se dividirá el país y la información diaria que de todas ellas estará revisando desde las 6:00 de la mañana.
Para llegar al palacio legislativo, López Obrador había hecho el recorrido desde su casa en su popular auto Jetta. Una vez terminada la ceremonia de toma de protesta, todavía con la banda presidencial al pecho, el presidente abordó de nuevo su auto compacto para trasladarse al Palacio Nacional y permitió que algunos jóvenes se tomaran las selfies del recuerdo.
Con información de Animal Político y Sin embargo.
Artículo publicado el 2 de diciembre de 2018 en la edición 827 del semanario Ríodoce.