La magia del Pascola Toribio

pascola 2
A mediados del siglo XX, Toribio Valenzuela se encontraba en alguna fiesta de Baca cumpliendo lo que posiblemente algún día había soñado. Las tumultuosas concurrencias lo presenciaron. Consiguió proyectar el pasado de los pascolas y la grandeza de sus fiestas sin lugar para la negación. Mucho menos pensaba en bailar para el final.
No podríamos dimensionar el ramadón porque en esos años estaba situado sobre la calle principal, a un costado de la casa de doña Flora Flores, a unos pasos del actual. Se infiere que en la fiesta que bailó Toribio, esa fue la última para él y ese ramadón, porque lo cambiaron de lugar.
Niños, ancianos y toda la familia estaba en la concurrencia. En pleno mediodía Toribio se plantó a bailar sin esperar siquiera que llegara la noche como comúnmente lo hacía. A una mujer que estaba organizando la manutención de comida de la fiesta le pidió una olla de barro con agua. Todos se quedaron a la expectativa, esperando qué hacer con la olla. Empezó a hacer un cañagual con un trapo rojo y se lo puso en el hombro para después descansar la olla llenita de agua y los músicos empezaron a cantar y Toribio a danzar con la olla al hombro, sin necesidad de apoyarse con las manos, sin tirar una gota de agua se pasea bailando por el ramadón, como quien lanza un reto para ver si alguien le iguala la gracia.
Al mucho rato, cuando todos dieron por asimilado el hecho, entró de nuevo a bailar pero esta vez no pidió una olla, simplemente con una máscara, posiblemente de coyote. Era una elegancia la elocuencia de los tenábaris sonando, símil al encanto seductor de una víbora moviendo el cascabel. Con su atuendo blanco, sin movimiento del cuerpo solamente de sus piernas, hasta el momento en que se quedaron todos, incluso los músicos, como quien está viendo bailar porque suenan los tenábaris pero físicamente no hay pascola como tal; cuando todos se percatan, lo buscan para ver dónde está porque los tenábaris siguen sonando con la misma cadencia; advierten que está en el mero fondo de la botella de aguardiente de uno de los músicos, éste intenta verlo pero en ese instante-trance Toribio aparece como si nada hubiera sucedido.
“Así lo vimos como monito bailando en el fondo de la botella”, aseguran.
Ser pascola fue el sueño de Toribio. Todos se preguntarán por qué era tan buen pascola o, simplemente, inigualable. Lo que hacía un pascola con esfuerzo y mérito de sobra conocidos, nunca lograban hacer esas gracias que hacía Toribio, por eso aseguraban a manera de explicación racional que había aprendido a bailar en un camanteopo.
También fue músico. En alguna ocasión estaba cantando y entró a bailar un aficionado que nunca aprendió a bailar bien, enseguida detuvo la música de su violín. Los que lo trataban, aseguran que decía que él no tocaba para que bailaran pendejos.
Vivió alejado de todo como un anacoreta, únicamente se le veía en las fiestas. Tenía una casa, en aquellos años se les conocía como chinames o casas de terrado —porque estaban compuestas de barro y vara— en la entrada de la comunidad que ahora se le conoce como Los Chinitos. En aquellos años era la única que existía, estaba situada en la copa de una lomita a unos pasos del río Fuerte por su margen izquierda.
Pero si era un sueño de Toribio, la realidad lo sitúa como un sueño de todos, porque lo vivieron. La forma en que se dieron las cosas, incluso, en un principio, lo fue la misma fiesta. Él fue pascola mayor (algo así como el equivalente a Cobanaro o Gobernador Tradicional del pueblo de Baca, que en ese tiempo no existían), él entregaba la fiesta el día de San Miguel Arcángel.
 

Facebook
Twitter
WhatsApp
Email
  • 00
  • Dias de Impunidad
RÍODOCE EDICIÓN 1108
GALERÍA
Afecta la sequía a 13 municipios de Sinaloa; con 25 pipas llevan agua a 68 comunidades.
COLUMNAS
OPINIÓN
El Ñacas y el Tacuachi
BOLETÍN NOTICIOSO

Ingresa tu correo electrónico para recibir las noticias al momento de nuestro portal.

cine

DEPORTES

Desaparecidos

2021 © RIODOCE
Todos los derechos Reservados.