Quirino Ordaz se precipitó y cedió prácticamente todo por mantener unido al priismo sinaloense. Malovistas, millanistas, grupo Culiacán, empresarios, poderes fácticos se sirvieron con la cuchara grande y él sin tener un grupo político visible, compacto, a lo sumo puede aspirar a ser el gobernador.
Aquellos ya ganaron, pues difícilmente perderán donde competirán y pueden aspirar a posiciones en la siguiente administración pública.  Incluso, si Jesús Vizcarra y David López fueron sus padrinos ante el Presidente, queda mal con ellos, pues entrega posiciones a enemigos políticos y no parece aceptarles postulaciones, como me dicen sucedió a David López en Salvador Alvarado.
Ciertamente, en política una regla indiscutible es la de sumar en campaña. Y eso significa compartir el poder. Pero no todo, no lo básico, el candidato y luego gobernante siempre debe tener control sobre los puestos claves: el Secretario de Gobierno, quien debe ser un operador político eficaz y de sus confianzas; el Secretario de Seguridad Pública, que no solo debe tener su confianza sino ser institucional para mantener en paz un estado extremadamente difícil por ser la residencia del principal cártel del narcotráfico; el Secretario de Finanzas y Administración Pública que debe ser una persona honrada y técnicamente competente, o el líder del Congreso del Estado, quien debe ser de su absoluta confianza.
Y aunque ahora se dirá que primero hay que ganar la elección constitucional, como evitar pensar que desde las precampañas se está cocinando el relevo en los cargos políticos y de la administración pública. Ya hay quienes se ven en tal o cual posición, gracias a las alianzas mencionadas. Y habría que preguntarse, en el caso de ganar Quirino Ordaz la gubernatura ¿cuál sería su margen de actuación?
Insisto, no son conocidos los miembros de su equipo, los del llamado cuartel de guerra, y como en política no hay vacíos, cada día que pasa ese espacio se llena inevitablemente con los que están a mano.
Para empezar, la administración saliente no está saliendo bien librada ante la Auditoría Superior de la Federación, y supongo que igual en la del Estado, y se ubica a la administración malovista en tercer lugar en opacidad de los doce gobernantes que saldrán este año.
Y ante esta situación no falta quien diga que las alianzas están destinadas a garantizar impunidad. Los malovistas se han quedado con todas las candidaturas en Ahome y es probable que Gerardo Vargas Landeros encabece las plurinominales del PRI y con ello esté a un paso de convertirse, sin un solo voto, en el próximo líder del Congreso del Estado. Ganando o perdiendo Quirino.
Entonces, la pregunta es qué tanto le sirve a Quirino que sea el candidato del Presidente Peña Nieto, del llamado grupo Atlacomulco, ahijado político de Jesús Vizcarra y David López, o que haya recibido el apoyo de toda la clase empresarial y mejor todavía si recibe los votos necesarios para ganar la elección, si al final de cuentas ejercería un gobierno acotado por los poderes políticos y fácticos.
Se podrá argumentar que esa es la política. Amarres de intereses. Sí, pero como explicar y con cual lógica, que ganen los que perdieron y pierdan los que teóricamente ganaron con la decisión presidencial. Es el drama que se ve venir a Sinaloa, pues ya sabemos los intereses que están en juego y los que ganarán en cualquiera de las hipótesis.
Los malovistas y los poderes fácticos, teniendo el Congreso del Estado y las principales alcaldías, están del otro lado. Alcanzan interlocución y son capaces de presionar para obtener sus objetivos de mediano y largo plazo. No olvidemos que muchas inversiones están en marcha y con ellas la posibilidad de hacer negocios transexenales, y aunque acotado, dar continuidad a lo que inició Juan Millán en 1998.
Es decir, como está el escenario político, los poderes fácticos llevan la delantera y es más fácil que pierda Quirino a qué pierdan ellos.
Sólo la ciudadanía puede con su voto revertir en parte la tendencia que se ve firme haciendo perder a estos candidatos. Quizá votando a otros partidos, quizá votando a los independientes. De lo contrario, no lo dude, tendremos una reedición de este gobierno gastador, endeudador y con gran opacidad en el manejo de los dineros públicos.
Algo habrá de pasar.