José Arce
La sinopsis de la película narra que Hank Palmer (Robert Downey Jr.) es un importante abogado que vuelve a su localidad natal donde su padre (Robert Duvall), el juez del pueblo, de quien está distanciado, es sospechoso de asesinato. Decide descubrir la verdad y durante el proceso vuelve a encontrarse con la familia que había dejado atrás años antes.
Propuesta que escapa de la mera consideración telefílmica por el trabajo de sus actores principales. Mucho metraje, mucho cliché, poco espacio para la sorpresa. Un descanso para Robert Downey Jr. entre tanto ajetreo Marvel.
Hank se fue del pueblo, triunfó en la gran ciudad, se olvidó del pueblo. Pues ahora le toca volver; cosas de papá. Igual que hiciera con Salidos de cuentas, Robert Downey Jr. se relaja y se aleja del mundanal-pero-espectacularmente-agradecido mundo palomitero mainstream de Hollywood —y por Hollywood léase Marvel—con El juez, una de esas películas que, en otros tiempos, con otros códigos industriales, tal vez pudiese haber reclamado mayores atenciones. Pero en este momento artístico es poco más que un telefilm de sobremesa.
«Los inocentes no pueden pagarme». Ya desde su (acartonadísimo) arranque, tópicos a montones circundan la historia dirigida por David Dobkin a partir del libreto de Bill Dubuque y Nick Schenk. Es una propuesta sedante, mansa, que reconcilia al americano —con más facilidad que a otros seres geográficos y emocionales— con la buena gente que, ya de por sí, como casi cualquier humano, lleva dentro. Sí que parece un telefilm, sí. Técnicamente todo correcto, a excepción de la sorprendentemente sobrecargada fotografía de Janusz Kaminski, que no se sabe muy bien qué hace coqueteando incluso con J. J.Abrams, el rey de los brillos y las luminiscencias.
Eso sí, El juez cuenta con actores que soporten el sobado transitar vital y anímico de sus roles centrales. Robert Downey Jr. tiene suficiente actor dramático dentro como para que fluya vida bajo su perfecto, elegante, magnético y moralmente ambiguo cinismo; Robert Duvall está siempre bien, y aterra su capacidad para enfrentarse desde la ficción a una realidad personal cercana —que esperemos llegue dentro de muchos años—. El resto, súper clichés que entran y salen de escena a su antojo: hermano mayor (Vincent D´Onofrio), hermano simple (Jeremy Strong), ex-novia tan maciza como hace veinte años (Vera Farmiga), hija mona (Emma Tremblay), contrapuntos cómico (Dax Shepard) y dramático (Billy Bob Thornton), ambos creyentes en la justicia… un poco agotador, la verdad.
