El recuerdo es vivo en la memoria de Bernardo Ruelas, y se imprimió en sus neuronas seis meses atrás, cuando estaba muy feliz y aún en la resaca que le produjo haber sacado de la presidencia municipal local a lo que él califica como bola de bribones, y cuya lista la encabeza el forastero y ahora acaudalado ex edil, Eleazar Rubio Ayala.
“No aceptes la Junta de Agua Potable de El Fuerte (Japaf), es una trampa. Te van a dar una patada en el cu… El Viny te va a enseñar el cobre y tú serás exhibido públicamente. No tienen necesidad de demostrar nada, ya lo hiciste. No aceptes la Japaf, no aceptes la Japaf. No aceptes la Japaf.”
No pensó, ni dejó que la experiencia política le aconsejara, pues desde 1989 sabía que la Japaf era un caos, y que sus problemas no se resolverían ni en tres años. Por el contrario, relajó su guardia interna, esa que siempre llevaba alterada, y permitió que su corazón le nublara la razón. Había, pensaba ahora en retrospectiva de los meses en que se jugó su futuro político con el ahora alcalde, Marco Vinicio Galaviz , una promesa de hombre que pensó era cabal, religioso, bueno, pero que resultó insensato: cuando ganemos te voy a apoyar en todo, vas a estar conmigo.
Por eso cuando le llegó la oferta, cuando el Viny le propuso en el despacho de la presidencia la gerencia general de Japaf, no la rechazó abiertamente, sino que dudó. Ante la vacilación, el alcalde aumentó la propuesta: tendrás todo mi respaldo, inversión, apoyos, libre, autónomo, traerás a tu gente, los que necesites. La propuesta lo sorprendió de todo, pues antes, cuando se ofreció para reactivar la campaña política, ser su orador principal, solo pidió una cosa. No quiero trabajo, le había dicho a el Viny, porque tengo mi negocio y de él vivo. Sólo quiero que me dejes pedirles la llave a todos los funcionarios panistas, y cerrarles sus oficinas. Pero finalmente aceptó el empleo.
Seis meses después, ese mismo despacho de madera lustrosa le era ajeno. Se había terminado el derecho de picaporte. Estaba despedido por la puerta trasera, en ausencia y por confabulación de regidores, y con él, toda su gente: la gerente técnico Rosario Vega Araiza, el administrativo Emilio Mendoza Burboa y su secretario René Vega. Todos exhibidos, y llamados irresponsables, incapaces.
Ese día, sus subordinados le informaron que policías resguardaban las oficinas de proyectos, y que tenían orden de detenerlo si pretendía entrar. Que estaban encadenadas las puertas, y las chapas habían sido cambiadas. Decidió no acudir a su empleo. Y esperó. Nadie le llamó, y entregó las oficinas. La traición se había consumado. El Viny le había mostrado el cobre.
Por medios públicos se enteró de que el despido era por ineficiente. Y Entonces decidió salir, dar la cara, como siempre lo había hecho.
Su despido, dijo, nada tenía que ver con ineficiencia, “sino con el misógino y pusilánime presidente Marco Vinicio Galaviz, y con el interés de éste por embolsarse el presupuesto, por cobrar diezmos de millones de pesos a contratistas de Japaf y con venganza política”.
Y desglosó.
Un día encontró encolerizado al alcalde. Había insultado más allá de su hombría a la gerente técnico Rosario Vega Araiza. Fueron tal los insultos y epítetos, que el lenguaje del Viny enmudecía a un carretonero y a un marinero en borrachera. Le pidió despedirla, y él se negó. Fue el primer enfrentamiento y el descubrimiento del misógino que el alcalde llevaba dentro.
El segundo tiroteo verbal llegaría con la aprobación de 24 millones de pesos para construir dos plantas de agua potable. El Viny le pidió entregarle las obras, porque él las licitaría, a lo que respondió que no. Y fundamentó su dicho: la Japaf es autónoma y licita sus obras propias, hacer lo contrario es corrupto. Esas obras no se van a dar por “diezmo” sino por lo que más le conviene a los habitantes de El Fuerte. Y terminó reclamándole: “No soy monigote ni marioneta de nadie. No voy a poner en riesgo mi integridad moral y honestidad”. Salió, cerrando con delicadeza la puerta de madera brillosa.
Y finalmente, la venganza se consumó, cuando Galaviz regresó de un viaje a Culiacán. Evidentemente le habían llamado la atención. Lo renunció.
Ruelas descarta que esa venganza fuese por las denuncias que presentó en contra de la exgerente Blanca Lorena López del Río Acosta y del supervisor de obra, José Rosario García por el desvío de 2.4 millones de pesos en la planta de Santa Blanca. Y si ésta fuese la causa, se llevarán una sorpresa, promete, pues la denuncia no sólo la presentó ante el Ministerio Público del Fuero Común, que pueden detener en el momento que sea, sino también en la Secretaría de la Función Pública, en donde serán juzgados.
Las fallas en los servicios, dice, son mentiras burdas, pues todas fueron atendidas y resueltas.
Las causas del Viny: un llamado del gobernador
Sin dar la cara, pero a través de un boletín de prensa, el alcalde de El Fuerte, Sinaloa Marco Vinicio Galaviz justificó la salida de Bernardo Ruelas Hernández por no resolver las fallas en los sistemas de agua de Constancia, Cahuinahua, en el sistema múltiple del Ranchito de Mochicahui, en la cabecera de Mochicahui, Jahuara II y Tehueco.
Dijo que la ciudadanía está exigiendo una mejor calidad del agua y que por eso manifestaron su queja ante el gobierno estatal desde donde le pidieron que diera una solución al problema. Los consejeros tomaron la decisión de cambiar al Gerente Bernardo Ruelas Hernández, a quien el alcalde Marco Vinicio Galaviz agradeció el trabajo que realizó durante seis meses y tomó la decisión de nombrar de manera provisional como encargado de despacho a Pablo Domínguez Solís, quien hasta hoy se desempeñó como gerente operativo de la junta y su trabajo será evaluado hasta el 30 de septiembre, fecha en que se reunirá de nuevo el consejo para determinar si “se queda definitivamente o se regresa a la gerencia operativa”.
