A Leonardo DiCaprio le queda muy bien lo de arrastrarse. La prueba son dos de sus mejores actuaciones: El lobo de Wall Street (2014), donde, por el efecto de unas pastillas que inmovilizan casi todo su cuerpo, su personaje se empuja sobre el suelo para llegar a su carro; y El renacido (The revenant/EU/2015), basada en la novela de Michael Punke, en la que buena parte del filme, el histrión se impulsa a sí mismo como reptil, después del ataque de un oso.
En El renacido, su nivel de expresividad es tal, que no necesita de muchas palabras para decir que quiere vengarse, ama a su hijo por sobre todo, extraña a su esposa, conoce el bosque, sabe por dónde ir y llevar a los demás e, incluso, que tiene frío: con sus movimientos —y más con su rostro— lo comunica todo.
Aun así, es curioso que al intérprete de Titanic (1997) —quien desde hace mucho demostró que no sólo es un galán, que sí sabe actuar y muy bien— lo hayan nominado al Oscar por ¿A quién ama Gilbert Grape? (1994), El aviador (2005), Diamante de sangre (2007), El lobo de Wall Street y no tenga todavía la estatuilla. De ahí que se espera que esta quinta vez, se le haga justicia.
Desde Amores perros (2000), su primer largometraje, Alejandro González Iñárritu se colocó ante los reflectores internacionales y le gustó: con esa y sus demás cintas —21 gramos (2003), Babel (2006), Biutiful (2010), Birdman (2014)— tanto el director mexicano, sus actores y parte de su equipo técnico han sido reconocidos, nominados, premiados y ganado en los principales festivales y certámenes cinematográficos.
Con Biutiful, el reto era si González Iñárritu, ya sin Guillermo Arriaga —su único guionista hasta entonces— lograría contar buenas historias sin recurrir a una estructura desordenada, como acostumbraba, y lo logró. La cinta protagonizada por Javier Bardem, hasta recibió una ovación de 10 minutos en Cannes, donde quedó como la segunda favorita.
El año pasado, el Negro —como también se le conoce al director— sorprendió con Birdman, por llevar la trama en lo que parecía una sola toma, y arrasó en las premiaciones.
Si El renacido cuenta ya con los Globos de Oro por película dramática, director, guión y 12 nominaciones a los Oscar, no es una casualidad. La cinta, que podría darle, consecutivamente, al menos otro Oscar a Alejandro González, es hasta el momento la mejor en su filmografía: la historia de Hugh Glass (DiCaprio), un cazador de animales y comerciante de pieles que realmente existió entre los siglos XVIII y XIX, que amaba entrañablemente a su hijo y deseaba con todo vengar su muerte, a pesar de que las heridas en su cuerpo y el clima no le favorecían, es exquisita.
La película, filmada en Canadá y Argentina, vale por muchas razones: la extraordinaria actuación de DiCaprio, los impresionantes escenarios fotografiados por el mexicano ocho veces nominado —y dos veces ganador— al Oscar, Emmanuel Lubezki, la historia entrañablemente sencilla, las magníficas secuencias de acción y batallas, la muy disfrutable interpretación de Tom Hardy, y el sorprendente y dudoso final que deja sin aliento, invitan a sentir real coraje, miedo, frío, e identificarse con el protagonista y sus múltiples problemas.
El renacido reafirma a González Iñárritu como un excelente realizador, pone a México en el escenario mundial en algo positivo y es un filme que no se saldrá de su mente en mucho tiempo. No se la pierda… bajo su propia responsabilidad, como siempre.
