El Mundo de Ayer

 
donald trump
Y  tuve que recordar las palabras que un exiliado ruso me había dicho años atrás: “Antes el hombre sólo tenía cuerpo y alma. Ahora, además, necesita un pasaporte, de lo contrario no se lo trata como a un hombre” (Stefan Zweig, El mundo de ayer).
Tal vez nada demuestra de modo más palpable la terrible caída que sufrió el mundo a partir de la Primera Guerra Mundial como la limitación de la libertad. Antes de 1914 la Tierra era de todos.
Todo el mundo iba adonde quería y permanecía allí el tiempo que quería.  No  existían permisos ni autorizaciones.  La gente subía y bajaba de los trenes y de los barcos sin preguntar ni ser preguntada, no tenía que rellenar ni uno del centenar de papeles que se exigen hoy en día. No existían salvoconductos ni visados ni ninguno de esos fastidios; las mismas fronteras que hoy aduaneros, policías y gendarmes han convertido en una alambrada, a causa de la desconfianza patológica de todos hacia todos, no representaban más que líneas simbólicas que cruzaban con la misma despreocupación que el meridiano de Greenwich. Fue después de la guerra cuando el nacionalsocialismo comenzó a transformar el mundo, y el primer fenómeno visible de esta epidemia fue la xenofobia: el odio o, por lo menos, el temor al extraño.
Nos dice Stefan  Zweig que  en todas partes la gente se defendía de los  extranjeros, en todas partes los excluían. Todas las humillaciones que se habían inventado antaño sólo para los criminales, ahora se infligían a todos los viajeros, antes y durante el viaje. Uno tenía que hacerse retratar de la derecha y la izquierda, de cara y de perfil, cortarse el pelo de modo que se le vieran las orejas, dejar las huellas dactilares, primero las del pulgar, luego las de todos los demás dedos;  además, era necesario presentar certificados de toda clase: de salud, vacunación y buena conducta, cartas de recomendación, invitaciones y direcciones de parientes, garantías morales y económicas, rellenar formularios y firmar tres o cuatro copias… y con que  faltara  uno solo de ese montón de papeles, uno estaba perdido.
La campaña que estamos viendo hoy en  día de Donald Trump a la Presidencia de la República de EUA, está llena de discursos con  xenofobia. De desconfianza hacia los latinos, a los mexicanos. Pensar en construir muros es síntoma de desconfianza.
La salida de Gran Bretaña de la Comunidad Europea es una mala señal, es volver a construir fronteras,   donde ya se habían derrumbado. El surgimiento del nacionalismo en los ingleses
Creo que los que votaron por la salida de Gran Bretaña de la Comunidad Europea, buscan la forma de defenderse de los extranjeros, de los emigrantes que cruzan el mediterráneo en balsas y que tan solo llevan consigo la ilusión de vivir en un mundo mejor.
Cuánta dignidad humana se ha perdido en estos tiempos  en la  que la humanidad   soñaba como una  época  de libertad.
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