¡Diablos! hay un desastre en la oficina

 

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CULIACÁN.- Los Diablos Rojos del México llegaron aún con vida al penúltimo juego de la temporada en la LMB.

Ciertamente, sus posibilidades de clasificar son tan escasas como pensar en que alguien le arrebate el Oro al Dream Team de la NBA en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

Tienen que ganar los últimos dos en casa a Tijuana y que Laguna pierda sus dos en Monterrey. Y suponiendo que lograran dicha hazaña, todavía tendrían que viajar el sábado a Torreón para enfrentar en un juego a muerte a los Vaqueros y de ganarlo, entonces sí, se meterían a la fiesta entre los ocho grandes.

Sin embargo, lo que surja ya es ganancia para los ‘escarlatas’’. Nunca superaron la ausencia de Japhet Amador (.346, 41HR y 117CP el año pasado), aunado a las bajas de Gabriel Gutiérrez, un agotado abridor Marco Duarte y las prolongadas lesiones de Leo Heras, Ramón Urías y Alejandro Ortiz, éste ya en el colmo y como colofón de la temporada 2016.

Contra esos imponderables no pueden luchar, Roberto Mansur y Roberto Castellón.

Pero es en lo administrativo, en lo que se volvió a equivocar Alfredo Harp. Cuando salió Jorge Alúm no fueron pocos los que pensaron que era la mejor decisión del empresario desde su llegada a los Diablos en 1993.

Sin embargo, con el arribo de Othón Díaz a la Gerencia General para la parte operativa, salió más caro el caldo que las albóndigas.

Dejemos a un lado la parte deportiva que esa la ven Mansur y Castellón. Díaz no tiene una radiografía clara de los Diablos, del béisbol en la Capital, de la Liga Mexicana.

Debido a su imprudencia y torpeza, ni siquiera hizo conexión con las oficinas de la LMB —teniéndolos en corto en la Ciudad de México— y a media temporada cambiaron de jefe de prensa, lo cual convirtió en un caos la relación con los medios.

Además, Díaz no tiene formalidad y eso es muy malo porque representa la imagen de los Diablos y de Alfredo Harp en la capital, donde las cosas podrían seguir estancadas aún con su nuevo parque para 2017.

Harp ha hecho cosas grandes por el béisbol mexicano. Sin que nadie se lo pidiera y sin estar obligado a hacerlo, creó un fondo de pensión para ex jugadores y ex managers de los Diablos, con montos mensuales que van desde los 10 mil a los 15 mil pesos.

También ha invertido cientos de millones de pesos para mantener el Salón de la Fama en Monterrey y ahora, con su capital —sin apoyo económico del gobierno—, les dará a los capitalinos un estadio de los más funcionales de México y América Latina.

No obstante, siempre he pensado que al ex (co) propietario de Banamex le ha faltado mayor compromiso y pasión para rescatar el béisbol en la ciudad más poblada de este país.

Ha descuidado la parte operativa —quizás la más importante— y el más reciente error que está pagando caro fue poner a un ex empleado de la CONADE, a un medallista centroamericano en canotaje (aunque usted no lo crea).

Harp sigue pensando que todo gira alrededor de la Capital y que gran el talento está concentrado allí, cuando es en provincia donde hay varios ejecutivos del béisbol con la verdadera pasión para comenzar un gran movimiento en la Ciudad de México.

Ojalá y que Harp, algún día, se involucre de verdad con los Diablos (no en meras declaraciones a los medios) y sobre todo con la LMB en esta nueva etapa por venir.

 

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