El "Chapo": un imperio a la deriva

Joaquín Guzmán Loera. La herencia en juego.
Joaquín Guzmán Loera. La herencia en juego.

Le habían dicho a Joaquín Guzmán Loera que dejara los teléfonos, que por ahí lo iban a agarrar. Pero se creía un semidiós y decía que no pasaría nada. Por lo demás, era casi imposible para él incomunicarse o establecer otros métodos de conexión con sus tres o diez mujeres y sus siete o más hijos con los que siempre interactúa de alguna forma.
De carne y hueso como cualquier otro, ya se vio, ese era uno de sus lados flacos y acababan de anunciar los gringos que por ahí lo cazarían: por sus debilidades.
El Chapo Guzmán está ahora en la cárcel y la pregunta que se hacen muchos es qué va a pasar con una de las organizaciones criminales más poderosas que han existido en el mundo en la época moderna.
Hay que aclarar: atrapan al Chapo y quienes sufren el golpe directamente son los que gravitan en torno suyo: sus ejércitos (en Sinaloa, Tijuana, Nogales, Jalisco, Tamaulipas, Chihuahua; en distintos puntos de la sierra), sus operadores financieros (en España, Holanda, Australia, Argentina…), sus proveedores, sus contactos en los gobiernos, aquí, en los Estados Unidos y en otras partes del mundo.
Suele hablarse del cártel de Sinaloa como si fuera una sola organización y ese es un error. Dentro del cártel de Sinaloa estaban hace seis años los hermanos Beltrán Leyva, pero bastó con que detuvieran a Alfredo Beltrán, el Mochomo, para que Marco (Arturo), Héctor y el resto de la familia se separaran y no solo siguieran haciendo sus propios negocios sino que le declararan la guerra al Mayo y al Chapo. No pasó mucho tiempo para que las propias autoridades le dieran a los Beltrán la calidad de cártel.
Así, con la aprehensión de Joaquín Guzmán golpean una parte del cártel de Sinaloa y no se sabe con certeza si la más poderosa, aunque sin duda la más notable y mediática. En todo caso, se cumplió la regla, la misma que fatalmente acabó con la vida, al margen de las circunstancias, de Amado Carrillo Fuentes en México, la que mandó a la cárcel a Miguel Félix Gallardo en 1989, la que cazó a Pablo Escobar en Medellín: cae el que debe caer en la perspectiva de un Estado que debe reivindicarse a sí mismo. Cuando debe caer de acuerdo a los intereses de ese Estado. Como debe caer.
Pero visto como una coalición de fuerzas criminales, el cártel de Sinaloa tiene todavía la estructura de Ismael Zambada García, aunque últimamente muy golpeada —dos hijos y un hermano en  cárceles de los Estados Unidos, para empezar. Y la reciente aprehensión de uno de sus más cercanos colaboradores, Jesús Peña González, prácticamente en su propia casa.
Sigue ahí la organización de Juan José Esparragoza Moreno, el Azul, con todos sus millones dándole vueltas y vueltas a la economía legal, boletinadas por el Tesoro gringo miserables casas de empeño y boutiques cuando podría comprarles todas las tierras de cultivo de California con lo que tiene. También sigue operando el clan de los Cázarez Salazar a pesar, dicen, que Víctor Emilio, el líder de esa familia, está en la cárcel.
Y por si fuera poco, acaba de salir de Puente Grande uno de los narcotraficantes históricos, Rafael Caro Quintero, quien ha estado vendiendo la idea de que está viejo y de que no quiere nada ya con el negocio de las drogas. Al propio Chapo se le atribuyen declaraciones en ese sentido trepado en un avión de la Armada de México, durante los interrogatorios preliminares cuando era trasladado a la capital del país. Y el que quiera creer ese cuento que sea feliz con ello.
La detención de Joaquín Guzmán, sin embargo, propone una reconfiguración del espectro criminal ligado al narcotráfico, por ser quien es, en primer término. Más allá de las exageraciones de Forbes y de los mitos pueblerinos que lo están convirtiendo en un ángel salvador de la paz (narca) contra las amenazas “externas”.
Con el Chapo en la cárcel ya nada será igual para el imperio que construyó. No hay en su organización, para empezar, un líder natural que lo supla con esa capacidad que exige el tamaño del problema. Improvisarán y hasta podrán creer que nada cambia “porque el apá sigue siendo el jefe”. Pero los escenarios están cambiando, y habrán de verse muchas cosas todavía.
Bola y cadena
LA DETENCIÓN DELCHAPO GUZMÁN fue como una carambola de muchas bandas. Golpeó la altanería del expresidente Felipe Calderón y del panismo más miope, puso en jaque al gobierno del “cambio” encabezado por Mario López Valdez, cuyo destino es incierto a partir de ese sábado 22; hundió en el descrédito al Ejército Mexicano, sobre todo a los generales que han pasado por la Tercera Región Militar y la Novena Zona Militar en los años recientes y, sobre todo, cimbró el destino del cártel de las drogas más poderoso de este país. Amén de que ciertas “certezas” sobre las estrategias del gobierno federal para el combate al narcotráfico, estarían entrando en crisis. Ya se verá.
Sentido contrario
ES VERDAD QUE LO DIJO EL presidente de la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles, Armando de la Cruz Uribe, pero es una estupidez del tamaño del mundo que el alcalde de Culiacán mejor hubiera ignorado. Pero no, se suma incluso dando “razones” del porqué debe promoverse el narcoturismo, creando “chapotours” y cosas por el estilo. ¿Hay alguien con juicio en esta ciudad?
Humo negro
POR SI LE FALTARAN PREOCUPACIONES, le revienta a Malova la designación de Gabriela Amarillas López como socia de Juan José Esparragoza Moreno, el Azul. Y ahora dirá que nunca ha estado en La Huerta del Abuelo.

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