Corridos prohibidos

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Malova retrasó la atención de sus invitados la noche del grito porque decidió recibir él mismo a Los Tigres del Norte en el aeropuerto de Culiacán. En la plaza central nadie lo supo, pero en el segundo y tercer piso sí se notó la ausencia. La famosa agrupación, quizás los sinaloenses más reconocidos en el mundo, regresaban a su tierra natal a un concierto gratuito, en medio de la prohibición a los narcocorridos que encabezó el propio gobernador Mario López Valdez, quien los recibía personalmente en el aeropuerto.

Los nacidos en Rosa Morada, Mocorito, alguna patente de corso recibieron del gobernador Malova que se atrevieron a cantar narcocorridos en la plaza central del Palacio de Gobierno. Y es que Los Tigres del Norte tienen que cantar en el escenario donde se planten Contrabando y traición –el famoso corrido de Camelia la texana-, y Jefe de Jefes, el más grande éxito de los narcocorridos. Ambos, claro, los entonaron con la anuencia de quien durante cinco años y nueve meses intentó prohibir los narcocorridos.

Sobra decir que Los Tigres del Norte, Calibre 50 o Gerardo Ortiz tienen el derecho a cantar lo que les dé la gana. Prohibirlos, es como tratar de decirle a Francis Ford Coppola que en Sinaloa no se reproduce de nuevo El Padrino, porque es una apología de la mafia, o prohibir la lectura de las novelas de Élmer Mendoza que retratan una realidad insoslayable de nuestras ciudades.

Apenas una semana antes de que Los Tigres del Norte entonaran que Emilio Varela y Camelia la Texana traían las llantas del carro repletas de hierba mala, el gobierno estatal impidió la presentación de la agrupación Calibre 50 y del cantante Gerardo Ortiz en la Feria Ganadera. ¿Por qué Los Tigres sí y Calibre 50 no? ¿Quién tiene la campanita de la censura para decidir cuáles narcocorridos sí y cuáles no?

La prohibición de la música, de algunas canciones en particular que se consideran narcocorridos que no deben ser escuchados, siempre sonó a una idea bastante sosa de la política del combate a la delincuencia organizada. Aun así, el gobierno de Malova la mantuvo a pie juntillas hasta sus últimos días. Qué le retribuyó en el combate al crimen organizado apenas ellos lo saben, porque no hay un solo indicador que pueda relacionar la prohibición de narcocorridos con los resultados en materia de seguridad pública, o del combate al crimen.

Muchos años antes de la prohibición del gobierno de Malova a los narcocorridos, ya se les había impuesto la mordaza a la música norteña que exaltaba las historias delictivas de quienes destacaban en el tráfico de drogas. Se buscó y se cumplió censurarlos en la radio, y también evitar los conciertos masivos en los que se presentaran los intérpretes de moda. Pero mientras la radio perdía oyentes, millones –sin exagerar- reproducían y reproducen en Youtube los videos de esos corridos que se prohibían en los medios tradicionales.

Al gobierno de Malova le falla la congruencia también, desde el principio. La medida inocua de prohibir los narcocorridos es en realidad una pincelada más de las muchas falsas posiciones de este gobierno. Y peor aun cuando la prohibición es solo para algunos, y para otro no.

 

 

Margen de error

(El pasado) Corridos prohibidos es un disco de Los Tigres del Norte de 1989. A solo treinta años de distancia, es paradójico que terminen siendo contratados por un gobierno que justamente intentó sin lograrlo prohibir corridos como los que ellos cantaban hace 30 años.

En ese disco, la agrupación de los sinaloenses incluyó un narcocorrido sutil pero sin posibilidad de duda de las referencias: R Uno, en él Los Tigres del Norte cuentan una parte de la historia de Rafael Caro Quintero, sinaloense como ellos, y apenas unos años antes detenido por asesinar al agente de la DEA, Enrique Camarena.

 

Mirilla

(Reacción) De ser cierta la versión oficial, ciento veinte policías están haciendo todo el trabajo de seguridad en Sinaloa. Es que 120 policías forman en Culiacán y Mazatlán los equipos del Grupo de reacción inmediata conformado por la Marina, el Ejército y las policías estatales y municipales, y a ellos les atribuye el gobierno los resultados de esta semana. Los dos detenidos con armas en Mazatlán y la calma chicha en los asesinatos, es gracias al Grupo reacción. Para saber realmente cuál será el resultado de las acciones coordinadas de federación y estado se necesitarán más que declaraciones, más temprano que tarde los números estarán hablando.

 

DEATRASALANTE

(2008) La guerra contra el narco de Calderón tardó un año y cinco meses en llegar a Sinaloa. En abril de 2008 la Federal Preventiva encapsuló a un grupo armado en la colonia Guadalupe, de Culiacán, apenas a unas cuadras de la casa de gobierno de Jesús Aguilar. Después de ese 30 de abril no hubo nada que detuviera la espiral de asesinatos. Por esos tiempos Los Tigres del Norte tenían programado un concierto en la capital de Sinaloa, el gobierno operó su cancelación, a ese grado era el miedo a la música, a los narcocorridos, al encuentro de los mundos. (PUNTO)

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