Que se acabó la fiesta

el químico y amlo


Muy conveniente les resultará a los actuales alcaldes de Sinaloa el cambio de administración en noviembre. Cada fin de año las administraciones municipales terminan en un predicamento que casi las paraliza. Esta vez quienes se van no tendrán que quebrarse la cabeza por el aguinaldo, la abultada nómina vuelve casi impagable la prestación. Sin contar que la recolección de basura cae en crisis cada cambio de autoridades, o el descuido en las calles que las llenan de baches, y los vales de gasolina casi paraliza a las policías.

Esta semana los nuevos alcaldes asumirán funciones —con excepción de El Fuerte, Salvador Alvarado, Badiraguato, Elota y Rosario, que lograron la reelección y se irán de corridito— y el reto número uno será no hundirse en el arranque. Hay carreras que se pierden desde el despegue.

Las finanzas públicas municipales están a tales grados comprometidas que funcionan con márgenes muy estrechos, dependiendo siempre del estado o la federación, y sin posibilidades de ejercer la presumida autonomía de los municipios plasmada en el artículo 115 constitucional. Los municipios son como el hijo universitario que se cree libre, y hasta tiene un ingreso propio por un trabajo eventual, pero depende cada quincena del envío paterno para no morir de inanición.

Andrés Manuel López Obrador, el Presidente electo, acompañará a algunos de los nuevos alcaldes en su toma de protesta. Al menos en su primer día se sentirán respaldados, apapachados. Ya sabemos que los días reales vienen después de la fiesta, con la resaca. Estos nuevos alcaldes no tendrán tiempo siquiera de festejar, llegarán todos a un tiempo de emergencia, que es la normalidad en las administraciones municipales. ¿Qué les dirá López Obrador en corto? ¿Hasta dónde, en los dos casos de evidente cercanía, Jesús Estrada Ferreiro y Luis Guillermo Benítez, les será un soporte AMLO?

Y como en política siempre la forma es fondo, será interesante saber quién acompañará a los alcaldes del PRI a sus tomas de protesta. O al Alcalde del PAN en Escuinapa. Al del PAS en Mocorito. Al del Verde en San Ignacio.

Aunque la condición financiera es el derrotero que marca a los municipios, no es el único. Los tiempos recientes muestran que también en la pobreza es posible despilfarrar. Hay municipios que gastan en la ampliación de su edificio, otros que cambian el piso de sus plazuelas aunque esté en buenas condiciones, y otros más que empiezan obras que nunca terminan.

No hay un ayuntamiento en Sinaloa, y quizás ni en México, que sea un modelo en la continuidad de sus procesos para la recolección de basura, el alumbrado público, o las estrategias de prevención en seguridad pública. Todas ellas responsabilidad básicas de un municipio.

Hoy día los Ayuntamientos demandan primero que todo buenos administradores. Si sólo eso lograran, los nuevos alcaldes se ganarían la reelección por anticipado. Pero la mayoría privilegia la política por encima de la administración; optan por los caminos tradicionales y nadie quiere perder su capital político. A cambio, tenemos malas administraciones, pobres resultados, administraciones atoradas.

Margen de error
(Acuario) En medio de todo el desaseo y desastre en la obra pública del sexenio pasado de Malova, sobresale una. Fueron consistentes en dejar bibliotecas, hospitales y carreteras a medias, salirse del presupuesto, adjudicar por encima de licitar, privilegiar a los mismos constructores sin competencia. Pero una de esas obras concentra casi todo el desorden y explica todo lo demás: el Tiburonario de Mazatlán.

Primero que todo carecía de pertinencia, tan es así que está el Acuario en sus últimos días. Después, se arrancó sin el presupuesto completo y una y otra vez se lo rebasaron. La obra avanzaba y paraba como un carro viejo. Y cuando por fin concluyeron, no duró ni dos meses abierto y la pecera principal colapsó y derramó toda el agua.

La obra es la vergüenza estatal. La cadena de culpables es tan larga, que si tan solo se siguiera ese hilo en la madeja de corrupción terminaría siendo un éxito el Sistema Estatal Anticorrupción, sin exageraciones.

Hay un exfuncionario vinculado a proceso, detenido la semana pasada en Ciudad de México por la Interpol. Pero lo mismo que con los colchones, es el eslabón más débil. Un Coordinador Administrativo en ninguna de las dependencias públicas decide por sí solo nada. Necesita autorizaciones, firmas de sus jefes, proyectos, procesos.

Si algo se puede asegurar hasta ahora es que la respuesta en la investigación de los casos lleva paso de tortuga, y las posibilidades de corrupción en el ejercicio público vuelan.

Mirilla
(Colchones) En los colchones podridos es una historia similar. Hasta dónde Carlos N, el Coordinador Administrativo en SEDESOL querrá asumir toda la culpa. ¿Soportará o terminará por declarar sobre el proceso real? ¿Y el proveedor? ¿Y las firmas de autorización? ¿Y a Administración y Finanzas cómo se le pasa?

Primera cita
(Reconstrucción) Aún no llegan los recursos del Fondo Nacional de Desastres para la reconstrucción en el centro y norte de Sinaloa —Ahome, Guasave, Culiacán y Navolato, principalmente— y ya hay otro frente de demandas por afectaciones. Escuinapa y Rosario requerirán igualmente de apoyos y tendrán que enviarse del FONDEN.

Malas fechas para reclamarle recursos al gobierno federal, cuando está el cierre de la cortina.

Deatrasalante
(No es igual) En Culiacán hace 23 años ganó un partido diferente al PRI, y solo gobernó un trienio y no volvió, hasta ahora. Sadol Osorio llevó al triunfo al PAN en tiempo en que la crisis nacional y el incremento al IVA sepultaron al partido en el gobierno. Eso marcará una diferencia con respecto a Mazatlán, que conoce mucho de alternancias, o Ahome, donde en 2010 volvió el PAN.
Además el tamaño de la capital de Sinaloa es el doble de los otros dos municipios. Doble de ciudadanos, doble de problemas (PUNTO)

Columna publicada el 28 de octubre de 2018 en la edición 822 del semanario Ríodoce.

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