El golpe gringo no podía ser más contundente: Un famoso cantante —no reconozco ninguna de sus canciones, pero todos dicen que es famoso—, una reina del concurso Nuestra Belleza que nadie recuerda pero que el título la precede, y un reconocido y respetado futbolista, para más detalles el capitán de la selección mexicana, todos en un solo paquete señalados por la Oficina para el Control de Bienes Extranjeros (OFAC), como parte de una red de lavado de dinero de un narco, ese sí, desconocido hasta que el Departamento del Tesoro americano lo enlistó.
De las 22 personas implicadas en la investigación al organigrama de Raúl Flores Hernández, el golpe mediático de precisión lo da los Estados Unidos con Rafael Márquez, el hombre que decenas de veces cantó el himno mexicano ante millones de pantallas de televisión y que portó y sudó los colores del país. Un mexicano triunfador que conquistó los más importantes trofeos del futbol europeo, que cerró su carrera en un equipo estadunidense, que mantuvo una serie de organizaciones filantrópicas, que lo mismo anunció rastrillos que refrescos y bancos.
Los señalamientos de la OFAC, valga la comparación simplista, muchas de las veces son como los de la ASE —el órgano fiscalizador de Sinaloa—: la autoridad mexicana ni siquiera los atiende y no se dan consecuencias. Sobran los ejemplos de propiedades y nombres incluidos en la lista de la OFAC y que en México siguen operando, vendiendo, abriendo todos los días. Y por otro lado, al modo americano con estas aberraciones donde se inmiscuyen en todo, la inclusión en la lista es para efectos prácticos una acusación sumaria opuesta al derecho, porque es el acusado quien tiene que demostrar ser inocente y no ellos demostrar su culpabilidad. En descargo al informe de la OFAC, es necesario precisar que lo validan las agencias de seguridad y lo antecede una profunda investigación.
Hasta ahora el barrido de Ríodoce por las fuentes americanas que pudieran establecer una acusación penal a Rafael Márquez o al Julión Álvarez, demuestra que no hay ninguna hasta el momento. Sin embargo, muchas veces pasa eso porque la Ley Kingpin le permite al gobierno americano congelar cuentas y bienes a los incluidos en la lista, incluso retirarles la visa para entrar al país e impedir que otros ciudadanos americanos establezcan cualquier relación comercial con ellos.
Márquez, el legendario número 4 de la selección, está expulsado de nuevo. Tal como en los juegos más angustiantes de la selección que deliberadamente exigía la tarjeta roja. Es muy probable que no continúe en la selección y menos alcanzará las cinco copas mundiales en Rusia 2018, para igualar record. Ahora tendrá que pensar muy bien la bitácora que seguirá para defenderse o los americanos convertirán su caída en un hundimiento.
Margen de error
(Si sí y si no) Si el narco alcanzó a Márquez, no hace más que confirmar la amplia telaraña que nos atrapa a todos en México. Cómo el narco se fue filtrando en todos los negocios y áreas hasta formar parte de nosotros. Una presencia social y económica ineludible. Si los americanos se aferraron al más simple tecnicismo de su ley Kingpin y forzaron su inclusión —lo mismo aplica para el cantante Julión Álvarez—, como ya lo han hecho en otras ocasiones con notarios públicos y empresas en el mundo, no hace más que demostrar el profundo interés de los Estados Unidos por impactar a México como país, no las redes de lavado de dinero producto de la delincuencia. Se trata de mellar a México, de socavarlo.
Una y otra posibilidad resulta perjudicial.
Mirilla
(Juicio sumario) Por lo pronto Rafael Márquez ya fue enjuiciado mediáticamente. En redes sociales le fue peor, lejos de defender al ídolo lo muestran con su nueva casaca de rayas negras y blancas horizontales. Para ser retirados de la lista de la OFAC, que si ha sido posible para muchos, se requiere un procedimiento largo, costoso y desgastante.
¿Cuándo quedó Rafael Márquez en la mira de las agencias de seguridad estadunidenses? ¿Cuál fue el momento justo, la primera transacción financiera o relación que lo metió al lodo?
Los datos oficiales son escuetos sobre el nuevo grupo de mexicanos incluidos en la lista de la OFAC, entre ellos dos con apellido Caro y una sinaloense de Ahome, Linda Elizabeth Campos Tirado. Lo que forma parte de la increíble difusión al caso son sobre todo consecuencias de resultar incluido, pero datos, información, casi nada.
Deatrasalante
(The list) En 2007, hace una década, la OFAC incluyó en su lista a la Lechería Santa Mónica, al Establo Puerto Rico, a la Estancia Infantil Niño Feliz, todos con presencia en Sinaloa. En el mismo reporte incluyó a muchos de los familiares de Ismael Zambada García. Meses después, en diciembre de ese mismo 2007, sumaría la OFAC a los Cázarez, Víctor Emilio y Blanca Margarita, así como una nueva red de negocios: Tiendas de ropa, importadoras, comercializadoras de cosméticos, entre otras.
Durante todos estos años la lista se ha ido incrementando: En 2013, relacionaría la OFAC con el Mayo al propietario del Parque Acuático Los Cascabeles y al del edificio comercial en Lomas de Culiacán.
La gran mayoría de los negocios incluidos en la lista siguieron funcionando por algún tiempo o por muchos años más, cambiaron de dueño o cerraron por razones de modelo de negocio, no por investigaciones federales.
Nombres, propiedades, y mares de dólares. Acusaciones, complicidades, corrupción (PUNTO)
