Juárez, Tijuana, Nuevo Laredo… vivir y morir en la frontera

 

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Con admiración al temple de la Red de Periodistas de Juárez.

 

En las paredes de la sala de redacción de El Diario de Juárez están las fotografías de la cobertura periodística de la barbarie, como si no fuera suficiente la realidad se impusieron recordar todos aquellos días de 2008 a 2012 y montaron sus episodios en las paredes como una galería.Destacan tres de ellas en las oficinas de la directora editorial, Rocío Gallegos, y el Jefe de Información Martín Orquiz: en una el charco de sangre coagulada forma la silueta de un río y una niña mira desafiante a la cámara junto a otros niños que contemplan la escena; en otra está un muerto atado manos arriba a una ventana, con una máscara de cerdo; y en otra más, la cabeza de una persona fue abandonada en una bolsa entre los pies de El Papelerito, el monumento a la prensa en Ciudad Juárez (el resto del cuerpo había sido atado de los pies a un puente).

Como en Juárez, en el resto de las ciudades fronterizas del norte se comparten condiciones especiales provocadas por la vecindad con los Estados Unidos.En un tiempo fue el sitio ideal para cruzar al sueño americano, ahora son el punto de acceso al mayor mercado de las drogas en el mundo y eso las convierte en territorio en disputa por las organizaciones criminales.

Además hay en ellas un fuerte desarraigo en muchos de sus pobladores, que provienen de todos lados pero no nacieron donde viven. Aun cuando Ciudad Juárez tuvo un Alcalde que vivía en El Paso, Texas, en la ciudad vecina del lado gringo, hay miles de ciudadanos que en Juárez y Tijuana, en Saltillo y Nuevo Laredo, son el ejemplo de que no se rinden y mucho menos huyen.Lo hacen sin presunción de heroísmo, vivos de miedo, firmes.

La violencia fue de la periferia al centro en México: Un día dejó de ser suficiente matar y entonces se eliminó cualquier límite. Peor que matar fue desaparecer, enterrar el cuerpo en el desierto o el monte.Luegoel tobogán al horror llevó a ahogar el cuerpo en ácido, desmembrar, cortar la cabeza, separarlo en partes.México como el lugar sin límites, con un poder arrinconado que simula una confrontación con las organizaciones del crimen, pero está infiltrado hasta el tuétano. Así se ha vivido en la última década en las tierras dominadas por el crimen organizado, cuando toman una ciudad entera como campo de batalla, con ejércitos completos y las autoridades atemorizadas o corrompidas formando parte en la guerra.

Tocó de lleno la barbarie a todos en este país. Fueron directo por jóvenes y viejos, por hombres y mujeres que se defendieron hasta la muerte, igual tocó a constructores y albañiles, a quienes iban pasando por la calle y a quienes se refugiaron en casa, a periodistas y hasta voceadores, a policías combativos y a corruptos…No se discriminó a nadie.

 

Margen de error

(Aprendizaje difícil)En el semanario Zeta de Tijuana, en el periódico Vanguardia de Saltillo, en El Diario de Juárez, en El Mañana de Nuevo Laredo, tienen el ejemplo de quienes no se sometieron aun cuando estuvieron en el fuego cruzado. Pero se pagó en todos los casos con lo único valioso al final, la vida.

Tres lustros después,lo que sí sabemos es que no sabíamos cómo cubrir periodísticamente la barbarie, sin resultar salpicados de mierda y sangre. Un caro aprendizaje.

En cada redacción de esos diarios está quien pagó con sangre la osadía de ir más allá.

 

Mirilla

(En boca de todos)Juárez, como Tijuana en los tiempos de los Arellano Félix en la década de los 90, quedó en la mira de todos.

Primero, Las Muertas de Juárez, así como titular que englobaba una serie de asesinatos de mujeres con una multiplicidad de causas que fue desangrando a una sociedad fronteriza que se iba abriendo a un estilo de vida estigmatizado por la violencia. Hoy, las muertas de Juárez son una herida y un expediente abierto todavía. No hay explicación satisfactoria aun.

Después, la gran guerra entre la organización Sinaloa y los Zetas, La Línea y lo que quedaba de los Carrillo Fuentes. En una sola ciudad se libró esa guerra que en 2010 superó los 3 mil asesinatos, es decir que cada día se reportaban en Ciudad Juárez un promedio de 9 asesinatos. Entonces, de nuevo Ciudad Juárez volvió a estar en boca de todos como referente de violencia.

 

Primera cita

(Definición)Cuando Javier Sicilia llegó en 2011 a Ciudad Juárez, Chihuahua, como punto final de la Caravana por la Pazque había recorrido parte del México en llamas, definía con una frase de poeta la tierra de destino: “Llegamos al epicentro del dolor de este país”.

 

Deatrasalante

(30 de septiembre)Se cumplió un año de la emboscada al convoy militar en el acceso norte de la ciudad de Culiacán, donde cinco efectivos del Ejército perdieron la vida. Más allá de la efemérides, en ese atentado está el antecedente del nuevo momento en que se volvió a echar gasolina al fuego de violencia que ya imperaba en Sinaloa.

A partir de aquel atentado, el nivel de violencia registró un nuevo repunte que un año después no concluye(PUNTO)

 

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