Heridas que sangran

hermano asesinado 2

 

En el caso Las Quintas, 20 años de injusticia e impunidad para la familia Cabada Hernández

 

Seis personas que no están. Ese es el saldo luego de la desaparición de tres jóvenes primos que tenían su domicilio en Las Quintas, y que están por cumplir 20 años sin que se conozca su paradero: dos hombres más, padres de dos de ellos, murieron sin verlos de regreso, y otro más, hermano de uno de los desaparecidos, fue abatido a balazos en Culiacán la semana pasada.

Y es hora que la justicia no asoma en sus vidas. Y sí la muerte, que parece ensañarse.

Como encadenados a una sola tragedia, la del dolor y la fatalidad, los eslabones de muertes y levantones van entretejiéndose en el andar de estas tres familias. Apenas este domingo, Luz María Hernández, madre de Luis Abraham Cabada Hernández —quien fue encontrado muerto a balazos la mañana del 19 de diciembre—, se aferraba al féretro de su hijo, en las exequias.

Él formaba parte de una familia de tres mujeres y dos hombres, uno de ellos desaparecido y el otro asesinado a tiros. El padre, Juan Emerio Hernández Beltrán, murió de un infarto el 8 de enero de 2008, 11 años después de la desaparición.

Antes, Jorge Cabada Orduño, padre de otro de los jóvenes de Las Quintas, murió en un accidente vehicular, en 1998.

 

El 30 de junio de 1996 fueron desaparecidos Juan Emerio Hernández Argüelles, Abraham Hernández Picos y Jorge Cabada Hernández, luego de haber asistido a una fiesta de la familia del poderoso empresario Rolando Andrade y haber protagonizado un connato de bronca con su hijo, Rommel.

 

Aquella madrugada funesta

 

Como un tatuaje hondo quedó la madrugada del 30 de junio de 1996. Los tres jóvenes habían asistido a una fiesta a la casa del empresario Rolando Andrade, quien además había financiado la campaña del candidato priista y después gobernador, Renato Vega Alvarado. A Andrade se le atribuían nexos con el crimen organizado, además de una perversa cercanía con los círculos empresariales y políticos.

Los jóvenes tuvieron un altercado con Rommel Andrade, hijo de Rolando, y salieron de la fiesta. Presuntamente, fueron interceptados por agentes de la Policía Municipal y miembros de la guardia personal del empresario, llevados a una zona deshabitada y asesinados. Otras versiones indican que los tres habrían sido desintegrados o enterrados luego de matarlos a balazos, pero sus cadáveres no han sido encontrados.

Para Óscar Loza Ochoa, dirigente de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos (CDDHS), este caso es icónico en las desapariciones en Sinaloa: por lucha emprendida por familiares, desnudar la colusión entre autoridades y delincuentes, y la impunidad.

“Este es de los casos en que la sociedad ha tomado partido. Sabemos que los hijos de Rolando Andrade eran señalados hasta en los antros, donde les gritaban ‘¡Asesinos!’, es un caso icónico en cuanto a la lucha, pero también a la injusticia y la impunidad que hasta ahora prevalece. Ya de esto hacen casi 20 años y no hay nada”, manifestó.

 

Terco dolor

 

Luis Abraham, cuentan los que lo conocieron, nunca superó la desaparición de su hermano Jorge Cabada. Luego de ese trágico suceso, su vida tuvo graves desequilibrios y durante un tiempo vivió en Estados Unidos.

Antes, al poco tiempo del triple levantón, estuvo varios días desaparecido.

El sábado 19, muy de mañana, su cadáver fue encontrado en un terreno deshabitado del fraccionamiento Rincón del Humaya, cerca de la calle Mitla. Los peritajes de la Procuraduría General de Justicia del Estado indican que tenían tres lesiones de bala: dos en la cabeza y una más en el pecho.

“No hay detenidos. De hecho, es el mismo grupo que esclareció el caso de los dos jóvenes australianos asesinados el que está investigando. De entrada, según sé, no lo están relacionando con los tres desaparecidos de Las Quintas”, confió una fuente de la procuraduría local.

Para Rosa María Argüelles, madre de otro de los jóvenes desaparecidos, Juan Emerio Hernández Argüelles, el gobierno perdió el control y dejó al pueblo en manos de la delincuencia, incluido el narcotráfico.

 

“Cuando se trata de rencillas entre narcos ni se molestan en investigar, pero cuando se trata de personas civiles, trabajadoras, si tienen compromisos, entra el tráfico de influencias, que fue lo que ocurrió en el caso de nuestros hijos. El gobernador Renato Vega tenía compromisos con Rolando Andrade”, sostuvo.

Al gobierno, agregó, no le interesa esclarecer los delitos ni castigar a los responsables.

“Perdimos otro miembro de la familia Hernández y nuestra herida vuelve a sangrar. En estos 19 años de la pérdida de nuestros hijos ha sido un calvario pero aun así, con nuestro dolor, seguimos adelante… ¿esperamos que el gobierno resuelva? No”.

 

¿Quién?

 

Frente al féretro, atada a él con sus brazos doloridos y rendidos por el cansancio, en medio de una lucha que parece interminable, Luz María Hernández —ex catedrática de la Facultad de Ciencias Químicas, de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS)— abre las compuertas de sus cavidades acuosas y llora.

Es un llanto sin lágrimas. Desde temprano, hace años, en la medianía de su vida, se le terminaron, luego de la desaparición de su hijo. Ahora está frente al cadáver de su otro hijo varón, el único hombre que le quedaba en casa. Muchas muertes en tan poca vida y una casi nula esperanza. Justicia, cero.

En la funeraria, ese domingo, solo se soltaba para seguir llorando ese llanto seco, de aullidos y lamentos. Y se separaba para mirar arriba, abajo, a los lados, y preguntar, a grito descordado, quién.

“¿Quién te mató, hijo? ¿Quién?”

 

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