Cine: ‘Había una vez en… Hollywood’

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La nostalgia, los recuerdos y la reflexión se apoderaron este año, al menos, de dos de los grandes directores contemporáneos: Pedro Almodóvar, con Dolor y gloria; y Quentin Tarantino, con la cinta que nos ocupa ahora, Había una vez en… Hollywood (Once Upon a Time in… Hollywood/EU/2019), de lo que resultan trabajos muy personales, intimistas y mayormente atípicos al resto de su filmografía. Lo más curioso son los puntos de encuentro y similitudes en aspectos importantes, entre uno y otro filme: la trama en el contexto del quehacer cinematográfico; la decadencia, de ida o de vuelta, en la carrera actoral o de dirección; y el pasado como elemento central de la historia.

En la cinta, Rick Dalton (Leonardo DiCaprio) es un famoso actor del western que busca no ser relegado en el nuevo Hollywood, a finales de los 60, para lo cual se apoya en su doble, asistente y mejor amigo Cliff Booth (Brad Pitt). A su vez, la joven actriz en ascenso Sharon Tate (Margot Robbie), quien vive con el director Roman Polanski (Rafal Zawierucha) en la casa contigua a la de Dalton, también aspira a destacar en el mundo del cine. La muerte de una mujer, lo cada vez más difícil de aparecer en películas y la intromisión de un grupo de hippies, hacen más complicado permanecer en el gusto del público.

Si bien la alabada/criticada película del también director de Perros de reserva (1992) y Tiempos violentos (1994) contiene elementos típicos de sus cine: los pies femeninos, las referencias a otras cintas, actores, realizadores y situaciones reales; la música, casi, como un personaje más; las imágenes meticulosamente construidas; y la abundancia de flashbacks y/o recuerdos/explicaciones, es la menos tarantinesca de su trayectoria, porque su sello principal está muy poco presente.

Solo hasta las dos horas con 15 minutos de Había una vez en… Hollywood se toma conciencia de que se trata de una película escrita y dirigida por Quentin Tarantino: para desgracia de muchos, la violencia explícita y el derroche de sangre no es la característica del noveno trabajo del amado/odiado realizador que según ha dado todo lo que tenía y se retira del cine.

Mientras Kill Bill (volumen 1, 2003; volumen 2, 2004), Bastardos sin gloria (2009), Django sin cadenas (2012) y Los 8 más odiados (2015) se distinguen por un ritmo más dinámico, el filme de este año se mueve lento y se enfoca en exponer situaciones que lucen desconectadas entre sí y no contribuyen mucho a la trama.

A pesar de que la película dura casi tres horas, no aburre en ningún momento y se disfruta de principio a fin, lo más destacable es la presencia de DiCaprio y Pitt. Es verdad que desde hace muchos proyectos los dos han demostrado su enorme capacidad actoral, que no solo son galanes, guapos y están en el cine por su apariencia. El primero más efusivo y escandaloso, y el segundo más tranquilo y discreto, pero los dos posesionados y posicionados creíblemente por y en sus personajes.

La película competidora de Cannes 2019 y que el director comparó con Roma (2018), por estar hecha, también, de memorias, no es para nada mala, tampoco la mejor de su obra, quizás sea la más controversial, pero nunca la más olvidable. No se la pierda… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 22 de septiembre de 2019 en la edición 869 del semanario Ríodoce.

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