Cuando Pablo Neruda rescató a Siqueiros de prisión

NERUDA CON JUAN RULFO. Su amor por México.

Cuando cumplía 64, el 6 de agosto de 1960, David Alfaro Siqueiros fue detenido en la Ciudad de México por agentes de la Policía Judicial, dictándosele formal prisión por el delito de disolución social, por lo que fue confinado en una celda de los separos de la Procuraduría General del Distrito y Territorios Federales. Diez días después, el 16 de agosto, se le trasladó al Palacio Negro de Lecumberri. Ahí, dos años más tarde, en 1962, fue sentenciado a ocho años de prisión por delitos inventados y, sobre todo, por el de disolución social, cuya configuración, de manera aberrante, incluyó también como cuerpo del delito, su obra mural.

Dicho delito estaba contemplado en el artículo 45 bis de la Constitución y fue promulgado por ameritarlo el hecho de que México, del lado de los aliados (EU, Inglaterra, URSS) participó en la Segunda Guerra Mundial. Pero terminó la guerra y no fue derogado, convirtiéndose en un monstruoso recurso de represión del Estado Mexicano contra disidentes políticos de cualquier signo, pero, sobre todo, con los que tuvieran que ver con teorías y posiciones de izquierda, en las que figuraba destacadamente Siqueiros.
Desde que se supo de su sentencia y encarcelamiento, se desencadenaron a nivel mundial protestas ante las embajadas de México en Estados Unidos, Francia, Japón, Argentina y Chile, entre otras.

A nivel nacional, a los reclamos sociales de las organizaciones políticas de lucha, se sumó la demanda por la libertad de los presos políticos y, de manera concreta, del gran pintor que a lo largo de la vida había participado en la Revolución Mexicana y en la Guerra Civil Española y, en sus murales, había alcanzado “una nueva orientación para la pintura y su papel social”.

DAVID ALFARO SIQUEIROS. Murales prisioneros.

En la Ciudad de México, el estudiantado de la Universidad Nacional Autónoma de México, del Instituto Politécnico Nacional y de la Escuela Nacional de Maestros, iniciamos y sostuvimos una lucha con manifestaciones permanentes contra la represión de los movimientos sociales por parte del gobierno.

En medio de ese estado de cosas, al cumplir dos años de su encarcelamiento, en 1964, el célebre poeta chileno, Pablo Neruda, viajó a la Ciudad de México con el secreto, pero firme propósito, de solicitar personalmente ante el presidente Adolfo López Mateos la liberación de David Alfaro Siqueiros, su amigo y compañero de luchas, siendo recibido por el presidente de la República con una cena privada en Los Pinos. Jamás Neruda dio un pormenor de su visita a México. Pero su solidaria gestión tuvo éxito: en cosa de un mes después, Siqueiros recuperó su libertad, faltando seis años para cumplir su sentencia, contando con 66 años de edad.

Días antes, algunos comunistas mexicanos de la época, criticaron que Neruda hubiera cenado con quien mantenía preso a su amigo. Pero la liberación de Siqueiros acalló las críticas mal intencionadas. El gesto generoso del inmenso poeta originario de Parral, Chile, que siete años después, en 1971, obtendría el Premio Nobel de Literatura, fue definitivo.

Pero para justificar legalmente la liberación de Siqueiros, en un momento de suprema hipocresía, se hicieron a la inversa las mismas consideraciones por las cuales fue encarcelado. El presidente Adolfo López Mateos expresó que fue indultado porque “su excarcelación puede reportar el beneficio de que continúe su obra pictórica en bien de la cultura nacional”.

Cumplida su misión, Neruda regresó a Santiago de Chile. Antes de su partida, en el aeropuerto de la Ciudad de México los periodistas preguntaron al autor de 20 poemas de amor y una canción desesperada, si le enviaba algún saludo a su amigo preso. Y ahí, en lo que salía el vuelo, de manera espontánea, el poeta de Canto General improvisó un hermoso poema solidario que a los pocos días publicó la revista Política, de Manuel Marcué Pardiñas y que tituló A Siqueiros, al partir:

Aquí te dejo con la luz de enero
el corazón de Cuba liberada
y, Siqueiros, no olvides que te espero
en mi Patria volcánica y nevada.
He visto tu pintura encarcelada
que es como encarcelar la llamarada.
Y me duele al partir tu desafuero.
Tu pintura es la Patria bien amada:
México está contigo prisionero.

Artículo publicado el 18 de febrero de 2024 en la edición 1099 del semanario Ríodoce.

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