Cine: ‘El niño y la garza’

cine-el niño y la garza

Al poco tiempo de morir su madre, Mahito, de 12 años, se muda de ciudad para vivir con su padre y su nueva esposa, quienes ya esperan otro hijo. El adolescente está en desacuerdo con eso, se siente molesto y triste, por lo que prefiere aislarse y estar solo en su habitación. Sin embargo, desde su llegada a ese lugar, el joven advierte que una garza (voz en español de Alfonso Herrera) lo persigue constantemente, hasta que, luego de unos días, lo enfrenta y le da una importante noticia, que lo obliga a ingresar a esa torre del predio a la que, incluso, tiene prohibido acercarse.

Con 83 años, una década después de Se levanta el viento (2013), su largometraje previo, y con al menos dos anuncios de su retiro, Hayao Miyazaki regresa con El niño y la garza (Kimitachi wa dô ikiru ka/Japón/2023), una cinta que, si al fundador de Studio Ghibli (junto a Isao Takahata) se le ocurriera de nuevo decir que se va, bien podría representar su despedida del cine con “broche de oro”, espectacular y gloriosa.

Aunque la cinta no es exactamente autobiográfica, ciertos elementos se relacionan con la vida del realizador: se sabe que el adolescente en cuestión representa a Miyazaki, Toshio Suzuki (productor y, en algún momento, director de Ghibli) a la garza y Takahata al tío abuelo, quien falleció en 2018, lo cual fue un suceso muy impactante para Hayao y, de alguna manera, retrasó la producción El niño y la garza, que duró seis años.

La cinta nominada al Oscar en mejor animación (ya ganó en los Globos de Oro en esa categoría), representa el estilo inigualable e insuperable del director japonés, que se caracteriza, entre otros aspectos, por protagonistas en la niñez/adolescencia en situaciones conflictivas, que los obligan a madurar; la relación/conexión entre la naturaleza y los seres humanos; el mensaje del cuidado del planeta; la mezcla entre realidad y fantasía para abordar la cultura e ideología japonesa; y que los personajes no son mayormente “buenos” o “malos”, sino que pueden presentar esos rasgos en proporciones similares, lo cual los hace más creíbles.

Específicamente, en El niño y la garza, el director de las también sorprendentes La princesa Mononoke (1997) y Mi vecino Totoro (1988) explota de nuevo al máximo su imaginación, logra crear una historia impresionante y, hasta cierto punto, compleja, por las situaciones de conflicto por la que pasa el protagonista, y porque el derroche de sublime fantasía está cargado de simbolismos.

Aunado al preciso diseño de los personajes y contextos con el característico y extraordinario estilo de animación tradicional de Miyazaki (manejo del color y texturas asombrosas), la excelente fotografía a cargo de Atsushi Okui, la disfrutable y armoniosa música bajo la dirección de Joe Hisaishi, que acompaña perfectamente a las imágenes, la película cuenta con una narrativa fluida, a pesar de que la trama se da el lujo de plantear universos paralelos y viajes en el tiempo.

Cabe aclarar que no es la primera vez que una producción de Miyazaki se nomina a los Oscar en mejor animación, sino la cuarta. Ya estuvo la propia Se levanta el viento, El increíble castillo vagabundo (2004) y El viaje de Chihiro (2001), la única que lo ha ganado. Véalas… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 28 de enero de 2024 en la edición 1096 del semanario Ríodoce.

Facebook
Twitter
WhatsApp
Email
  • 00
  • Dias de Impunidad
RÍODOCE EDICIÓN 1109
GALERÍA
Pequeños productores de maíz mantienen bloqueada la caseta de Costa Rica como medida de presión para que el gobernador acceda a un diálogo, tendiente a la búsqueda de un precio justo para el grano.
COLUMNAS
OPINIÓN
El Ñacas y el Tacuachi
BOLETÍN NOTICIOSO

Ingresa tu correo electrónico para recibir las noticias al momento de nuestro portal.

cine

DEPORTES

Desaparecidos

2021 © RIODOCE
Todos los derechos Reservados.