Relación obrero patronal en el sector turístico de Mazatlán: entre el abuso y la necesidad

CARLOS ALBERTO LUGO. Quejas recurrentes.

Prestar el servicio a clientes locales y turistas en jornadas laborales que superan las ocho horas, no siempre son bien remuneradas ni se desarrollan en el mejor ambiente.

Desde temprana hora, son decenas de hombres y mujeres que, con uniforme impecable, toman la ruta de camión que los deja en la zona turística. No importa si el camión va lleno con pasaje en las puertas, a como dé lugar tienen que llegar, a veces trasbordar, y siempre estar a tiempo con la mejor actitud de servicio.

De acuerdo a un testimonio de un extrabajador, ayudante de mesero de un restaurante de mariscos en Mazatlán, el trato no era bueno, pero la exigencia para que desempeñara su trabajo sí era alta.

“Los mismos meseros se quejaban por el trato, el salario era menor al mínimo, jornadas de ocho horas, y cuando te pedían que te quedaras porque necesitaban el apoyo, no facilitaban el transporte, por eso yo no me podía quedar”, relató de manera anónima “Diego”..

Aunque no lo obligaban a aceptar las condiciones laborales, sí le decían que se conformaran con las ganancias que representaban las propinas que dejaban los clientes.

“Pero no era equitativo el reparto de propinas por ser solo ayudante, además, por ser ayudante de mesero, evalúan si el apoyo que diste fue bueno o no, pero creo que no se tiene porqué ver así; si estás ahí es porque vas a trabajar no estás sin hacer nada, todo el tiempo tienes que estar haciendo algo”, dijo.

Haya o no clientes, agregó, eran obligados a mantenerse activos ya sea en la cocina o limpiando estantes o cualquier cosa, menos quedarse inmóviles.

Con relación a las prestaciones, “Diego” no recuerda que sus compañeros las tuvieran.

“Que yo recuerde no, la mayoría no estaba bajo contrato, eran temporales”, mencionó.

Los jefes generalmente tienen a sus preferidos, dijo, no tratan igual a todos.

“Si uno, por ejemplo, no podía quedarse a hacer horas extras, no te trataban mal, pero sí te hacían sentir incómodo”.

Los casos en los que “Diego” llegó a tener algún problema o reclamo por parte de algún cliente, nadie intervenía, ni los jefes, solo se quedaban a la distancia observando permitiendo que el comensal increpara por algún motivo al trabajador.

Otro caso fue el de “María José”, una estudiante que aceptó un sueldo de 120 pesos diarios en un restaurante de la Plaza Comercial Galerías, también con la promesa de que con las propinas le iría bien.

Pero el ambiente laboral entre sus compañeros no era bueno, dijo, y su jefe “coqueto” con sus compañeras, tomaba partido.

El horario para comer no se respetaba, agregó, pues si a la hora que le correspondía tomar sus alimentos, había clientes en sus mesas, nadie la cubría y tenía que atenderlos, y ya no podía recuperar el tiempo para alimentarse.

El trato con los turistas y clientes locales variaba, mencionó, pues algunos de los visitantes sí eran cordiales y otros llegaban agresivos, igual que los locales.

Por un sueldo de 120 pesos al día, y propinas que en temporada alta ascendía a 300, 400 pesos, y en temporada baja solo eran de 90 a 180 pesos diarios, la raquítica distribución no siempre compensaba la jornada ni el eventual maltrato de algunos clientes.

Con relación a las horas extras, “María José” asegura que las empresas no se las pagaban, pero luego de que los trabajadores empezaron a quejarse, las pagaron a veces con dinero y en otras ocasiones con días de descanso dependiendo de cuántas horas habían acumulado.

Restaurantes, hoteles y constructoras con más quejas

Carlos Alberto Lugo Cervantes, delegado en la Zona Sur de la Dirección del Trabajo y Previsión Social, informó que los giros que más se presentan en estas oficinas para solicitar atención, son del restaurantero, hotelero y de construcción.

“El sector de construcción es más por despidos injustificados y aquí se hace una mediación a través de la Procuraduría del Trabajo, de restaurantes y hoteles, la falta de mano de obra y por algunas prestaciones mínimas”, mencionó.

La falta de mano de obra se refiere, dijo, a que hay mucha rotación de personal en estos dos giros, restaurantes y hoteles, además de los horarios, que trabajan horas extras.

“Hay dudas que tienen los trabajadores, vienen a asesorarse aquí y ya queda nivelado o se cita al patrón y ya les paga lo que debe ser”, explicó.

—O sea que no les pagan las horas extras

—Sí se las pagan, a unos les pagan un poco menos…no al 100 por ciento se podría decir.

Prestaciones como la afiliación al IMSS, sí las tienen, aseguró, aunque muchas veces, algunos patrones todavía están con la idea de que cuando entran el trabajador está en capacitación, pero ya se les dijo que la Ley Federal del Trabajo marca que desde el primer día debe de contar con Seguro Social por el riesgo del trabajo, aunque esté en capacitación, pero ellos lo ponen en ese estatus y no los afilian por una semana y a veces hasta por un mes.

Los giros que incurren más en este tipo de prácticas, expuso, son los restauranteros.

Con relación a los hoteles, las quejas que más llegan son por los horarios y las jornadas laborales.

Con relación a las penalizaciones a las que se hacen acreedores los trabajadores por retardos o faltas, que se ven reflejadas en que les quitan las propinas, explicó que éstas son un asunto interno de las empresas.

“Algunos trabajadores vienen porque tienen esas dudas, y se les explica. Las dudas más recurrentes son porque no les tocan propinas a ellos, porqué son para los meseros, personal operativo, y que en algunos hoteles se les da a los administrativos también, si son ello lo que tienen la atención al cliente, todo eso, pero es decisión de la empresa que debe venir contemplado en el contrato individual”, informó.

Artículo publicado el 22 de octubre de 2023 en la edición 1082 del semanario Ríodoce.

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