Los dueños de la sierra

SIERRA DE SINALOA. El abandono de los pueblos.

Tienen más de medio siglo controlándola. Son ellos los que la explotan y vigilan. Los narcos la gobiernan. No les interesa el cobre ni la plata, ni el oro, aunque cobran cuota a las compañías mineras, si se les atraviesan, como en San Ignacio. Desde mediados del siglo pasado vistieron las faldas de los cerros con amapola para producir heroína, y con mariguana, casi siempre en acuerdo con los jefes de las guarniciones militares.

Pero con el tiempo y lo que empezó a ocurrir en los Estados Unidos y Europa, con la despenalización del consumo de mariguana, más el surgimiento de nuevas drogas duras como el cristal, lo que sembraron fueron laboratorios. Incluso pequeños pueblos creados exprofeso para producir en cantidades industriales. Como aquel que se encontró en Las Trancas, Tamazula, Durango, en agosto de 2009, y que se conoció en los medios como el “narcoparaíso”: un pueblo de tres decenas de casas con internet de alta velocidad, telefonía, televisión por cable, lavandería, enfermería, visitas de mujeres por catálogo… y claro, un inmenso laboratorio donde se producían al menos cien kilos diarios de cristal.

Todo puede marchar bien en la sierra, incluso hasta cuando hay grandes decomisos y aseguramiento como este de Las Trancas. Son parte del inventario del mundo criminal. Salvo en operaciones de gran envergadura, como la Cóndor, en 1975, que obligó a miles de familias a dejar sus hogares para refugiarse en las ciudades de Salvador Alvarado, Mocorito, Navolato y Culiacán, principalmente.

Sembrar mariguana y amapola en la sierra era muy natural para sus habitantes, porque, además, nunca tuvieron opciones reales de crecimiento y dedicarse a eso les aseguraba “el chivo”. “Voy a la labor”, “anda en la labor”, se decía. Y la labor era ir a sembrar, regar, desahijar, cortar, secar, rayar… De pronto llegaban los soldados y tumbaban, pero era parte de esa vida. Y volvían a empezar.

Para esa gente, los problemas más graves llegaron cuando grupos armados se empezaron a disputar los territorios. Desde hace poco más de una década, pueblos enteros empezaron a ser abandonados por la presión de un grupo o de otro. Porque llegaban y levantaban gente, mataban animales, quemaban casas, violaban mujeres. Y se quedaban con todo porque se convertían en los nuevos dueños. No les interesaban las casas en sí, ni los animalitos, sino el territorio. Ocurrió en la sierra de Choix-Sinaloa-Badiraguato, en Concordia, Cosalá, en la de Rosario.

Y no hay un censo confiable de desplazados de la sierra porque al gobierno nunca le ha interesado atender el tema. Si acaso lo que ha hecho es comprar terrenos en algunas ciudades y asignárselos a las familias que se han enlistado. Pero es todo. Hasta hace poco, había más de tres mil en un censo que debiera estarse alimentando sin parar, porque los desplazamientos por la violencia no cesan.

Muchas de esas familias terminan en los cinturones de miseria de esas ciudades, habitando casas de cartón y de lámina o de madera. Y sobreviven hasta como recolectoras de basura. El gobierno no combate a las bandas de sicarios y tampoco resuelve el problema de los desplazados. Si acaso les tira con migajas.

En zonas como los altos de Sinaloa, donde ahora han ocurrido ataques armados, se construyen mansiones que no tienen una explicación más que en el dinero que proviene del narcotráfico. Pero el gobierno federal ha sido, durante décadas, complaciente, omiso y hasta cómplice. Ahora hay un conflicto y va, y limpia, recoge los cascajos y ayuda a los pobladores a abandonar sus patrimonios. Y luego dice que tiene la zona bajo control ¿por cuánto tiempo? Ocurahui, un pueblo de la sierra de Badiraguato, duró años abandonado. Su gente se bajó a Guamúchil ante el asedio de los grupos armados y nunca se le atendió. Por allá, a los siete años, a algunas de las familias les dieron cheques por diez mil pesos… foto de por medio. Una respuesta miserable.

Bola y cadena

NO HUBO NINGÚN PROBLEMA en la sierra de Sinaloa municipio hasta que se quebró la amistad entre el Chapo Isidro y Mario Calabazas. Sus relaciones se empezaron a torcer desde que este último se enredó con la exalcaldesa asesinada, María Beatriz León Rubio –que la fiscalía estatal me demuestre que no fue asesinada—y empezaron a hacer negocios por su cuenta, incluso afectando las finanzas de la organización que dirige Meza Flores. Ese es el fondo del conflicto, pero nadie lo explica, ni el gobernador, ni la fiscal, nadie. Porque tal vez no tengan la película completa o porque no quieren ahondar por miedo (espero que no por complicidad).

Sentido contrario

EL CASO ES QUE EL GOBIERNO ESTÁ advertido –por aquello de que ya está todo “bajo control”. Lo dice el Chapo Isidro en un volante que arrojaron en los pueblos de Mocorito y del Évora dirigido a Mario Alberto Lugo Lara, pero del cual el gobierno debe también acusar recibo: “No vamos a parar, vamos por ti!”. Eso significa más secuestros, levantones, despojos, casas y ranchos quemados… crímenes. Y más desplazados.

Humo negro

EL 11 DE JULIO PASADO UN HOMBRE fue asesinado en las inmediaciones de San Pedro, Navolato. Y uno más fue herido. Ambos iban en una motocicleta y, al parecer, fueron detenidos por un convoy de la Marina. Hay un testigo que vio el momento en que los dos hombres bajan de la parte trasera de una “rápida” y empiezan a correr. Escucha detonaciones y segundos más tarde, más detonaciones. Hubo protestas por estos hechos el 31 de julio –se vio en ellas la mano del narco– y se acusó a la Marina de levantar gente y de ejecuciones extrajudiciales. Y se pidió su salida de Sinaloa. Pero el gobernador dio a entender que no se trata de marinos, sino de malandrines con uniformes similares a los de la Marina y camionetas clonadas. Una forma muy fácil, pero desafortunada de desdeñar un señalamiento. En todo caso, que sea la fiscalía la que determine qué pasó. Y si fueron elementos de la Armada, castigarlos. Esto sería un homicidio doloso con todos los agravantes. Y merecería ser castigado. El problema es dónde está y qué hace la fiscalía.

Artículo publicado el 06 de agosto de 2023 en la edición 1071 del semanario Ríodoce.

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