Un par de jóvenes mujeres corren sobre la calle Ignacio Zaragoza. Una lleva en su cabeza un paliacate verde y la otra en una de sus muñecas. Ambas van de blanco y van a marchar.

Alcanzan justo a tiempo al contingente que se alista para el evento por el Día Internacional de la Mujer. Comienzan a formarse afuera de la Catedral en la esquina de la avenida Obregón con la calle Ángel Flores en Culiacán.

El púrpura y el verde predominan. Los megáfonos dan instrucciones y comienzan a organizarse. Se forman, se preparan. Luego el grito de María Isabel Cruz, lideresa de las Sabuesos Guerreras. “Porque vivas se las llevaron, vivas las queremos”.

Y la marcha comienza. Los cánticos de protesta y demanda ante la violencia feminicida y denuncia de acoso. La equidad de género y la exigencia de espacios seguros para las mujeres. El deseo de poder vivir a salvo en su propia ciudad, misma que ha visto incrementada la violencia de género y los feminicidios hasta un 21 por ciento con respecto al año pasado.

Esta manifestación se aleja de las instituciones públicas y se dirige al parque Acuático, en donde un templete y equipo de sonido las espera a un costado de un vehículo del Ayuntamiento.

Un grupo de jóvenes mujeres busca hacer una pinta bajo el puente y son detenidas por una organizadora. Les explica que así no se van a manifestar y las invita a no subir a redes sociales las demandas recién pintadas en el blanco del pilar.

Adentro del parque, en semicírculo, las mujeres se reúnen y lanzan consigna contra acosadores y victimarios. Invitan a utilizar los mecanismos del estado porque para eso están. La crítica al estado que antes fue feminicida no fue más.

Pero lo que sí fue son los gritos de justicia y de basta a la violencia.