El derecho a la ciudad

NUESTRAS CIUDADES. Recuperar espacios.

Vivir en una ciudad suele ser un factor de bienestar y prosperidad, siempre y cuando la ciudad dé acceso a todos a las condiciones básicas para transportarse, educarse, trabajar, divertirse, descansar y comunicarse.

Vivir en ciudades permite que grandes conglomerados de personas colaboren entre sí y de esa forma es más fácil generar riqueza; compartir conocimiento; usar el territorio con mayor racionalidad, y construir infraestructura común de protección, salud, educación, comunicación y cultura.

En las ciudades inequitativas no hay cooperación posible sino un eterno conflicto.

Sinaloa es eminentemente urbano pues el 75 por ciento de sus habitantes viven en ciudades.

La proyección demográfica de nuestro estado para 2030 es de 3 millones 300 mil habitantes, esto significa que en estos 10 años las localidades urbanas sinaloenses recibirán a 400 mil nuevos pobladores.

Las prioridades de la agenda urbana de Sinaloa, donde están los déficit más trascendentes y significativos son: el transporte público, la vivienda, los espacios públicos y la regeneración urbana. Esta es la tarea para los próximos años.

Salir de casa es peligroso, caro y tardado.

A nivel nacional la tasa de defunciones por accidentes de transporte en 2018 fue de 12.8 defunciones por cada 100 mil habitantes. En Sinaloa fuimos el cuarto peor estado, con un dato de 20.5.

El 22.5 por ciento del gasto familiar se destina a transporte y comunicaciones.

El crecimiento de la motorización es un fenómeno contaminante y que produce lentitud en los viajes. En 1980 había 110 mil vehículos en el estado, en 2019 había un millón 222 mil. En el mismo lapso la población creció de un millón 800 mil a 3 millones.

El número de carros se multiplicó por 10 y el número de personas solo por 1.6.

Es imprescindible elaborar un plan maestro que reestructure e impulse el transporte público para que sea de alta calidad y así garantice un servicio frecuente, rápido y directo, además de que establezca estaciones de tránsito, viviendas, trabajo y servicios a distancias caminables entre ellas. Se requiere un golpe de timón, un gran cambio, un gran acuerdo.

Estar en casa es incómodo y antihigiénico para miles de familias.

En 2018, 64 mil sinaloenses vivían en pisos de tierra, 54 mil con techo endeble, 28 mil sin muros firmes y 183 mil padecían hacinamiento, esto es, habitaban tres o más en un solo cuarto.

Es necesario generar esquemas de coordinación efectiva entre los organismos de vivienda y desarrollo social con los empresarios. Esto permitiría conformar una visión más amplia de construcción de ciudades, no solo de vivienda; revertir la recesión económica del sector y garantizar el derecho a la vivienda, especialmente de los sectores con menos ingresos.

La meta es construir un histórico presupuesto entre el sector público y el privado

Un hecho necesario en esta materia, de gran calado, es que se revierta el crecimiento desordenado de las ciudades.

Los Perímetros de Contención Urbana se pueden implementar para inducir a que las nuevas viviendas se construyan en áreas que ya cuentan con servicios e infraestructura.

Estar afuera de casa es peligroso, árido y solitario para muchos sinaloenses.

Es inexcusable el crear espacios públicos seguros, inclusivos, accesibles, verdes y de calidad, incluidas calles, aceras y carriles para ciclistas, plazas, paseos marítimos, jardines y parques.
Necesitamos encontrarnos y convivir.

Nuestra sociedad precisa de zonas multifuncionales para la interacción social y la inclusión, la salud y el bienestar humanos, el intercambio económico y la expresión cultural, y el diálogo entre una amplia diversidad de personas y culturas.

Los espacios públicos deben estar diseñados y gestionados de manera tal que garanticen el desarrollo humano, construyan sociedades pacíficas, inclusivas y participativas, y promuevan la convivencia, la conectividad y la inclusión social.

Conformemos un plan estatal de espacios públicos.

El cuarto punto de la agenda es recuperar espacios de las ciudades que han caído en desuso. Regenerar esas zonas en abandono.

Es una oportunidad de crear actividad económica y evitar las zonas muertas que se llenan de obscuridad y basura. Hay que identificar esas áreas y crear proyectos.

En la cuestión urbana hay un sinfín de labores que realizar para obtener ciudades compactas, prósperas, incluyentes, resilientes, planificadas y sostenibles.

Estos cuatro puntos anotados son las tareas clave para conseguirlo. Lo que se haga además de ellas abonará para el bienestar de las familias de Sinaloa pero estas cuatro tareas son imprescindibles, no avanzar en ellas es fracasar.

El derecho a la ciudad es la base para ser trabajadores sanos y educados y tener una economía del conocimiento y de productividad.

Las ciudades de Sinaloa son nuestra gran casa común.

Columna publicada el 01 de noviembre de 2020 en la edición 927 del semanario Ríodoce.

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