En verbena de trueque cambian premios por comida en Culiacán

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La pandemia de Covid-19 trajo de vuelta el trueque a Culiacán. La histórica práctica de intercambiar cosas fue retomada por “ferieros” y “verbeneros” que ante la falta de trabajo y comida, cambian sus productos por algo de despensa.

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Tradicionalmente se ponen en diciembre pero este año se adelantaron. En pleno mayo ya están en el terreno donde se instala la Verbena Popular de Culiacán, frente a Ley El Palmito.

En esta verbena de trueque, en plena pandemia, no es necesario jugar a las canicas o tirar dardos para llevarse un premio, solo hay que traer algo de despensa. Frijol, arroz, atún, pasta, lo que sea es bueno, dicen.

Son alrededor de 500 familias que trabajan en ferias y verbenas. Los que llevan los juegos mecánicos y los juegos de azahar a las colonias y rancherías para las fiestas del pueblo, los carnavales, las fiestas patronales, el aniversario de la colonia. Andan por todo Sinaloa, Sonora y Baja California.

Desde la primera quincena de marzo no tienen trabajo. Sus últimas fiestas fueron algunos carnavales pequeños y ya luego todo se canceló. La semana pasada, sacaron sus puestos e instalaron una verbena. Para atender los puestos, se turnan en grupo de entre 40 y 50 personas.

Como en la verbena de diciembre, hay juegos mecánicos. Hay una rueda de la fortuna pequeña y avioncitos desarmados. Por la pandemia no pueden operarlos para evitar aglomeraciones, pero ahí los tienen arriba de camionetas para que la gente vea que sí es cierto que se dedican a esa actividad.

A un lado, están las mesas con los premios y pancartas. “Se cambia mercancía por artículos de la canasta básica o de aseo personal”, “urgen apoyos, feriantes de Sinaloa” y “cambio mi mercancía por alimentos”, se lee en las cartulinas.

Las personas que llegan con una donación, ya sea alimento o dinero, se gana algo como si hubiera levantado el patito amarillo premiado, típico de las ferias.

Esa persona se puede llevar alguna figura de yeso, algún juego de broma, o una acuarela. El primer día también ofrecían churros y hot cakes, pero después ya no porque las personas no los aceptaban. Los “ferieros” creen que es porque ahorita nadie quiere comida de la calle por miedo a contagiarse.

En una de las mesas está Lidia. Ella y su esposo llevan 15 años trabajando en esto, de ahí mantienen a sus dos hijos adolescentes.

La familia trabaja un negocio de juego de canicas y de juegos de broma en las verbenas. En su mesa tiene petardos para pistolas de plástico, pollos chillones de plásticos, cartas de diferentes caricaturas, celulares de juguete y binoculares.

Lo que está cambiando por comida es lo que quedó de la última verbena en la que estuvo que fue en la primera semana de marzo. Desde entonces ella y su  esposo ya no tuvieron trabajo ni ingresos económicos.

Dice que nunca en su vida había pasado por algo similar de llegar al punto de quedarse apenas con algo para comer. Cuando fue la epidemia de influenza en 2009 dejaron de trabajar pero solo por unos días y nos los afectó tanto.

El receso escolar, indica, les ayudó porque ya no tuvieron los gastos de mandar a sus hijos a las escuelas.

Gonzalo, también “verbenero”, asegura que las 500 familias dependen únicamente de este negocio.

Algunos ni siquiera son de Sinaloa, vienen de otros estados a trabajar con ellos.

Los que tienen trabajadores que les ayudan atender los puestos o a armar los juegos, no tienen para pagar los sueldos.

La última vez que trabajó fue el 15 de marzo en un carnaval en Elota. Para estas fechas estaría en fiestas patronales en Hermosillo, Sonora.

Al principio, dice, empezaron a hacer otros empleos. Algunos agarraron trabajo de pintores, otros de electricistas o de soldadores o de plomeros, pero eran ocasionales, no algo fijo.

Desde hace unas semanas, esos trabajos se acabaron y ya no tuvieron ingresos.

“Nosotros sabemos trabajar, sabemos hacer muchas cosas, albañilería, plomería, trabajos de electricidad, pero ahorita no hay dónde”, expresa.

Dice que no están pidiendo nada regalado, están ofreciendo sus productos a cambio o si alguien quiere algún trabajo de los que saben hacer, se lo hacen.

Tiene la idea de pedir al Gobierno del Estado que los deje instalar algunos juegos y puestos para operarlos y poder sacar algo de dinero.

Al igual que muchas otras personas que viven al día, los verbeneros la están pasando mal después de dos meses sin trabajar, expresa.

“Nosotros somos los que llevamos diversión y alegría a las familias, ahora andamos pidiendo su apoyo; aunque hay gente que nos ve mal, cuando llegamos a un lugar dicen que somos los que robamos, pero nosotros nada más nos dedicamos a trabajar”, expresa.

Cuando alguien llega con despensa los verbeneros corren a recibir las cosas y  todos aplauden y gritan gracias. Luego ofrecen algo, desde un bote de espuma hasta una figura de yeso de Virgencita Plis o una alcancía.

Lo que más eligen los donantes son las acuarelas que traen una pequeña figura de yeso para los niños.

Todo lo que ofrecen es la mercancía que les quedó de la última verbena o lo que ya habían comprado para los siguientes eventos como el Día del Niño, que es una de las mejores fechas del año y que este 2020 no se celebró por la pandemia.

Artículo publicado el 24 de mayo de 2020 en la edición 904 del semanario Ríodoce.

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