La lucha de Norma Sánchez

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Norma Sánchez, la actual presidenta del Comité de Participación Ciudadana (CPC) del Sistema Estatal y Municipal Anticorrupción (SAE), está viviendo una experiencia que algunos hemos sufrido en los llamados órganos autónomos, cuando nos la creemos y pretendemos ejercer nuestra representación ciudadana con toda voluntad y en apego a la ley.

Si bien la designación es resultado de una decisión del Congreso del Estado, el espíritu de la ley busca dar voz a los ciudadanos a través de estos órganos.

Grosso modo se encuentran tres tipos de frenos en los órganos autónomos: Primero, que el ciudadano seleccionado llega con compromisos previos con algún partido o un personaje político, lo que significa que nunca va levantar olas en temas importantes, más bien el habilitado buscará congraciarse con las posiciones de sus padrinos bajo el sistema de cuotas; segundo, están las leyes elaboradas bajo la máxima de que “quien hace la ley hace la trampa” y eso impone dinámicas que vuelven inoperativos a estos órganos. Más aun, cuando se trata de enredar los asuntos e imponer una sui generis ley mordaza, sea al titular o a los miembros de los consejos ciudadanos, y tercero, que frecuentemente el que asume esta posición la dedica para hacer relaciones públicas con el fin de alcanzar luego otras posiciones en las instituciones políticas.

Así entonces, consejeros como Norma Sánchez resultan incómodos porque rompen con la inercia paralizante de sus compañeros. Y por eso ahora que la presidenta del CPC ha decidido hacer oír su voz dando pronunciamientos y entrevistas sobre la corrupción reinante, aquellos que nunca asumen el papel que les han encargado acusan sin vergüenza alguna que “Norma ha capturado el CPC”, buscando con esa postura ridícula llamarla a cuentas para que se discipline y se convierta en uno más de los suyos, adictos al silencio, al bajo perfil, a la nada.

O peor, quitarle al CPC la única energía vital que puede inyectar vitaminas al SAE de Sinaloa. Se que esta afirmación puede resultar polémica, para empezar entre los otros miembros del órgano anticorrupción, pero el sentido de su planteamiento no parece caminar en la dirección más protagónica, más ciudadana, simplemente en los hechos están, como se puede apreciar en sus reuniones, discutiendo sin que haya un buen hit, más bien ninguno, a cambio de un salario en los hechos no devengado.

La corrupción en la esfera pública es una realidad penosa que consume o desvía recursos de los contribuyentes a destinos socialmente no prioritarios; recursos que legalmente van a caer a los bolsillos de funcionarios o representantes populares que discrecionalmente asignan en beneficio propio.

Dos ejemplos recientes ilustran este problema en la esfera pública: El Congreso del Estado le autorizó al gobernador 22 millones de pesos para ser gastados en publicidad y éste al cerrar el año había ejercido casi 500, más de 20 veces que de algún lado salieron. Silber Meza de Iniciativa Sinaloa, se pregunta a qué dependencias se los quitaron y encuentra que se los restaron entre otros a algunos órganos autónomos, o peor que se los hayan quitado a instituciones de salud o educación, y claro, los diputados lo recriminan, pero con qué solvencia moral lo pueden hacer cuando en un arreglo digno de las cavernas del viejo régimen se aumentaron hasta 50 días de aguinaldo con el beneplácito de todas las fracciones parlamentarias.

Se podrá decir que por los montos no hay comparación, que unos desvían mucho mientras otros se llevan poquito, como diría un clásico nayarita, y ante esto salvo la buena prensa apunta a este tipo de atracos a lo público, no se oye que los miembros del CPC estén preocupados y reclamando en los medios, así que estos asuntos pasan por lo alto, no los ven o si los ven en ocho columnas, desvían la mirada hacia la grillita interna, aquella que va contra el activismo ciudadano de Norma Sánchez, y que los hace visibles ante la opinión pública, porque de otra manera nadie los reconocería por nombre y apellido.

En definitiva, Norma está haciendo el trabajo mediático de los cinco miembros del CPC, y eso al menos trasmite el mensaje de su existencia, y eso puede ser el principio de algo que saque a este órgano del Estado de la oscuridad en que se encuentra, ¡que así sea!

Artículo publicado el 15 de diciembre de 2019 en la edición 881 del semanario Ríodoce.

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