Joaquín el Chapo Guzmán, considerado por el gobierno de Estados Unidos como el líder indiscutible del Cártel de Sinaloa, enfrentará por fin el último de sus destinos mañana miércoles 17 de julio, cuando el juez Brian Cogan decida el castigo que lo confinará por el resto de su vida en una cárcel de máxima seguridad de ese país.
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De ese modo terminará una leyenda que sedujo a medios de comunicación de todo el mundo, y que inició en 1989, cuando Ramón Arellano Félix sacó su escuadra calibre .45, y disparó a quemarropa a Armando el Rayo López afuera de un salón de fiestas de Tijuana, donde Ismael el Mayo Zambada celebraba uno de sus cumpleaños.
Tras el asesinato, el cual el Chapo trató de vengar durante muchos años, se inició una guerra entre el capo badiraguatense contra los hermanos Arellano Félix, que sería una de las más cruentas guerras vividas en México, y que culminaría con la muerte de un cardenal, el asesinato de amigos, enemigos, y familiares del mismo capo, su eventual arresto en Guatemala, una de las fugas más impresionantes de una cárcel de máxima seguridad mexicana, rupturas con sus amigos y socios de toda una vida, su segundo arresto, una nueva fuga y su recaptura, hasta su extradición y juicio.
Estados Unidos significaría su fin, pues tras un juicio de poco más tres meses, el Chapo fue encontrado culpable, y tras el veredicto, se anticipa que el otrora líder del Cártel de Sinaloa sea condenado a cadena perpetua, y entonces pase el resto de sus días en la cárcel Supermax de Florence Colorado, un sitio donde los reos son recluidos en celdas donde apenas caben, y donde pasan 23 horas del día, y sólo interactúan con ellos para llevarles alimentos que les dejan a través de una rendija.
Para garantizar ese fin, los fiscales del caso Arthur g. Wyatt y Richard P. Donoghue enviaron el pasado miércoles una nueva moción al juez Cogan, solicitándole no tener piedad al sentenciar al antiguo capo, y recomendándole una sentencia mínima de cadena perpetua, más 30 años, que aparentemente deberán de correr paralelos a la sentencia, lo cual garantizaría que el capo no salga ni por buena conducta, ni aun cuando apelara la sentencia.
“La naturaleza horrenda y las circunstancias del delito del acusado, su historial y características, y el hecho de que el acusado cometiera algunos de los más serios crímenes bajo ley federal justifican la sentencia de cadena perpetua”, señalaron los fiscales en el documento dirigido al juez de la causa, Brian Cogan.
William Purpura, quien defendió al capo durante el llamado juicio del siglo lamentó la actitud de los fiscales, la cual calificó como “extrema”, pero también la decisión del juez, de ni siquiera considerar revisar la moción enviada por ellos como defensores del capo, a pesar de que hubo elementos suficientes que confirmaron que se violentaron sus derechos evitando que tuviera un juicio justo.
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“¡El jurado se la pasó viendo las noticias! Cuando emitieron el juicio el señor Guzmán ya iba perdido, porque el gobierno de Estados Unidos se encargó de satanizarlo, y ni así el juez Cogan consideró revisar la moción para que se realizara un nuevo juicio”, exclamó Purpura, durante una entrevista concedida a este semanario.
El Juez argumentó que la evidencia era demasiada obvia, y que no era necesario realizar otro juicio porque cualquier jurado lo encontraría culpable, se le objetó.
Pero Purpura explotó de nuevo al señalar que los expedientes hechos en contra de su cliente estaban fundados en testimonios de testigos protegidos, y de gente que estaba dispuesta a cooperar con el gobierno de Estados Unidos con tal de reducir sus penas.
“¿Quién puede creerle a esos criminales? ¡Nadie! Son eso: ¡criminales! Es más, si ellos me dicen que está soleado afuera, yo me llevó un paraguas. A ese extremo no creería a esas personas, y aun así los fiscales sí lo hicieron, y así fundaron sus acusaciones que se presentaron”, expuso el abogado.
Purpura consideró sin embargo que difícilmente se salvará su cliente de una sentencia dura, pero aclaró que ésta será injusta, y que por ello que apelarán la decisión del juez ante una segunda instancia, pero que están dispuestos a ir ante la suprema corte de justicia de la nación para demostrar que se cometieron violaciones en contra de Guzmán Loera, tanto durante el llamado juicio del siglo, como durante su extradición.
“Durante el juicio, está lo que hicieron los miembros del jurado, que quedó bien documentado, pues fue obvio que miraron lo que decían los medios del Chapo, y sin duda fueron influenciados. Pero no sólo eso, también durante su extradición se violaron parte de los acuerdos entre ambos países, al grado que parece fue un regalo del gobierno de México a Donald Trump”, consideró Purpura, quien en opinión de muchos periodistas que cubrieron el juicio, fue quien mejor defendió a Guzmán Loera.
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“El Chapo no es el hombre que ha descrito el gobierno de Estados Unidos y el jurado vio eso, y hasta el propio juez Cogan lo vio, pero fue evidente que ya todo mundo estaba influenciado por lo que decía Estados Unidos de él, y es lo que peleamos: que tenga un juicio justo”, objetó Purpura.
De acuerdo al abogado, apenas la semana pasada habló con Guzmán Loera y el capo dijo mostrarse optimista, y que confiaba que al final todo saliera “como lo mandara Dios”, a lo que Purpura dijo admirar el temple de su defendido, pues a pesar de toda adversidad, sigue con optimismo.
“Está bien. Lo miré fuerte, animado, y como he dicho, está dispuesto a enfrentar a la justicia hasta las últimas consecuencias”, dijo.
La observación de Purpura parece contraponerse a lo dictado por los fiscales del caso, que una semana antes solicitaron a las autoridades decomisar los 12 mil 700 millones de dólares que Guzmán Loera había ganado como líder del Cártel de Sinaloa, y que empezarían decomisándole propiedades, dinero, y cuanto bien material poseyera.
Al respecto Jeffrey Litchmand dijo que la actitud de los fiscales es muy superflua, carece de lógica, pues tanto dinero que dicen que tiene y hasta el momento no le han podido comprobar un solo centavo de lo que dicen que el capo ganó.
Artículo publicado el 14 de julio de 2019 en la edición 859 del semanario Ríodoce.
