Alfonso Cuarón logra mejores resultados cuando se involucra en varios aspectos de una película, como lo hizo en Solo con tu pareja (1991), Y tu mamá también (2001), Niños del hombre (2006) y Gravedad (2013), de ahí que no sea casualidad que en Roma (México/2018), su cinta más personal y una de las más sobresalientes de los últimos años, se haya encargado de la dirección, producción, guion, fotografía y edición.
Tanto impacto tuvo Libo en él, que Cuarón le dedicó su filme más reciente a la niñera que lo cuidó: un excelente poema visual que aborda el saturado trabajo de Cleo (Yalitza Aparicio) y su paisana (Nancy García García) como empleadas domésticas, encargadas de retirar del patio las heces del perro, lavar trastes y ropa, tender camas, llevar niños a la escuela, hacerles y darles comida, preparar el té, acompañar a la familia a los festejos de navidad, fin de año, vacaciones, al cine, apagar las luces antes de acostarse y todo lo que los patrones ordenen.
Es evidente el discurso del clasismo en la historia, pero más allá de denunciar los malos tratos que, sin duda, hay dentro y fuera de la pantalla, el galardonado realizador se centra en lo significativas, indispensables e influyentes que son esas mujeres que hacen a un lado familia, problemas y sueños propios para dedicarse de tiempo completo a su trabajo, sin importar en qué momento del día se les requiera y en qué condiciones estén para cumplir con sus responsabilidades.
Alfonso Cuarón no se conforma con solo homenajear a la mujer que lo acompañó de niño, sino que se mete a las entrañas de una familia fracturada por la ausencia de papá (Fernando Grediaga), en la que mamá (Marina de Tavira) finge hasta donde le es posible la idea de que todo estará bien mientras su esposo vuelve de viaje, cuando la realidad es que nunca lo hará y trate de aminorar la pena con una ida a la playa, que sirve también para que la inseparable Cleo pase el trago amargo de un parto malogrado.
Es imposible mantenerse ajeno a la belleza visual de la fotografía en blanco y negro de Roma, de ignorar esa minuciosa e impecable recreación de la Ciudad de México en los años setenta, que incluye problemáticas sociales y políticas, como el jueves de Corpus, mediante tomas abiertas, profundas y de larga duración, planos secuencia y travelings laterales que intensifican el dramatismo en el incendio de un bosque, el zafarrancho en una manifestación, el asesinato en una mueblería, el entrenamiento en artes marciales, las labores de parto y la lucha para sobrevivir a la fuerza del mar.
En la cinta nominada a los Globos de Oro en dirección, guion y película extranjera, no hay actuaciones menores, pero es la debutante Yalitza Aparicio quien realmente brilla por esa naturalidad que no le permite al espectador distinguir ningún indicio de inexperiencia ante las cámaras de la maestra de prescolar originaria de Oaxaca.
La inconformidad de los vecinos de la colonia en la que se filmó y las supuestas agresiones de las autoridades al equipo de producción no son los únicos conflictos alrededor de Roma; la producción de Netflix ahora mismo enfrenta una lucha por preponderar su exhibición en esta plataforma en internet a partir del 14 de diciembre y no en las salas de cine. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.
Artículo publicado el 9 de diciembre de 2018 en la edición 828 del semanario Ríodoce.