Las reapariciones de Malova

Las reapariciones de Malova

Un fantasma persigue al exgobernador Mario López Valdez. En sus escasas apariciones públicas, dos o tres en año y medio desde que dejó el poder, invariablemente lo acosan los mismos cuestionamientos. Nunca otro tema, siempre el mismo fantasma encima: corrupción y acusaciones judiciales a sus colaboradores. Es verdad que no rehúye las preguntas, solo que Malova sigue con las mismas respuestas, esas que hasta ahora no logran la contundencia que quisiera y por eso el fantasma lo vuelve a enfrentar.

Su más reciente aparición pública es saludando a Jaime Rodríguez, el Bronco, el candidato independiente a la Presidencia. No se trató de una aparición ingenua, fue a propósito y hasta se hizo acompañar de su leal seguidor, Gerardo Vargas Landeros.

Durante este año y medio López Valdez no ha logrado articular una respuesta convincente de lo ocurrido en sus seis años, de ahí que sin consigna los reporteros que se lo topan le pregunten lo mismo —porque su respuesta es vaga, exculpatoria—. Sin embargo, no deja de ser solo un fantasma que lo acosa, que vive pegado a él cada vez que hace una aparición pública. Un fantasma que hasta ahora no toma forma, porque no hay una sola acusación que lo involucre de manera directa.

Por eso piensa el exgobernador que los procesos judiciales en contra de sus colaboradores lo excluyen, y que no son señalamientos a su administración, sino dirigidos en contra de quienes traicionaron su confianza. Igual también sabe que los casos que están ante el juez son de poca monta, aunque llegó a involucrar a dos secretarios de estado —al de Turismo, ya absuelto, y al de Salud—, no son de ninguna manera una denuncia de una red corrupta, como los señalamientos en Veracruz, Chihuahua o Quintana Roo.

Aunque el fantasma ya no asuste a Malova, sí está cargado de desprestigio, político y social. Su equipo compacto está fuera de la administración pública, algunos incluso impedidos legalmente para ocupar un cargo, y otros simplemente no fueron recontratados. Ese último hecho, para quien se dedica al servicio público, es suficiente señalamiento de que no cumplieron con sus funciones de manera ejemplar.

Malova no es hoy por hoy un activo para nadie, ni para los partidos políticos que lo postularon ni tampoco él mismo conformó alguna corriente política propia.

 

Margen de error

(Dilapidar) Mario López Valdez dilapidó su capital político en un plazo cortísimo. Su meteórica carrera —de empresario a Alcalde, a Secretario, a Senador… y Gobernador— le permitió en apenas ocho años hacer un recorrido que a otros le lleva una vida de militancia, sacrificios y derrotas. Su mejor año fue 2010, el de la campaña, aglutinó a muchos grupos que se sintieron fuera de la decisión del PRI y encabezó una campaña que parecía perdida contra el poderoso empresario Jesús Vizcarra. Solo que luego de la hazaña empezó el declive. Aun no integraba el gabinete y ya se mostraba atrapado por esos grupos que construyeron su candidatura. Después de eso sus propias palabras revelarían lo que no quería decir: Se comprometió a integrar un gabinete sin cuates ni cuotas, cuando estaba conformado exactamente de eso.

Trastabillando pasaría los seis años, culpando una veces al frío y otras al calor, Malova fue perdiendo el control de su gobierno y al mismo tiempo su capital político. No podría recuperarse, por eso luce como el exgobernador perseguido por sus fantasmas.

 

Mirilla

(Anaya) Ricardo Anaya, el candidato de Por México al Frente, será el último de los aspirantes presidenciales en visitar Sinaloa. Hasta el Bronco se le adelantó. En el PAN los tenía nerviosos esta tardanza, cada vez era más difícil a su dirigencia explicar por qué Anaya iba dejando al último a Sinaloa. Falta menos de un mes para la elección, y el candidato del Frente muestra una campaña desdibujada, sin golpes mediáticos interesantes. Es más, después del segundo debate en Tijuana, y esa ocurrencia —de Ricki, rickin, canallín— de López Obrador, Anaya no tiene ninguna propuesta atractiva.

Las encuestas lo muestran estancado, y empieza a preocupar al interior de los equipos de campaña. ¿Cuál será la estrategia que podría poner en la pelea a Anaya? Lo que queda claro por lo pronto es que no será la visita a Sinaloa.

 

Primera cita

(El Bronco) Jaime Rodríguez el Bronco, mantiene una campaña de trámite. En los actos de calle, al enfrentarse en el mundo real con los ciudadanos, está ausente ese brío que presume en su discurso. El gobernador con licencia de Nuevo León se mostró en su visita a Culiacán tal cual es su carrera presidencial: mucho estruendo, mucha bravuconada, pero hueca.

Consistió en tres actividades: 1. Foto con el exgobernador Malova. 2. Visita al Mercado Garmendia. 3. Plantar a los reporteros que había citado para una entrevista. 4. Reunirse con dos centenares de acarreados en la Plazuela, con discurso repetitivo incluido.

En descargo del Bronco —que prometía convertirse en el fenómeno que fue en Nuevo León y arrasó en aquella contienda—, todas las campañas están en un impasse aburrido. Alejados del puntero AMLO, y separándose cada vez más, lo único que parece quedarle a todos es solo referirse a quien va tan lejos de ellos que ya ni parecen verlo. (PUNTO)

Columna publicada el 3 de junio de 2018 en la edición 801 del semanario Ríodoce.

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