Sin amor

 

En el proceso de separación de una pareja es común que haya situaciones alternas que suelen no tomarse en cuenta de manera adecuada, como el conflicto que eso implica para los hijos: se prioriza lo que sienten los esposos, decidir quien se va de la casa, cómo se repartirán lo bienes, incluso se busca otro novio o novia, pero solo en un grado menor se considera qué sienten y piensan los infantes.

Una de las más fuertes contendientes en la batalla rumbo al Oscar de este año, en la categoría de Mejor película extranjera, era Sin amor (Nelyubov/Rusia/2017), y tenía todo para ganar, pero finalmente la estatuilla se la quedó Una mujer fantástica (2017) —recién reseñada en este espacio. Aunque la chilena también era digna de coronarse con la presea, la rusa termina siendo más impactante y conmovedora en su planteamiento.

Con su puño sobre la mesa y sin levantar la vista, Alyosha (Matvey Novikov) le dice a Zhenya (Maryana Spivak), su mamá, que se encuentra perfectamente, y si no quiere comer más no es porque esté enfermo. Su actitud no se debe a asuntos típicos de una persona de 12 años, sino a que sus padres están a punto de divorciarse y ninguno quiere hacerse cargo de él, porque tanto su madre como Boris (Aleksey Rozin), su papá, ya tienen a alguien más como pareja y es mucho fácil si no lo llevaran con ellos.

Cuando Zhenya y Boris discuten cómo repartirse sus pertenencias, coinciden en lo estorboso que resultaría Alyosha en su nueva vida, por lo que el chico decide hacer algo al respecto y, sin avisar a nadie, solamente se va de la casa y no regresa.

Los padres notan la ausencia de Alyosha y recurren a la policía, preguntan por él a los compañeros de clases, visitan los lugares que frecuentaba y lo buscan en hospitales, calles y bosques, pero no reciben ninguna noticia, porque no dejó ninguna señal.

En la cinta dirigida por Andrey Zvyagintsev y escrita por él junto a Oleg Negin, es muy interesante ver cómo a pesar de que el deseo más grande de la pareja es separarse, tienen que hacer a un lado su indiferencia, desamor, desinterés por recuperarse, y coraje para buscar juntos a su hijo, y terminan haciendo lo que él hubiera deseado ver, aunque ahora ya no esté ahí para verlo.

Si bien se disfruta de principio a fin, Sin amor no es una película fácil: es demasiado fuerte ver el rostro de Matvey Novikov —quien interpreta excelentemente su papel— por ese coraje, frustración y tristeza que expresa al verse vulnerable, desatendido, un estorbo y no amado por sus padres. De la misma manera es complicado observar a estos resolver de forma tan cruel la situación, sin incluir a su hijo.

Las actuaciones son muy convincentes, principalmente por los integrantes de la familia en cuestión, por esos gritos y reclamos violentos entre la pareja cuando discuten; la hostilidad con la que se dirigen antes y después de la desaparición del joven; los rostros duros, sin movimiento, conteniendo el coraje y la frustración; y las miradas perdidas y profundas, como evidencia del sufrimiento.

Los escenarios fríos, grises, opacos, solitarios y la inquietante música contribuyen a que la historia se sienta más cruda y dramática. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 20 de mayo de 2018 en la edición 799 del semanario Ríodoce.

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