¿Cómo matar a un esposo muerto?

 

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El mensaje más interesante de ¿Cómo matar a un esposo muerto? (México/2017), dirigida por Conrado Martínez y Joel Núñez, es, tal vez, el que menos se percibe: el demostrar que las mujeres también son capaces y pueden lograr lo que se proponen, incluso, solas. Fuera de esto se pierde en medio de subtramas innecesarias, situaciones resueltas sin evolucionar, malas actuaciones, demasiados estereotipos, diálogos carentes de contenido, una narrativa predecible, chistes gastados y exceso de groserías.

Luego de que descubre que la engaña con otra, le quita a sus hijas y la deja, prácticamente, en la calle, el mayor deseo de Carolina (Mara Escalante) es que su esposo Germán (César Évora) se muera, para que se acaben sus problemas, pero cuando eso se cumple, su cuñado Fernando (Eduardo España) hace los arreglos necesarios para seguir complicándole la vida.

Las “malas palabras” son parte del léxico de los hablantes de cualquier idioma y que ofendan o no depende de cómo se empleen. Ese no es el problema. El inconveniente con la cinta respecto a eso es que, a falta de un discurso realmente creativo, interesante, de contenido, el provocar la risa se vea reducido a mencionar groserías. Es denigrante que los actores, a cambio de sugerir, expresar mensajes “entre líneas”, de doble sentido o alburear, recurran a vulgaridades para incrementar adeptos. Más allá de qué términos se mencionan, es la cantidad: prácticamente no hay oración o frase que no contenga uno de esos.

Es lamentable que una sociedad se siga riendo de vocablos dirigidos a hombres y mujeres con el pretexto de que son de “cariño”, “broma” o para sacar el coraje, que sólo tienen la intención de ofender. Es curioso que un simple “pendejo”, “cabrón” o “hijo de la chingada” provoquen carcajadas, ¿así de limitada es nuestra mentalidad?

Escalante es una actriz capaz de hacer reír, a la que se le da bien la comedia. Uno de sus problemas en el cine, es que no puede dejar atrás sus personajes televisivos: su comportamiento, tono de voz y palabras que emplea, de alguna manera recuerdan a ellos. Una desventaja de su actuación en esta cinta es que sus gritos y reniegos la hacen lucir sobreactuada. El caso de España es, prácticamente, el mismo, a pesar de que es quien mejor trabajo realiza y visualmente no se le identifica con ninguno de sus papeles más recurrentes, no pierde la oportunidad de aludir a ellos en la voz.

Se entiende que, si no el único, el principal objetivo de la película es conquistar la taquilla, de ahí que los tres actores principales arrastren sus personalidades identificadas ya en otro formato y que les han funcionado, pero eso también es una falta de creatividad en las historias que se cuentan en el cine. Insisto, ¿Cómo matar a un esposo muerto? tiene de fondo un tema interesante: el empoderamiento de las mujeres, pero no le dio el tratamiento adecuado. Además de que se pierde por todo lo dicho al principio, la independencia de las chicas, echarles a los hombres y expresar que éstos no les son necesarios, se viene abajo muy pronto y contradice al filme. Es mejor decir que ambos se complementan e ilustrar, asertivamente, cómo. Vaya a verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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