El último mes no ha sido precisamente el mejor en la historia para el productor del huevo dulce más famoso. Apenas a finales de junio el gobierno chileno aprobó modificaciones a la ley de alimentos que atacan de lleno a los temas de publicidad, etiquetado y estándares alimentarios, entre otros. La iniciativa golpeó de lleno al huevo Kínder.
Entre los puntos señalados, hubo uno que astilló el cascarón del producto. El que especifica que la venta de alimentos no puede ser asociada a regalos adicionales, como los juguetes incluidos en la cápsula sorpresa.
La protesta por la nueva ley no se hizo esperar y, Ferrero, la compañía italiana productora de Kínder, amenazó con impugnar la ley, misma protesta que el gobierno andino desechó argumentando que más que una nueva ley, se trataba de una política pública, una regulación inédita en el mundo.
Apenas algunos días después, Foodwatch, organización alemana sin fines de lucro, liberó un estudio en el que relaciona, entre otros productos, a la barra de Kínder con permear aceites minerales aromáticos de hidrocarburos (MOAH) del empaque hacia el chocolate. Dichas sustancias son señaladas como agentes cancerígenos.
Ferrero, señalado por este caso, se justificó diciendo que todo se había hecho de forma legal y evitó retirar de la venta la mercancía señalada.
En el mercado local, Kínder es una marca muy popular entre los niños, regularmente niños que rondan entre los 4 y 8 años. Al tratarse de un producto de chocolate que incluye un juguete, este se convierte en primera opción para muchos, un irresistible. Se come y se juega. Dulce y sorpresa. Tormenta perfecta.
EMPAQUE
La presentación de la envoltura del huevo Kínder suele variar. Existen la de Niño, Niña, Natoons, Barbie, Hot Wheels, lo que permite que su alcance sea mayor al ofrecer alternativas para clientes específicos abarcando ambos géneros y además brindando productos ligados al gusto de cada uno de los mismos géneros en edad temprana: carritos, para los niños, y “barbis”, para las niñas.
En cuanto a la forma no hay mucha mística, se trata de una ligera capa de papel aluminio ilustrado que envuelve un huevo de chocolate, mismo que envuelve a su vez una cápsula dentro de la cual se encuentra la sorpresa.
LA SORPRESA
En este caso, por cuestiones obvias, analizamos el de niño. En realidad resultó ser una sorpresa, una grande. Dentro de la cápsula encontramos un carrito desarmado, cuatro piezas, plástico en su mayoría.
Además del carrito se incluía un instructivo de ensamble gráfico, mismo que contaba con una leyenda precautoria para menores de 3 años… traducida en más de 30 idiomas, eso es alcance.
Una de las sorpresas resultó ser el mismo carrito; se trataba de uno de fricción, no de un simple carrito. Ahora es más claro el porqué del gran amor de los niños hacia este producto
CONTENIDO
El chocolate consta de dos cubiertas, la externa y la interna. La externa se conforma por ocho ingredientes, mientras que la interna contiene siete. Los ingredientes principales en ambas partes son el azúcar, leche y manteca de cacao.
El huevo en sí es un bocado pequeño, apenas 20 gramos de peso total, de los cuales, 10 gramos son azúcar, el resto son saborizantes, emulsionantes y grasas vegetales. Pareciera un pecado menor, pero hay que analizar el contexto, el hecho de que a los pequeños les parezca divertido no necesariamente es bueno, ellos han vivido poco, son poco racionales, prefieren lo bonito, lo atractivo, lo jugable; no conocen de salud, son vulnerables al azúcar, los juguetes, al azar. A su vida lúdica.
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