Valen como un ejercicio democrático, pero los debates entre los candidatos a la gubernatura organizados por el Instituto Electoral del Estado de Sinaloa (IEES), se quedaron solo en eso, sin mayores aportaciones a las campañas y sin que fueran una plataforma de análisis para los electores, de tal forma que pudieran influir en sus preferencias electorales.
Realizados los dos encuentros que se acordaron, cada uno de los candidatos se regresó a sus cuartos de guerra con los mismos números que traían antes, pues los debates no sirvieron ni para que uno de ellos repuntara en las preferencias, ni para bajar significativamente los números de algún otro.
Así, las campañas trascurrirán, las dos semanas restantes antes de la elección del 5 de junio, entre el fastidio y la inapetencia.
Fueron muy distintos a aquellos de 2010, cuando la elección se polarizó en dos bloques encabezados por Mario López Valdez y Jesús Vizcarra Calderón. Sobre todo lejos de aquel segundo debate en el que Malova enfrentó a Vizcarra con una pregunta que hundió al empresario:
“… el dice que no ha hecho nada fuera de la ley, que no tiene nada de qué avergonzarse y le preguntaría hoy, ante miles de sinaloenses, si es o no compadre del Mayo Zambada”. Vizcarra —evidenciado en una fiesta del rancho “Puerto Rico” por el diario Reforma, que publicó en plena campaña una fotografía donde aparecían él y el narcotraficante—, evadió la respuesta, no supo manejar el problema mediático en que estaba metido y perdió la elección.
Ya los ánimos estaban muy bien perfilados, pero sin duda los debates contribuyeron a afianzar o a cambiar las preferencias con rumbo a la elección.
¿Cuáles son lo escenarios ahora? Es evidente, al menos, que cinco de los ocho candidatos no tiene ninguna posibilidad de triunfo. Ninguna. Y que la elección se está disputando entre tres opciones: Héctor Melesio Cuen Ojeda, Martín Alonso Heredia Lizárraga y Quirino Ordaz Coppel. Uno de los tres se alzará con el triunfo el 5 de junio. Y si la elección es muy cerrada es probable que el resultado final se decida en un tribunal, como ocurrió en 2004, cuando Heriberto Félix Guerra impugnó la elección y el litigio terminó resolviéndose en la Suprema Corte de Justicia de la Nación a favor de Jesús Aguilar Padilla, en un día de bromas pesadas: el 28 de diciembre, es decir, tres días antes de que tomara posesión del cargo. La diferencia en el conteo fue de 1.25 por ciento de votos (46.86 contra 45.61).
El dilema ahora, porque los números están muy manoseados, es quién de los candidatos se encuentra más cerca de Quirino Ordaz, partiendo de que al empezar las campañas estaba arriba, sostenido sobre todo en el voto duro de los partidos que lo postularon (PRI, PVEM y Nueva Alianza).
En las primeras semanas del periodo de campañas, encuestas del PAN ubicaban a Quirino siete puntos arriba de Martín Heredia, que aparecía en un empate con Melesio Cuen. Esto dicho por los propios panistas. Se han manejado otras encuestas, éstas hechas por Mitofsky (eso se dice), en las que el priista aparece un poco más arriba del panista y se manda al candidato del PAS a un tercer lugar.
Pero Cuen Ojeda les revira a unos y otros con su propio estudio de preferencias, en el que dice que aparece en un empate técnico con Ordaz Coppel y hasta asegura que anda tres o cuatro puntos arriba.
Esta es otra guerra, la de los números, que se prestan a la manipulación, incluso, de las propias empresas encuestadoras. Lo cierto es que se ha generado un clima de incertidumbre sobre las verdaderas cifras y sobre el estado real de las campañas, si están penetrando o no, si los candidatos suben o caen y, sobre todo, si Héctor Melesio Cuen, postulado por un partido estatal, puede crecer al punto de disputarle la elección al candidato del PRI.
Bola y cadena
LA OTRA GUERRA ES MÁS PELIGROSA y tiene que ver con el clima de violencia que se ha estado generando en torno a la elección. Sean autoatentados o no, los signos son condenables. Las pintas en un campus de la UAS en contra del candidato del PAS, la destrucción de espectaculares de Quirino Ordaz y, el jueves pasado, el ataque a balazos a la casa de campaña del candidato a diputado del PRI por el distrito 12, Andrés Félix, deben hacer que se extremen medidas para asegurar que no se intimide, ni a los candidatos ni a los electores. Ya en 2010 se vivió algo semejante, cuando operadores de la campaña de Jesús Vizcarra fueron amenazados y terminó con el asesinato de un candidato a regidor, Enrique Mendívil, dos semanas antes de la elección. También en 2013 se vivieron hechos que pudieron determinar el resultado de la elección en el municipio de Sinaloa, cuando en candidato de la alianza PAN-PRD, Esteban López Beltrán, fue amenazado de muerte. Ojo. El narco también juega en esta elección.
Sentido contrario
¿POR QUÉ EN VEZ DE ESTAR opinando sobre las campañas —como si fuera juez— el alcalde de Culiacán no habla sobre la violencia que azota al municipio, sus orígenes y la forma de detenerla? ¿Por qué no le conviene, no puede o tiene miedo? ¿O porque sus compromisos no lo dejan?
Humo negro
CASI 50 AÑOS DESPUÉS un país vive una crisis sin precedentes previo a los juegos olímpicos en casa. En 1968, el gobierno mexicano perpetró uno de los crímenes masivos más deleznables de que se tenga memoria —la masacre del 2 de octubre— y eso manchó la justa deportiva más importante del mundo. Ahora, mediante lo que muchos han llamado un golpe de estado sin armas, la presidenta de Basil, Dilma Rousseff, fue obligada a dejar el cargo para ser sometida a un juicio político.
