La postulación de Fernando Pucheta a la alcaldía de Mazatlán por el PRI está renovando una campaña homofóbica que había entrado en receso, después de que hubo quienes subieron fotografías a la red en las que el candidato tricolor se hacía acompañar de un conocido conductor de televisión.
Hoy son imágenes y videos homofóbicos, acompañadas de expresiones que buscan descalificar al candidato priista por su supuesta preferencia sexual. Estos aparecen cuando la empresa consulta Mitofsky da a conocer los resultados de la intención de voto que tienen los ciudadanos porteños y que presenta un empate técnico entre el candidato priista y el panista.
Y es que en ese sondeo demoscópico, Fernando Pucheta le lleva menos de un 3 por ciento a Salvador Reynosa, y eso estimula esta campaña negativa con el objetivo de revertir esa diferencia.
Y no hay que dar muchas vueltas para saber quién resultara beneficiado en el caso de que esta campaña sucia surta efectos en franjas de votantes mazatlecos.
Este tipo de campañas, que son un delito previsto en la Ley General de Partidos Políticos, contrasta con los espectaculares y carteles de Salvador Reynosa que están centrados en la familia tradicional de padre, madre e hijos.
La ley, recordemos, ya reconoce otros tipos de familia incluido el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Entonces, este tipo de denostación del candidato priista por su presunta preferencia sexual es homofóbica, anacrónica y ruin, y esperemos que la sociedad tome en cuenta otros indicadores antes de votar el próximo 5 de junio.
Mazatlán está viviendo el mayor repunte de actividad turística en muchos años gracias al sistema carretero, especialmente el que comunica Durango y la región de La Laguna con la costa sinaloense.
Cada fin de semana existe un importante flujo de personas que atraviesa la serranía para instalarse en las playas, lo que eleva sensiblemente el consumo de los servicios turísticos. Esto coincide con la contracción en la actividad pesquera y la industrial, que no termina por despuntar a favor de la región sur del estado.
Entonces, esto obliga a que el próximo Presidente Municipal tenga conocimiento de esta realidad y actúe en consecuencia con políticas públicas y programas de gobierno oportunos que debería estar siendo el centro del debate público, en lugar de la basura que estamos presenciando en la red.
Tuve oportunidad de escuchar recientemente al panista Salvador Reynosa en una presentación que hizo ante un grupo de profesionistas, y es un político informado que sabe qué hacer en la alcaldía si le favorece el voto de los ciudadanos.
A Fernando Pucheta no he tenido la oportunidad de escucharlo, pero algo ha de saber siendo miembro de la Comisión de Turismo del Congreso del Estado y durante años ligado indirectamente a la actividad turística con su programa Antigraffiti. Sin embargo, fuera de eso, de lo único que nos enteramos es de sus problemas con las candidatas a legisladoras de su partido.
Fernando necesita salir de ese hoyo mediático y centrarse en lo sustantivo de su campaña, si es que quiere ganar la elección. No es suficiente que diga populistamente “no voy a cobrar el acceso a Olas Altas durante los días de Carnaval”, para que la gente le vote y además es una propuesta que inicialmente realizó Luis Guillermo Benítez, candidato de Morena a la alcaldía porteña. En ambos casos omiten decir cómo se financiara la gran fiesta porteña.
Mazatlán no merece políticos sin visión, tiene problemas estructurales que reclaman mucha gestión de recursos y para ello se necesitan proyectos adecuados ante las instancias de una federación que el año entrante tendrá mucho menos recursos, por la contracción severa de ingresos petroleros.
En definitiva, las campañas electorales deben de servir para contrastar las propuestas de los candidatos y serán los ciudadanos los que determinen qué candidato está más cerca de sus aspiraciones y necesidades.
La homofobia en política es un recurso miserable porque estimula la balcanización social entre “normales” y “anormales”; fomenta la intolerancia en lugar de los beneficios de una sociedad abierta; claudica ante el autoritarismo y los prejuicios de los gobernantes; rebaja la política a un nivel infame y, sobre todo, en Mazatlán nos recuerda un periodo siniestro de los años 80 cuando hubo varios asesinatos de homosexuales destacados en la vida pública.
Que en la red no se eche leña al fuego con este fascismo.