El candidato no debe ser alguien que, de hecho o porque lo crea el imaginario popular, esté ligado al narco o a la corrupción, dice el ex gobernador Francisco Labastida Ochoa
La semana pasada, un centenar de hombres y mujeres de distinta ideología publicaron un desplegado en la prensa nacional titulado “Por una cancha pareja para candidaturas independientes”. Ahí ponderan como “avance significativo por la democracia” la participación de candidatos independientes en las elecciones de 2015, pero alertan que en algunas legislaturas locales, entre ellas la de Sinaloa, han legislado restricciones “que las hacen virtualmente imposibles”.
Promovido por el analista Jorge Castañeda y por el ex rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, entre los firmantes están el historiador Enrique Krauze, la antropóloga Martha Lamas, el periodista Jorge Zepeda Paterson y el actor Gael García. Y aparecen dos ex gobernadores sinaloenses: Francisco Labastida Ochoa y Juan Millán Lizárraga.
Entrevistado en su despacho de Lomas de Chapultepec, en la ciudad de México, Labastida explica que “Juan Ramón de la Fuente, Jorge Castañeda y otros coincidimos en que era conveniente pronunciarnos sobre lo que está ocurriendo en los estados y cooperamos entre mil y 5 mil pesos”.
—Nos llamó mucho la atención que dos hombres como usted y como Juan Millán, que han sido priistas de toda la vida, firmen ese desplegado. ¿Cuál es la motivación personal de usted? ¿No cree que las candidaturas independientes podrían desfondar al sistema de partidos?
—Yo creo que más que una motivación personal obedece a una motivación de tipo político nacional. Para mí primero está el país, luego están los partidos y después los intereses de grupo. Y al final los intereses personales. Cerrar las candidaturas independientes implica que los partidos quieran cerrar la puerta a quienes luchan por sus ideales, y eso es malo para el país e incluso para los partidos, porque si éstos tienen más competencia se van a ver obligados a sacar a sus mejores candidatos.
“No veo que esto desfonde a los partidos. Lo percibo como una etapa de cambio que al final terminará fortaleciendo a los partidos”.
—¿Ve una crisis en los partidos con este surgimiento repentino de las candidaturas independientes?
—La crisis está ya, particularmente en el PAN y el PRD. El que menos problemas tiene es el PRI, sobre todo en la elección de sus dirigentes y en el funcionamiento de ambos en las cámaras legislativas.
—Se pensó que el regreso del PRI, tras setenta años de gobierno, vendría a darle otro giro al país, pero los hechos de Ayotzinapa y la crisis política y social que se vive nos da la sensación de que el país no avanza. ¿Qué está ocurriendo y hacia dónde vamos?
—Bueno yo puedo hablar más sobre el diagnóstico, sobre el futuro no debo. No soy más que un economista, no soy brujo: Llevamos tres décadas con un crecimiento del 2 por ciento, muy cercano al crecimiento de la población. Además, los ricos se vuelven más ricos y los pobres más pobres, y esto es preocupante. Pero lo más grave es lo que está ocurriendo en materia de justicia.
Y explica:
“En un estudio que hizo la UNAM sobre lo ocurrido con los detenidos en el sexenio de Calderón, reveló que de los 125 mil personas detenidas por la Semar, el Ejército y la Policía Federal, y puestos a disposición de las agencias del Ministerio Público, solamente 770 fueron culpables. Esto refleja que las fallas en la justicia no es un asunto entre policías y ladrones. El sistema judicial está por los suelos. Negar que tenemos este problema es un grave error y, siendo claros, todavía no hay una estrategia integral para enfrentar el tema de la justicia”.
Ex candidato presidencial fallido en 2000, cuenta que en el sexenio de José López Portillo rechazó la propuesta de gobernar a Sinaloa que le hizo el mismo Presidente de la República, aduciendo que no estaba preparado pues, aunque era economista y conocía la administración pública, no se sentía capaz de dirigir un estado como el suyo porque no sabía “ni madre” de seguridad. Y que en un estado como Sinaloa, que era entonces el más conflictivo, no debía o no podía aceptar esa responsabilidad.
—¿Y qué opina acerca de las calenturas políticas de aspirantes que sin considerar siquiera que tienen el perfil, se postulan como candidatos a gobernar Sinaloa?
—Me parece que un político que actúe con responsabilidad elemental, lo primero que tiene que evaluar es si está capacitado para el tamaño del reto al que se enfrenta.
—¿Y usted cree que de todos los que andan alborotados en Sinaloa para el 2016 estén considerando esto?
—En algunos casos sí… en otros no.
—¿Cómo ve desde el Distrito Federal el proceso que se viene en Sinaloa?
—Bueno, yo estoy informado, obviamente. Yo creo que es muy probable que haya varios candidatos independientes. Eso es lo primero; segundo, creo que va ser una elección disputada, reñida, que va a tener sus momentos calientes, tensos. Creo que va a ganar el PRI.
—Habíamos quedado que no es brujo…
—No, pero conozco las encuestas.
—Pero si todavía no hay candidatos, ¿a cuáles encuestas se refiere?
—La preferencia por el partido es muy alta. Nada más hablando de partidos. Yo espero que habiendo candidaturas independientes, el PRI va a sacar a un candidato que pueda ganar.
—¿Y quién sería, según usted?
—No le quiero dar el beso del diablo a nadie —dice, para luego soltar una carcajada.
—Vamos a ver, usted está hablando de sus encuestas, ¿quién está arriba?
—Tengo muy mala memoria, jajaja…
—Solamente dígame quién está arriba en sus encuestas, no me diga si ese va a ser el candidato o que si puede ganar o no. ¿Quién va arriba en esas encuestas?
—No me voy a meter con nombres de personas.
—¿Se lo digo yo y me lo confirma o lo niega?
—Bueno, todos tenemos las encuestas.
—¿Y quién está arriba?
—En las publicadas está Jesús (Vizcarra).
—¿Y le sigue Aarón (Irízar)?
—Sí, Aarón Irízar es el que le sigue en las encuestas.
—Que trabajó con usted en el gobierno de Sinaloa…
—Sí, trabajó conmigo como Secretario de Administración e hizo buen papel, sin lugar a dudas.
—¿Qué perfil debe tener el candidato del PRI?
—Yo creo que un requisito indispensable para los que pretendan ser candidatos, es que no estén asociados, ni de hecho, ni en el imaginario popular, ni con narcos, ni con actos de corrupción.
—¿Entonces hay que descartar a Vizcarra?
—Él dice que no quiere. Entonces ya se autodescartó.
—Pero en el imaginario colectivo existe esta percepción ¿no?
—Sí, en el imaginario colectivo existe tal percepción.
—¿Entonces hay que descartar a Jesús Vizcarra como candidato?
—Yo no lo veo jugando.
—¿Y en este escenario el PRI podría tener en Aarón Irízar una buena posibilidad?
—O algún otro que creciera. Eso existe siempre.
—Eso de que en los circos a veces crecen los enanos es un mito, Francisco.
—Mmmm, sí pero hay gentes que no son enanos. Mira, Sinaloa tiene una característica diferente a otros Estados. A diferencia de otras entidades, acá siempre tenemos un buen grupo de precandidatos que dan el ancho; Sinaloa tiene una buena clase política.
—¿Aunque la mayoría de los que se mencionan andan muy bajo?, Salvo Jesús y Aarón, al PRI no se le ven muchas opciones, ¿no cree?
—Sí pero al final de cuentas faltan seis meses.
—Esto se puede definir en diciembre o los dos meses siguientes.
—Yo diría que un problema que tienen los precandidatos es que son poco conocidos y creo que el PRI deberá trabajar en un esquema que, sin violar la ley, permita que los precandidatos sean más conocidos.
—¿Usted ve en Sinaloa un PRI unido independientemente de quien sea el candidato? ¿O dependiendo del candidato ve escenarios distintos?
—Lo primero que veo venir es un cambio en la dirigencia del partido porque a Martha Tamayo le interesa más la diputación que la presidencia estatal del PRI. Y ambas cosas no son compatibles. Luego, el dirigente del partido no solo tiene que tener la capacidad para coordinar y negociar los intereses de los candidatos, sino de encontrarles una buena solución, de tal forma que el partido se mantenga unido.
“Ya lo dijo Manlio (Fabio Beltrones), para que el PRI gane tenemos que tener un partido unido y buenos candidatos; pero eso no basta. El partido tiene que adoptar las causas sociales que son tres: la lucha contra la impunidad, contra la corrupción y mejorar el nivel de vida. Hacia allá tenemos que ir.
—¿Cree que el presidente de la República —que se supone nombrará al candidato— comparte su idea de que un candidato no tiene por qué estar relacionado —de hecho o aunque sea falso— en el imaginario colectivo, con el narcotráfico? ¿Cree usted que el Presidente tenga esa preocupación?
—Yo creo que sí. Sí.
—¿Y le dice algo el hecho de que el Presidente acompañe a Jesús Vizcarra en eventos empresariales como en Mazatlán, donde ha sido condecorado —y donde usted estuvo presente, por cierto—?
—Lo invitaron como empresario distinguido…
—Pero también lo acompañó cuando inició embarques de carne a África… y lo puso en primera fila durante su tercer informe de gobierno. ¿Qué le dice eso?
—Otra vez como empresario distinguido, porque su negocio debe representar algo así como el 40 por ciento de toda la carne de México. Y eso da una idea de su importancia como empresario.
—Pero también se observa una relación muy estrecha entre las familias del Presidente de la República y la de Jesús Vizcarra, y eso puede hacer pensar que si se decide que sea él, Peña Nieto tal vez no tendrá esa preocupación de la que estamos hablando.
—Veamos, Jesús Vizcarra me pidió que lo ayudara en su campaña pasada y le respondí que no podía. Le dije que la primera razón, es que yo intenté que él no fuera candidato. Entonces, como Malova se fue por otro partido, tampoco lo pude apoyar y decidí no aparecer por Sinaloa hasta el día de la votación.
—¿Y porque intentó usted que no fuera Vizcarra?
Antes de contestar sonríe y con tono sarcástico responde: “Porque no lo consideré que pudiera hacer buen papel como gobernador”.
—¿Pero no por sus relaciones?
—No, no, no, póngale atrás las causas que usted quiera. No hubiera hecho un buen papel como Gobernador.
—¿Y ahora, viendo los seis o siete que andan por ahí?
—Yo no lo pongo a él en la lista. Él ha dicho públicamente y varias veces que no. Yo mencioné a tres: Aarón (Irízar), Heriberto (Galindo) y David (López) porque dije que el candidato no tiene que estar ligado a ninguno de los grupos vinculados con el narcotráfico y la corrupción… pero claro que no son los únicos.
—Tal vez ahora no estén ligados ¿Pero no lo estuvieron en algún momento?
—No que yo sepa.
—¿No ve a alguien del malovismo como candidato del PRI, Gerardo Vargas, por ejemplo?
—Gerardo fue el jefe de la campaña de Malova y es muy dificil que el PRI lo tome como candidato. Eso no impide que el PRI le abra oportunidad en otras cosas. Haría mal el PRI en cerrarse a otros grupos pero hay diferentes posiciones y la candidatura a la gubernatura tiene que ser para una gente muy identificada con el partido.
—¿Que diagnóstico tiene usted del “Gobierno del cambio” en Sinaloa?
—Malova es una gente bien intencionada y de buenos propósitos. Me parece que los afectos hacia los amigos le han hecho tener un equipo regular, por no decir otra cosa.
Vuelve a sonreír con sarcasmo.
—¿Cuates y cuotas?
—Bueno, creo que está procurando cerrar bien. Yo le dije hace tiempo que es más importante cómo se sale que cómo se entra y que el año más importante del sexenio es el séptimo porque aquí se ve como lo juzga la gente y eso lo obliga a hacer cosas que le permitan cerrar bien.
—¿Usted es un hombre de números y los números de Malova no son muy buenos, sobre todo en materia de seguridad, donde tiene ya más homicidios que Jesús Aguilar. ¿Está de acuerdo?
—Yo creo que Malova tuvo muchas cosas en contra. Crisis por todos lados y una burocracia exagerada. Cuando yo concluí mi mandato había 8 mil 500 trabajadores en el gobierno estatal. Ahora hay 42 mil y no los metió Malova. Y esto se lleva una enorme cantidad de recursos. Y aquí entra la disyuntiva de dar prioridad a los trabajadores del estado o a los habitantes de Sinaloa. Había 20 mil gentes que cobraban como aviadores.
—¿Y por qué no depuró? ¿Por qué permitió que creciera esa gran corrupción que se observa en su gobierno? Él mismo me dijo alguna vez que encontró siete nóminas… Malova tiene, además dos cosas que arrastra. Uno, la enorme deuda que usted ya conoce, y el gran defecto de su gobierno que es la corrupción. Ningún gobierno había sido tan observado por la Auditoría Superior de la Federación…
—Yo creo que hay, afortunadamente, mucha mayor observación y menos permisividad por parte de la sociedad.
—Aun así, la imagen de Malova ante la sociedad es malísima, por ese equipo que dice usted “regular”, por no decirlo de otro modo.
—La solución es sencilla: ¡apliquen la ley!
—Pues vamos a ver quién llega y ver si quiere hacerlo.
—No, pero en este gobierno también pueden hacerlo.
—¿Y quién va a hacerlo? Lo pudo haber hecho Peña Nieto y ya no lo hizo ¿O sí? De hecho se creía que podía haber algo de eso.
—Sí, pero… ¿Usted cree que no podría hacer algo?
—Igual, ya que se vaya, depende como se comporte en el proceso electoral, ¿no cree?
—Claro que sí… o antes. Si no, vuelta a lo mismo: ¿Cuál es el año más importante del sexenio?