Suman diez muertos por terremoto en Chile

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Miles de residentes del norte chileno amanecieron este jueves en las calles, aterrados por un terremoto de magnitud 8.3 seguido de unas 70 réplicas que remeció el centro norte del país, causó diez muertos y obligó a evacuar a más de un millón de personas.

Illapel, 280 kilómetros al norte de Santiago, el puerto de Coquimbo y la vecina localidad de Tongoy, 430 kilómetros al norte, fueron las zonas más afectadas por el terremoto y sobre todo por el posterior tsunami que en la caleta de Tongoy penetró 500 metros tierra adentro. El gobierno las declaró zonas de catástrofe para facilitar el envío de fondos.

En general y en especial en ciudades como Santiago y Valparaíso no hubo cortes de luz y las comunicaciones funcionaron con una normalidad acorde con los acontecimientos.

En algunos lugares, como el balneario de Tongoy, cercano a Coquimbo y con grave destrucción, hubo algunos intentos de robos por pequeñas bandas de muchachos, pero fueron contenidas rápidamente.

La presidenta Michele Bachelet preveía recorrer las zonas afectadas en las próximas horas. La mandataria anunció la suspensión de todas las actividades festivas oficiales en respeto a las víctimas del cataclismo. La agenda de las autoridades fue modificada para centrar su trabajo en la ayuda a las personas damnificadas por la tragedia que ha causado millonarias. Contra la tradición, su participación en la Fonda Oficial del principal parque capitalino, no será posible.

El alcalde de Illapel, Denis Cortés, dijo que “la locomoción paró debido a los derrumbes, tenemos muchos cables cortados, muros caídos, el cementerio en partes destruido y muchas tumbas abiertas por lo cual tenemos una emergencia sanitaria”.

Cortés estimó que unos 10 mil de sus 35 mil habitantes resultaron afectados.

“Estábamos preparados para recibir nuestras fiestas patrias. (Era) una ciudad embanderada, a punto ya de iniciar un campeonato de cueca (el baile típico chileno). Y minutos antes de empezar, teniendo nuestra plaza llena, llegó el terremoto y se transformó en un tema de histeria… Mucha gente desmayada, un caos total”, dijo el regidor a AP.

Con la luz del nuevo día empezaron a aparecer daños en todo el borde costero que el miércoles por la noche no se apreciaban.

“Mañana no va a ser grato de evaluar, Estamos hablando de unas 10 mil personas afectadas. Toda la comuna no tiene energía eléctrica”, dijo Cortés.

El sismo se produjo en el Pacífico a las 19:54 horas locales, con epicentro 280 kilómetros al norte-noroeste de Santiago y a 55 kilómetros (34 millas) al oeste de Illapel. Tuvo una profundidad de cinco kilómetros, según sismólogos estadunidenses.

Falta por recorrer aún la zona precordillerana del norte chico –o cercan–, por falta de caminos viables aunque dos docenas de helicópteros trabajan en esos sectores afectados por el terremoto, el tercero sobre ocho grados Ritchter en cinco años y que duró de tres a cinco minutos según la zona–, dado que el sismo  destruyó los pueblos de viviendas de adobe, cercanos a los Andes.

Un maremoto destruyó el borde costero y una franja entre los 400 y los 600 kilómetros al norte de Santiago.  El mar, sin olas mayores a los cinco metros, significó que el agua salada penetrara quinientos metros tierra adentro destruyendo todo a su paso, incluso las obras portuarias de la ciudad de Coquimbo.

Durante la madrugada del jueves, las autoridades levantaron la alerta de tsunami en 3 mil 900 kilómetros de litoral del país, dejando vigente la evacuación sólo en las regiones de Tarapacá y en la ciudad de Coquimbo, en el norte. Perú hizo lo propio a las pocas horas del sismo, aunque se mantenían los avisos para las costas de Hawai y partes de California.

El ministro del Interior, Jorge Burgos, elevó de madrugada la cifra de víctimas mortales de cinco a diez personas, una cifra que calificó de “baja, muy baja” en relación con otros “fenómenos de esta magnitud”.

Periodistas que viajaron a Illapel vieron viviendas desmoronadas, con los techos hundidos y boquetes en las paredes.

Manuel Moya, 38 años, y su esposa durmieron en la calle, frente a su casa completamente destruida.

“Yo pensé que era el fin del mundo y que íbamos a morir todos. Esto no pasaba, no pasaba. Dicen que fue magnitud 8, pero se sintió como 10”, dijo.

“Fue daño total, pero gracias a Dios estamos vivos”, agregó recordando que, en el momento del sismo, veía la televisión con su esposa. La sacudida rompió un muro a través del que podían ver partes de la ciudad.

La ciudad más afectada por la altura del agua fue Coquimbo, donde se estima que penetró unos 70 metros hacia zonas pobladas. En el balneario de Concón, 130 kilómetros al noroeste de Santiago, las primeras olas del tsunami también ingresaron hacia la ciudad, informó su alcalde Oscar Sumonte.

El sismólogo Sergio Barrientos precisó que el movimiento de las placas tectónicas de Nasca y Sudamericana provocó una ruptura de unos 200 kilómetros, lo que hace presumir que habrá muchas más réplicas.

El desalojo de la población fue el mayor en el borde costero decretado desde el terremoto del 1 de abril de 2014, que afectó Iquique, Antofagasta y otras ciudades del norte. Chile tiene más de 4 mil kilómetros de costa.

En Santiago no se ha informado de daños y las autoridades educacionales indicaron que el jueves habrá clases normales. El tren subterráneo se detuvo por precaución, en plena hora punta, y reanudó el servicio luego de una revisión de las vías, mientras que en el aeropuerto las autoridades informaron que no hubo daños estructurales y que se suspendieron temporalmente los vuelos por seguridad.

En la región de Tarapacá, en el norte, se cancelaron las clases.

Este podría ser lo que algunos expertos llaman “terremotos mentirosos”, ya que la oscuridad no permite ver los daños sino hasta que amanezca. El último terremoto de gran magnitud en el país se registró en el centro-sur en 2010 y dejó medio millar de muertos.

Chile es una de las naciones más sísmicas del mundo por ubicarse en el llamado cinturón del Pacífico, y la mayoría de sus edificaciones están diseñadas para soportar fuertes movimientos telúricos. Su población sabe cómo reaccionar ante ellos, por lo que quienes viven en el borde costero evacuan de inmediato hacia zonas altas.

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