Homenajean a Julio Scherer en la Feria de Minería

Homenajean a Julio Scherer en la Feria de Minería

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MÉXICO, D.F., (proceso.com.mx).- En el marco de la XXXVI Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, periodistas, escritores, editores, familiares y lectores rindieron homenaje a Julio Scherer García, fundador de Proceso, fallecido el pasado siete de enero.

Participaron: Rafael Rodríguez Castañeda, director de Proceso; Julio Scherer Ibarra, hijo del fundador de este semanario; los periodistas Carmen Aristegui y Jenaro Villamil, el escritor Fabrizio Mejía Madrid y Ariel Rosales, editor de Random House.

En su oportunidad, Rodríguez Castañeda recordó los inicios de su amistad con Scherer García, a principios de la década de los setenta, en el periódico Excélsior.

“Me daba a leer varias cuartillas escritas a renglón seguido en su máquina Olivetti Lettera 22, con correcciones a mano en letra minúscula (con frecuencia ininteligibles). Me dejaba encerrado en mi oficina y se despedía con un ‘chínguese’ don Rafael. Que no le pasen llamadas. Ahorita regreso. Y cada cinco minutos entreabría la puerta…- ¿Ya, don Rafael? -No, don Julio. Cuando daba fin a la lectura, entraba y se instalaba frente a mí, en la silla izquierda de mi escritorio.

— Dígame que lo volvió loco…
— Está muy bien Don Julio, cada vez escribe usted mejor…
— No, dígame que lo volvió loco.
— Mire, Don Julio…
— Sólo dígame si lo volvió loco…
— Sí, me volvió loco.

“Podía ocurrir, y de hecho ocurría, que al día siguiente regresara con una nueva versión de lo ya escrito”.

— Don Rafael, chínguese… Hice correcciones. No tiene nada que ver con lo que leyó ayer. Ahora sí lo volverá loco. Y, en efecto, estaba uno en riesgo de volverse loco.

Rodríguez Castañeda recordó las habilidades de Scherer García: “La pasión como norma inalterable de conducta profesional y personal. La adrenalina desbordada. Cazaba perfecto con él el título de su primer libro: El periodismo en su piel y en su entraña”.

Resaltó la importancia de los libros escritos por Scherer García, principalmente de Los presidentes, del que la editorial Random House preparara una versión enriquecida, “revelando a los del poder tal cual son”.

Desde su perspectiva, fue Parte de Guerra: Tlatelolco 1968 la obra que mostró al reportero Scherer en su más pura esencia: “En ese caso me dio la oportunidad me dio la oportunidad de seguir paso a paso sus esfuerzos por conseguir lo que parecía inalcanzable: documentos originales del general Marcelino García Barragán sobre la noche de Tlatelolco, documentos que muestran la operación del Estado Mayor Presidencial para terminar a sangre y fuego el mitin del 2 de octubre, con las consecuencias cuyo saldo final aún está pendiente de conocerse”.

Después, en un breve mensaje, Julio Sherer Ibarra, hijo del fundador de Proceso, recordó a su padre como “digno representante del periodismo crítico”.

“Para él y sus compañeros de trabajo el periodismo es y seguirá siendo responsabilidad hacia los lectores. La permanencia de Proceso, el semanario de sus amores, su segunda casa, se explica en el rechazo a intereses creados, prebendas, improvisaciones o autoengaños”, comentó.

Añadió que hoy más que nunca Proceso lleva en cada una de las siete letras que forman su nombre el espíritu de su fundador.

Narró algunas de las enseñanzas de su padre, como el estar convencido de que la libertad y la felicidad eran palabras sinónimas, que escribir significaba, en su código, mantener el equilibrio entre los vivos y todos los muertos que llevamos dentro. “Es así y sólo así como se garantiza la permanencia en el recuerdo”, comentó.

“Mi padre supo ser más fuerte que la adversidad que lo acompañó a los largo de sus luminosos 88 años de vida. Triunfó sobre sí mismo, se hizo amar y respetar por quienes en realidad lo conocieron. Rasgó el presente y penetró el futuro.
Bendito de la tierra, vivió la vida que quiso y alargó su existencia más allá del límite de su tiempo riguroso”, aseveró.

Recordó cómo su padre disfrutó y sufrió cada uno de sus textos: “Hoy se conoce la hora exacta, el día, el año de su nacimiento y de su muerte. Nada habrá de saberse acerca de su suerte en el infinito. Pero puedo asegurarles que vive en sus hijos, en sus amigos, en sus compañeros y se prolongará en los discípulos de los discípulos. Y es ésta, en verdad, la única forma de inmortalidad posible”.

Confesó que lo extraña, pero junto con sus hermanos se impuso “hacer de su ausencia, presencia en nuestras vidas”.

Por su parte, Carmen Aristegui comentó que la noticia de la muerte de Julio Scherer “nos sacudió de inmediato. Moría el periodista y escritor más importante de México que sorteó el peor de los embates posibles en el México del presidencialismo a ultranza”.

Destacó que la historia puso a los protagonistas en su lugar. La figura del expresidente Luis Echeverría vive en las sombras, mientras que la de Scherer se ha visto envuelta en reconocimientos: “Julio Scherer vive en calidad de leyenda”.

Recordó al periodista Vicente Leñero, fallecido el 3 de diciembre de 2014, compañero y amigo de Scherer y con quien emprendió la aventura de fundar Proceso en 1976.

“Así como se fueron juntos de la dirección de la revista Proceso –en 1996–, así se fueron juntos de esta vida”, remató Aristegui.

A su vez, el periodista Jenaro Villamil consideró que Scherer García fue un hombre con una inteligencia superior y un ser humano excepcional.

“Investigar, indagar esos rostros de la maldad, los límites a los que la naturaleza humana puede llegar en su ambición, en su delirio de grandeza, fueron el camino al infierno al que Scherer se adentró en nuestra Divina Comedia a la mexicana. La bondad no daba nota. La maldad nos abre las puertas a las compuertas de los secretos incómodos”, relató.

Se refirió a su estilo periodístico y a su amistad con Carlos Monsiváis, quien murió el 19 de junio de 2010. De sus libros y de su largo y riguroso trabajo como reportero.

“Nos deja legado de trayectoria periodística y leyenda que al final de cuentas es que se nos queda entre nosotros”, expresó.

Fabrizio Mejía Madrid recordó cómo Don Julio retrató la política del país desde el sexenio de Luis Echeverría: “Ese momento es clave para entender en un trazo a un político en México. Y la otra es el estilo. No hay una sola frase que no leas que sea de él. Lograba frases cortas y sencillas que provocan que el lector vuelva a leerlo porque siente que se le fue algo…”.

Scherer, apuntó, le dijo alguna vez: “Toda obsesión en circular y toda voluntad es lineal y para tener una obsesión se debe tener voluntad”. Luego leyó un párrafo del último artículo que escribió para Proceso. Don Julio “era un cabrón. Hizo un reportaje de su agonía”, sentenció.

Ariel Rosales, quien fue editor de Scherer García desde la publicación de La Terca Memoria, en 2007, describió el impacto que le produjo conocer al periodista en su faceta de escritor.

“Mayor privilegio no podríamos tener. Conmigo en lo particular fue muy generoso porque me dio su tiempo. Conocí la versión oral y escrita de sus libros.

Además, me pedía mi opinión, pero sobre todo yo escuchaba. ‘Dígame ¿qué le parece don Ariel? ¿Qué le parece don Cristóbal? Dígame que les vuelve loco”.

Durante el homenaje a don Julio Scherer García, en presencia de familiares, amigos, lectores y admiradores, se proyectaron imágenes de las portadas de sus libros, fotografías del periodista y hasta sus manuscritos corregidos de su puño y letra, de alguno de los 22 libros publicados durante su trayectoria periodística.

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