La ciudad de las bicicletas blancas

bicicleteros
Mientras la cultura arraiga, los muertos suman
Vecino de la colonia las Huertas, Jesús Víctor Lizárraga usa a diario su bicicleta, o más bien su triciclo como vehículo. Es rotulista desde siempre y en su bici mueve sus pinturas, brochas, lonas o lo que sea que vaya a utilizar en su “jale”.
“Yo prefiero la bicicleta, me subo al camión y no puedo dormir”, dice mientras se toca las rodillas, y continúa su historia a bordo de su triciclo.
Don Chuy, como le llaman sus amigos y conocidos, se unió al colectivo Bicicleta Blanca, que defiende los derechos del ciclista y rinde tributo a aquellos que han fallecido atropellados por un vehículo motorizado.
Desde 2012, en Culiacán esta organización cuelga una bicicleta blanca en señal de protesta y como homenaje al ciclista caído, y desde esa fecha la estadística va en 13 fallecidos; en este año, en apenas cinco días dos ciclistas han encontrado la muerte a bordo de su vehículo de transporte, los días 30 de junio y 1 de julio. El colectivo Bicicleta Blanca tuvo que reunirse otra vez.
El pasado jueves 7, el colectivo honró a Oswaldo Ordóñez, quien falleció sobre la calle Universitarios el 30 de junio y este lunes 10 honrarán a José Manuel Ibarra Salomón, fallecido sobre el bulevar Lola Beltrán, el 1 de julio.
Y don Chuy, a sus 69 años conserva la curiosidad de un niño y esta lo llevó a unirse al colectivo. Él desentona de la mayoría de los ciclistas. A bordo de su triciclo amarillo, marchó con los demás ciclistas, pero su argumento es más que lógico.
“Si se trata de concientizar para que uno ande tranquilo en la bicicleta lo voy a hacer y porque sé que mi hijo también anda en la bicicleta y no sé si mañana o pasado vaya a tener yo la desdicha de también colgar una bicicleta, pero eso no me mortifica porque él se cuida mucho, se cruza con semáforo y todo, es una persona tranquila pero yo la bicicleta siempre la voy a usar”.
El cruce de la muerte
Sobre la calle Universitarios hay colgadas ya dos bicicletas blancas. La más reciente fue la de Oswaldo. Decenas de ciclistas bloquearon un carril de la rúa mientras colgaban la bici blanca. En junio de 2015, esa avenida cobró la vida de un ciclista, Pedro Enrique Mariscal Villa, de 45 años.
El contingente de Bicicleta Blanca partió a las 20:00 horas de la plazuela Rosales hasta el puente sobre el río Humaya, a un costado del estadio de futbol. Un operativo de tránsito los resguardó. “No vaya a ser”, dijo uno de los agentes que movía el tráfico.
Oswaldo es descrito como una persona alegre, quien a sus 31 años encontró la muerte a bordo de su bicicleta. El testimonio de Mariel Vega Yee, amiga de Oswaldo y colega en el uso de bicicleta, se une al de la comunidad que usa este vehículo como medio de transporte.
“El saber que había un ciclista caído me pegó y más porque es mi ruta de todos los días para llegar a Ciudad Universitaria. Un día después me entero que es Oswaldo y se me mueve todo, porque yo con él tengo demasiados recuerdos”.
Estudiante recién egresada de la preparatoria Emiliano Zapata de la UAS, Mariel es ciclista desde los 12 años, y durante el ciclo escolar 2015-2016, utilizó su bici como medio de transporte.
“Yo traficaba todos los días por esa vía… es muy triste saber que el próximo podemos ser nosotros si no hacemos algo por enaltecer y hacer que progrese la cultura vial”.
 
Los números rojos
En Sinaloa, según datos de la Comisión Nacional para la Prevención de Accidentes (Conapra), entre 2012 y 2013 fallecieron en un accidente 23 ciclistas a causa de un vehículo motorizado y de 2014 a la fecha, tan sólo en Culiacán la cifra va en 10 fallecidos.
Los datos de Conapra indican que en conjunto, el 86.3 por ciento del total de las defunciones en accidentes en Sinaloa entre 2009 y 2013 son usuarios vulnerables, es decir, peatones, ciclistas y motociclistas.
El 29 de mayo de 2014 Bicicleta Blanca acudió a la sesión de Cabildo Abierto con una serie de propuestas para prevenir incidentes viales a ciclistas de la ciudad. Con el folio 237, el movimiento no encontró eco en sus peticiones.
Solicitaron reductores de velocidad en el carril derecho de la vía para evitar el rebase y la velocidad inmoderada así como fijar el límite de velocidad e instalar señalética en los bulevares Gabriel Leyva Solano y Lola Beltrán, ambos con bicicleta blanca.
Un año después, el 16 de julio y con folio 881, el colectivo Mujeres en bici hizo una nueva propuesta, la cual consistió en dar un carril de prioridad ciclista por el bulevar Lola Beltrán, desde el fraccionamiento Stanza Toscana en las inmediaciones de Bacurimí, continuando por Enrique Cabrera, hasta el bulevar Universitario y Ciudad Universitaria.
En ese trayecto se encuentran tres universidades (U de Durango, U de O y UAS), por lo que el colectivo solicitó señales de límite máximo de 30 kilómetros por hora, cajas de espera verdes en los cruceros con semáforo para usuarios de bicicleta y señales de precaución marcando que la distancia mínima preferida de espacio entre un automotor y un usuario de bicicleta es de 1.5 metros.
La propuesta quedó en el olvido y ni el Instituto Municipal de Planeación o el alcalde Sergio Torres Félix, se reunió con ellos para buscar una solución. Usar la bicicleta parece ser un deporte de alto riesgo en Culiacán.
“El próximo puede ser uno de nosotros”
El fallecimiento de Oswaldo y de José Manuel caló hondo entre los ciclistas. Pudo ser cualquiera de ellos, y a pesar de que no tienen un censo concreto, el colectivo Pro Ciudad tiene algunos estudios realizados con la supervisión del Instituto del Transporte y Políticas del Desarrollo (ITPD) y revela que este número va a la alza.
“Es un tema muy delicado porque así como varios lo hemos mencionado, el próximo podemos ser uno de nosotros, por qué, porque yo sé que existe un estigma muy grande de que los ciclistas somos muy arrebatados y de que realmente entorpecemos el arroyo vehicular y al contrario de eso, pues somos un usuario más de la vía que merece su espacio y ser respetado”, dijo Mariel Vega Yee.
Sin embargo, la autoridad no sólo les ha negado espacios, sino que los ha ido segregando a ciertos sectores a pesar de que desde 2014 la cifra de ciclistas fallecidos en la capital del estado es de 10.
Al final, cuando un ciclista circula por la calle y ve una bici blanca colgada la estadística pasa a segundo término. El desasosiego les llega, los recueros de la ceremonia en que la colgaron y el pensar en que pudo ser alguien cercano se mete en la cabeza, y lo único que les queda es seguir pedaleando.
 
 
 

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