Al candidato independiente a gobernador Francisco Frías Castro, en lugar de felicitarle por los señalamientos directos que le hizo a Héctor Melesio Cuen Ojeda durante el debate entre candidatos y haberlo calificado de “torturador, al presionar y coaccionar a estudiantes y a maestros para apoyar tu campaña”, habría que reclamarle porque siendo Secretario de Educación Pública y Cultura del Gobierno del Estado, se mantuvo silencioso, y en alguna medida, fue cómplice durante más de cinco años ante la situación que se vive en la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Hay que tener solvencia moral para criticar a la competencia electoral porque si no, es mero oportunismo. Mera cháchara electorera. A Cuen se le viene criticando desde que reformó la ley orgánica para eternizar a su grupo en el control de la Universidad. Para lograr esta infamia contra el pueblo sinaloense, contó con el apoyo del PRI de Aguilar Padilla y continuó con el de Mario López Valdés, es decir, de los partidos y personas que impulsaron el “gobierno del cambio”, como fueron el PAN, PRD, PT y el entonces partido Convergencia, hoy Movimiento Ciudadano. O, sea, todos los partidos apoyaron este “consenso”. Quizá, por eso, algunos de los debatientes se mantuvieron penosamente silenciosos ante el control que tiene el maestro sobre la máxima casa de estudios de los sinaloenses.
Y ahora, en tiempo de campaña por los votos, hay quienes como el doctor Frías Castro se lanzan contra Cuen Ojeda en un acto de ganar un segmento importante del electorado universitario y de sus familias, porque si otra cosa fuera habría dicho no sólo que le molesta, sino a qué se compromete con la Universidad.
El descontento es creciente aun cuando, o por eso mismo, el rector, el Consejo Universitario, los directores y operadores electorales, buscan cerrar este proceso electoral rindiendo buenas cuentas a quien podríamos llamar su “jefe máximo”, es decir, quien pone y dispone en la centenaria casa de estudios.
Sin embargo,  la UAS no necesita que se le utilice en tiempos electorales sino que se le ayude a recuperar la institucionalidad perdida, su dignidad, la esencia diversa y plural, su tarea educadora en libertad y la formación de los cuadros profesionales y técnicos  que el estado necesita.
Sólo por eso es indispensable que todos los candidatos a gobernador o alcaldes —incluido el mismo Cuen Ojeda— digan con precisión qué piensan del estado en que se encuentra la institución y que hagan compromisos serios con ella para recuperar un ambiente de libertad, en el que el conocimiento sea la pieza clave de todo su engranaje.
No decimos que la política deba salir de la Universidad, sino el PAS o cualquier otro partido que busque apropiarse de este patrimonio de los sinaloenses, y es que sólo garantizando la autonomía universitaria y favoreciendo la diversidad política e ideológica, es como esta institución servirá a quienes en última instancia son los que la financian con el pago de sus impuestos.
Sé que es mucho pedir a políticos, más interesados por su futuro personal que por ofrecer alternativas a los problemas que sufren las instituciones de nuestro estado, pero estamos obligados a no quitar el dedo del renglón sobre esta Universidad a donde diariamente llegan más 150 mil estudiantes, profesores y trabajadores, con el fin de contribuir a un bien mayor, que es el de la educación de los jóvenes que hoy más que nunca están amenazados por la narcocultura, las tecnologías y el individualismo.
En definitiva, el doctor Frías Castro tocó una fibra muy sensible de la comunidad universitaria, pero mal, muy mal se ve, si lo que busca es solo voto para su candidatura.
Los universitarios, aun con lo que se diga de que hay miedo, sometimiento, control, chantaje, acarreo, el año pasado durante las elecciones federales demostraron que si bien le pueden sacar una firma de apoyo para registrar una candidatura ligada al grupo político dominante, a la hora de votar lo hace, si es que lo hace, en absoluta libertad, en la soledad de la mampara, sin ningún tipo de tutelaje de un miembro del PAS.
Y eso es lo que me atrevo a pronosticar que sucederá el 5 de junio, cuando ha sido más obvio y desesperado el deseo de coaccionar la conciencia de los universitarios.
Al tiempo.