Sé que es imposible negar una habitación a alguien que está dispuesto a pagarla y más si son 3 mil pesos. Sé que es más difícil negársela a estrellas mediáticas. Sé qué es arriesgado hacerlo si el que la renta tiene mala fama de ser violento y viene acompañado de quienes posiblemente lo son más. Sin embargo, aun con todo estos asegunes, rentarlo a El Chapo Guzmán y a sus invitados, no puede pasar desapercibido cuando se hace pública la información.
Hoy, la UAS, por una decisión quizá del responsable administrativo de la cosalteca Reserva Nuestra Señora Mundo Natural, está en el torbellino generado por la detención de Joaquín El Chapo Guzmán porqué ha trascendido que en ese lugar se llevó a cabo la entrevista entre este y los actores Sean Peen y Kate del Castillo.
Las voces más maledicentes buscan encontrar responsables en las alturas burocráticas de la Universidad. Hacerle ruido al cacicazgo político que existe en ella. No lo van a encontrar salvo que haya evidencias que solo el Cisen puede tener.
Pero, no hay duda que en esta exhibición nuestra casa de estudios sale mal librada. No se habla de los merecimientos académicos que en forma reiterada señalan sus funcionarios. Tampoco de sus buenos deportistas o artistas. Menos de los miembros del SNI y el Promep. No, se habla de que la institución, no está exenta de este tipo de contactos y de que en ella podría haber interesados en favorecer este tipo de encuentros que hoy dan en forma de noticia la vuelta al mundo.
México, Sinaloa, Los Mochis, UAS, parece un cuadrado perfecto para explicar el tejido de una realidad que no aparece tener límites como es la sinaloense. Alcanza la política pero también la economía y hasta el mundo universitario. Una Universidad que en los últimos ocho años ha perdido producto de la violencia criminal al menos cinco decenas de sus funcionarios, profesores, trabajadores y estudiantes.
Y esa agresión especializada, de la que las autoridades se niegan a recordarlo con un “para qué hablar del pasado”, como si la violencia en Sinaloa fuera pasado. No presente, no futuro.
Pero, afortunadamente los sucesos y la presión de los medios, obligan a las autoridades a salir del confort de los salones burocráticos y dar la cara a los periodistas. Nada más que lo hacen en forma desordenada y con un guion muy gastado.
Esgrimiendo argumentos pueriles que llaman a la desconfianza. Primero negando la presencia de los personajes en la Reserva y luego el propio rector Guerra Liera bromeando en un tono de mal gusto cuando dice: “Si hubieran aparecido ahí, nosotros hubiéramos ido a pedirle un autógrafo”, quizá soltando una carcajada como autofestejo de la ocurrencia.
Luego, en un tono más serio, pero en la misma línea argumental crítica a la investigación realizada por Riodoce y qué produjo un artículo de nuestro director en la revista Proceso: “Es una inferencia, dijo, muy subjetiva donde se parte, parece ser, de una entrevista que da este actor norteamericano, donde narra el entorno donde él fue llevado. De ahí no puede inferirse que fue en la universidad. Si hay pruebas, las van a tener que presentar”.
Es decir, el rector actúa como autoridad judicial o simula como si fuera en busca de la verdad histórica, cuando la premura y la defensa de la UAS obligarían a él exigir una investigación interna entre los responsables institucionales de la Reserva Ecológica, sus trabajadores, becarios, etc., de lo contrario, con su actuar poco responsable incrementa la sospecha de querer evadir respuestas de fondo y es ahí donde en lugar de ayudar a la imagen universitaria, la perjudica, pues sobre ella se cierne la sospecha instalada en los medios de comunicación.
Esta lógica de banalizarlo todo, pensándose que sé es inteligente al hacerlo, vale para medios y periodistas maiceados, pero en este momento en que la prensa internacional busca armar todo el rompecabezas de la persecución y detención de El Chapo Guzmán, exhibe la altura de quienes dirigen la Universidad. La verdad, dan pena ajena.