Nace en Caborca, inmerso en un entorno rural y de arte
rupestre (vivía cerca de pinturas rupestres y petroglifos) y
estimulado por lo que veía, desde niño pintaba en las
paredes de su casa.
El joven Carlos Coronado, sufre la hostilidad de la familia, al
expresar su deseo de ser pintor. Con tal propósito Viaja a
Hermosillo para estudiar pintura, inscribiéndose en el único
taller que existía y que era dirigido dos maestros españoles,
quienes lo inician en el academicismo europeo y lo reprenden
por su querencia por las texturas , colores y temas rupestres .
Carlos Coronado desde un principio se nutrió de su entorno,
que se llevará, en su segunda estancia académica :“La
escuela de la Esmeralda”, en México, donde coincide con
Ernesto Muñoz Acosta.
Ahí “la contracorriente” lo nutre bajo la tutela del maestro
Santos Balmori quien lo acerco a Gauguin, Picasso, Henry
Moore y a la abstracción que le dieron los recursos técnicos
para desarrollar plásticamente sus visiones estéticas del arte
rupestre.
A pesar de su cercanía a los muralistas de segunda
generación, él es matérico, colorista órganico, por su
conocimiento de la luz, el paisaje y la naturaleza de los
desiertos de Sonora y baja California.
Después de México, viaja a California y Arizona, para
establecerse finalmente en Mexicali desde finales de los
años sesentas.