Muchas cosas acaban mal porque si no, no acaban*

 

protestas

Desfondado, sin alcanzar resuello, totalmente descompuesto llega el equipo de Malova al cierre del sexenio. Y no es que la prueba fuera extenuante, no se trató de correr un maratón, lo que sucede es que para cualquier esfuerzo es necesario administrarse, tomar un ritmo para llegar al final y no quedarse en el camino tirado.

Malova, que sabe de ejercitarse y del esfuerzo físico, falló estrepitosamente. Acaba perseguido por acreedores, sin tener el recurso suficiente para pagar lo básico que es la nómina y las prestaciones que implican.

Se sabía mucho —aunque no todo— de los pasivos sin fuente de pago, se los estuvo señalando la Auditoría Superior hasta el cansancio a la Secretaría de Administración y Finanzas. Eran una bomba de tiempo, porque en el servicio público siempre debe existir un respaldo de pago para cada compromiso, pero aun así se fueron acumulando.

Es lastimoso que desde el patio de palacio le griten: “Malova, ratero, devuelve el dinero” o “bailando llegaste, bailando nos dejaste.” Aunque los trabajadores de salud, maestros, burócratas, jubilados, empleados de confianza, gritaban en el desierto, a las viejas paredes de la unidad administrativa, porque dentro no había nadie para escucharlos.

El desprestigio que acompaña al equipo malovista en esta recta final no es nada diferente al que enfrentaron en su despedida los aguilaristas o millanistas, por hablar del pasado reciente. Y es que tocó la parte más sensible de quienes de un modo u otro estuvieron también en el servicio público, les pegó en el bolsillo y los trató como si fueran mansos burócratas.

Los argumentos que ofrece el gobernador Malova para explicar los adeudos son raquíticos: “Asuntos administrativos y la falta de liquidez en las proyecciones presupuestales de cierre de año son factores que ocasionaron la falta de cumplimiento en tiempo y forma la totalidad de los trabajadores en el estado.”

Asuntos administrativos es todo y nada, y lo mismo la falta de liquidez, puede deberse a que no le enviaron las partidas federales o que no se previeron los fuertes gastos de fin de año.

 

Margen de error

(Tiempo fuera) Desde el gobierno se pensó que el sexenio terminaba con la campaña mediática y las entrevistas del sexto informe, pero esto no se acaba hasta que se acaba. En el final-final de nada le servirá al gobernador Malova recordar que aquel segundo trimestre del 2016 la economía de Sinaloa creció un 8.3 por ciento (más que China, uno de los países dinámicos del mundo), o que se coló el estado al top ten de las entidades en México del Índice de Competitividad que elabora el IMCO, menos que rompió record en el registro de empleos formales ante el IMSS.

Y aunque todos sabemos los asegunes de cada una de esas afirmaciones que se usaron como propaganda: que crecer un trimestre en esas tasas no es crecer más que China porque no es sostenido ni a largo plazo, y que la mejora en el Índice de Competitividad requiere además apuntalarse, o que los empleos formales son parte del programa federal que fomentó y hasta obligó a muchos a entrar a la formalidad, le daban al cierre del sexenio de Malova un golpe de suerte envidiable, le permitían contar con asideros a las críticas muchas veces igual de infundadas que los presumidos logros.

Pero todo se derrumbó. Ahora lo que necesita es callar las protestas que se multiplican y parar a los cobradores que lo persiguen.

 

Mirilla

(Hablando claro) José Luis Sevilla nunca fue parte del equipo de Malova, pero se le incluyó en el gabinete como parte de las cuotas y concesiones del nuevo gobierno a quienes ayudaron a la coalición. Sevilla, hijo del empresario constructor y encargado de obras con Toledo Corro, Jaime Sevilla Poyastro, ocupó una de las posiciones que se le otorgaron a Heriberto Félix, en aquel momento Secretario de Desarrollo Social federal y promotor de la candidatura de Malova en el PAN.

Sevilla Suarez tenía muy poca experiencia en el servicio gubernamental al llegar al área de obras públicas estatal, apenas ocupó un cargo con Félix Guerra a nivel federal, es un empresario de cepa. Hace más de 50 años su padre fundó una empresa que ahora él encabeza, Superblock, líder en la creación de piezas de concreto prefabricadas.

Durante la segunda parte del gobierno de Malova empezaron a pregonar su salida del cargo. Sevilla Suarez, decían, sería parte del reacomodo de piezas del gobernador. Se mantuvo, y al final fue de los muchos que empezaron y terminaron en el mismo puesto. Con esos antecedentes no pueden tomarse sus declaraciones en el Congreso como un exabrupto o un tropezón de sinceridad. Y aunque no se tratan de grandes revelaciones, viniendo desde dentro del gabinete toman relevancia: Dijo ante diputados que las obras se gestionaban por diputados y funcionarios, quienes arreglaban la licitación con “telefonazos” actuando como padrinos, que no existe la planeación porque a veces iniciaban las obras con un croquis.

Pero el desahogo de José Luis Sevilla no encontró eco entre los diputados, muchos de ellos padrinos de obras por cierto. El círculo virtuoso de planeación, proyecto, baja de recursos y obras, se convirtió en el sexenio de Malova en círculo vicioso dice Sevilla: “aquí, es baja de recursos, obra y ve cómo haces el proyecto. Así hemos funcionado los seis años casi, en todo. No tengo la menor duda en decirlo. No estoy tratando de echar ninguna mentira ni tratando de echar de cabeza a nadie. Así hemos funcionado”.

 

Primera cita

(Sin concesiones) En el nombramiento de Carlos Gandarilla en el PRI está la mano de Quirino Ordaz Coppel. Tal como se encargó de influir en el Congreso para la presidencia de la Junta de Coordinación Política, colocando a Irma Tirado.

Quirino no está dejando ninguna pieza suelta. Ocupa para gobernar el control del partido y por supuesto una mano en el poder legislativo. Con este estilo que empieza a mostrar el todavía gobernador electo, se espera entonces que cierre la pinza influyendo en el poder judicial (PUNTO)

* Cita: Jorge Wagensberg.

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