La Incubadora de Promoción de Salud Mundial (GHAI), organización no gubernamental que coordina campañas de implementación de políticas públicas enfocadas en la salud, presentó un informe en el que acusa a la industria de ultraprocesados de utilizar la pandemia del Covid-19 para maquillar su imagen, esto mediante campañas altruistas disfrazadas y estrategias publicitarias engañosas.
En el informe titulado “Enfrentando dos pandemias: cómo los grandes alimentos socavaron la salud pública en la era de Covid-19” se detalla cómo las grandes multinacionales de alimentos y bebidas como Coca-Cola, McDonald’s, Nestlé y PepsiCo, entre otras, aprovecharon la pandemia para comercializar sus productos de manera agresiva y tratar de influir en las políticas alimentarias alrededor de mundo.
La información consta de más de 300 ejemplos de hechos ocurridos en 18 países, entre marzo y julio de 2020, en los que la industria de la chatarra hizo campaña a su favor y menguó la salud pública.
¿Por qué era importante para la industria?
A finales de marzo, cuando la pandemia se disparó en occidente, pudimos ver una alta mortalidad por coronavirus en personas con enfermedades preexistentes, especialmente las relacionadas con una mala alimentación: diabetes, hipertensión, enfermedad cardiaca, obesidad, etc.
Hasta entonces, de Asia y Europa habíamos visto una mayor mortalidad en adultos mayores, las gráficas mostraban un incremento en muertes estrechamente ligadas a la edad, pero cuando las cifras se empezaron a recabar en América, nuestros muertos estaban más concentrados al medio de la gráfica por edades: el primer fallecido en México tenía 41 años, pero era diabético.
La prevalencia de este tipo de enfermedades hizo que las muertes se dispararan en nuestro continente, con Estados Unidos, Brasil y México como los países con mayor índice de mortandad; esto desnudó el hecho de que los hábitos alimenticios están sumamente ligados a la respuesta inmunológica al virus.
La comida chatarra y las bebidas azucaradas fueron objeto de justificados señalamientos, que los catalogaron como promotores de enfermedades asociadas a un mayor riesgo de muerte por coronavirus. Esto provocó que la industria lanzara este tipo de estrategias con el afán de lavar su imagen y seguir colocando sus productos.
Campañas altruistas: se regala chatarra
Algunos de los ejemplos recabados en la investigación incluyen donaciones en Brasil, por parte de Nestlé, Bauducco y Danone por más de 400 toneladas de alimentos, incluidos ultraprocesados que son señalados como dañinos para la salud en las mismas guías alimentarias de ese país.
En Sudáfrica, Coca-Cola se asoció con una organización sin fines de lucro para donar refrescos a familias vulnerables en municipios y centros de salud, uno de ellos el Centro para el Tratamiento de la Obesidad. Irónico.
Otra estrategia detectada fue la de promocionar alimentos y bebidas no saludables como productos esenciales, seguros y estimulantes inmunológicos.
En Colombia, la compañía Alpina promocionó una presentación de su yogurt Yox como fortalecedor del sistema inmunológico, junto a la imagen animada de una joven con cubrebocas.
En ese mismo país, PepsiCo pudo continuar produciendo durante el paro de labores, esto debido a que sus productos lograron ser colocados como parte de la canasta básica gracias a las gestiones con el gobierno.
En Brasil, el segundo país con mayor número de muertes de nuestro continente, el Instituto Internacional de Vida y Ciencia, afirmó que los alimentos procesados son seguros y con menor riesgo de contaminación física y química, pero que además son aliados en la lucha contra el Covid-19.
Pero el caso más singular es quizás el de los Estados Unidos, Lunchables, Frosted Flakes y McDonald’s Happy Meals, se anunciaron en la plataforma de aprendizaje en línea de ABCya. A pesar de ser una herramienta educativa, terminó por ser cómplice de la industria y demostrar que el dinero es capaz de derribar cualquier barrera moral.
Los alimentos y bebidas ultraprocesados, definidos como alimentos listos para calentar y comer fabricados industrialmente, son los principales contribuyentes al aumento de las tasas de obesidad, enfermedades cardiovasculares y enfermedades relacionadas con la dieta. Las personas con estas enfermedades corren un mayor riesgo de experimentar complicaciones por Covid-19 que las personas sin estas afecciones.
Esto hace que las actividades de Big Food sean especialmente problemáticas: los países con altas tasas de obesidad y enfermedades relacionadas con la dieta enfrentaron la pandemia de Covid-19 con una enorme responsabilidad: una población vulnerable más susceptible a complicaciones, e incluso a la muerte, por Covid-19.
Las mismas empresas que ya habían contribuido al aumento de las tasas de obesidad y enfermedades relacionadas con la dieta explotaron el Covid-19 para posicionarse a sí mismas y a sus productos como “esenciales”, al tiempo que, directa e indirectamente, influyeron en la política de salud pública.
Artículo publicado el 22 de noviembre de 2020 en la edición 930 del semanario Ríodoce.