Andrea y Brenda

FEMINICIDIOS. Maldita realidad.

En Culiacán, Sinaloa, dos niñas fueron asesinadas y luego incineradas. Andrea de 14 y Brenda de 16, aparecieron en un predio que está en el mismo casco urbano de la ciudad. Cuando llegó la autoridad a cubrir el reporte aun estaban en llamas sus cuerpos.

Horas después, en Ciudad de México, familiares y colectivos tomaron el edificio principal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos en reclamo por la débil actuación de la autoridad ante la violencia contra niñas y mujeres en el país. Hay casos en concreto, pero son asuntos que en el fondo explican muchísimos otros. Ni siquiera mencionaron a Andrea y Brenda. El edificio sigue ocupado y se ha convertido en un refugio de víctimas. Las fotografías de su interior se han vuelto un ícono del reclamo histórico a los sucesos violentos. Pintas y leyendas en el interior.

Las protestas cundieron, los casos se acumulan. Después de la sede nacional en la capital, se tomaron también las oficinas de la CNDH en el Estado de México, Aguascalientes y Michoacán. Se pidió además la renuncia de funcionarias de instituciones encargadas de la defensa de niñas y de género. En Ecatepec la invasión concluyó con la quema del edificio. En Culiacán, los colectivos se organizaron para pedir la separación del cargo de la encargada de la protección de niños, niñas y adolescentes, ante declaraciones que revictimizan a Andrea y Brenda.

En estos mismos días, en un juzgado de Culiacán, se registró la audiencia de un feminicida múltiple. Está involucrado, según la acusación, en los crímenes de Cecilia –diciembre de 2018-, Melissa –febrero de 2019-, Lucía –diciembre de 2019-, y Olga –enero de 2020. Dos de ellas degolladas y otras dos estranguladas. Sería la primera imputación que hace la autoridad contra una sola persona de más de un feminicidio. El reportero Alejandro Monjardín cuenta la historia en esta edición.

El país es más que Covid o las rencillas por el poder entre grupos y organizaciones. Las estampas anteriores son apenas una recapitulación de cuánto ocurre mientras nosotros nos mantenemos distraídos en la nada.

Los datos más recientes son una bofetada: En México diariamente desaparecen cuatro niños o niñas; y son asesinados, en promedio, casi cuatro menores de edad por día. El asesinato de Andrea y Brenda son más frecuentes de lo que pensamos, quizás con menos saña pero ocurren…todos los días.

De repente pensamos que casos que llaman la atención mediática nos quedan lejanos, por una distancia que ahora no existe, pero no es así. Fátima desapareció el 11 de febrero pasado, cuatro días después la encontraron muerta. Un sujeto que la conocía la sustrajo, la mantuvo retenida y la asesinaron. Fátima solo tenía 7 años.

Andrea solo 14 y Brenda apenas 16.

 

Margen de error

(Investigación) Los nombres de Andrea y Brenda no pueden perderse como muchos otros. Entre las declaraciones insolentes de una funcionaria que claramente está alejada de tener las facultades para el cargo, o los pleitos de un Alcalde que solo sabe confrontar y nunca escuchar.

El fondo está en lo básico. ¿Quién asesinó a las dos niñas? y eso ahora es competencia exclusiva de la Fiscalía General de Sinaloa. Ahí nadie habla, nadie escucha. Están encerrados, literal.

En el fondo también, por supuesto, están comportamientos repetitivos de la violencia en una entidad como Sinaloa. Andrea y Brenda no serán las únicas víctimas calcinadas, pero sí son las dos niñas que en este momento fueron asesinadas de esa forma. Y eso es la urgencia por ahora.

 

Mirilla

(Alerta) Se acreditó también que no se activó la alerta Ámber en las desapariciones de Andrea y Brenda. En Sinaloa se activa la alerta por la desaparición de un menor de edad más de dos veces por semana, van 98 hasta la primera semana de septiembre de 2020.

Hasta el viernes estaban cinco menores desaparecidos, con alerta Ámber activada. La gran mayoría aparecen localizados, aparentemente sanos y salvos. Pero muchos otros no.

 

Deatrasalante

(Un 8 y 9 de marzo) El 8 de marzo de 2020 parece muy lejano. Las marchas feministas que se registraron hace apenas seis meses marcaron un hito impresionante en la lucha desigual de las mujeres por la equidad de oportunidades o incluso el reconocimiento de derechos. Ya no se trató de una marcha centralista en la capital, ruidosa y hasta violenta, sino de una serie de réplicas por todo el país con un mensaje en común.

Al día siguiente -9 de marzo de 2020- el mensaje #UnDíaSinNosotras fue fundamental para reforzar una demanda que no es nueva y que la mayoría de las veces no se dimensiona en su tamaño real.

La emergencia por la Covid paralizó al mundo entero. Nos guste o no también el movimiento feminista entró en una pausa que seis meses después resucita. El discurso se centra algunas de las veces en si quemaron cuadros, hicieron pintas, o desmanes, pero el fondo está en otro lado. En una larga, añeja, histórica demanda no atendida. Y eso, en el cambio de autoridades, parece no comprenderse. Como si quienes mandaran fueran los funcionarios, no las víctimas(PUNTO)

Columna publicada el 13 de septiembre de 2020 en la edición 920 del semanario Ríodoce.

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