Punto de nostalgia: El Santuario del Sagrado Corazón de Jesús

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En el centro de la ciudad, en esquina de Donato Guerra y Ángel Flores, esta bella parroquia alegra el corazón del centro histórico de la capital de Sinaloa. Lugar de inspiración de poetas, pintores, cantantes y bohemios.

En el año de 1890 se colocó la primera piedra. En el año de 1901, aún no terminada de construir, el señor Obispo don José Homobono Braya y Gutiérrez la declaró en funciones. Pero el destino tenía reservado para esta emblemática iglesia algunos acontecimientos que abonarían a su impresionante historia.

En el año de 1911 tenía levantados sus muros y parte del techo, era pues una obra en construcción, por cierto, a cargo del principal constructor de la ciudad de aquellos tiempos, ese era el Ingeniero y Arquitecto Luis F. Molina.

En los meses de mayo y junio de aquel año, nuestra ciudad sufrió el feroz ataque de un batallón del ejército federal comandado por el coronel Morelos, enviado desde la capital de la República por el mismo presidente don Porfirio Díaz. Su misión: apaciguar a como diera lugar los brotes de los alzados que por toda la nación se habían revelado en contra de su gobierno.

Las rabiosas huestes militares, después de haber derrotado a sus enemigos en Tamazula, Durango, invadieron nuestro estado arrasando a su paso pueblos, rancherías y haciendas en donde asesinaron, robaron y violaron, con bestial salvajismo, sin perdonar nada y a nadie. A su paso, igual que Atila, se ganaban el odio y  el desprecio de la gente. Al llegar a nuestra ciudad, aquel batallón, convertido en horda de salvajes, se pertrecharon en el Santuario.

Los alzados revolucionario convocaron a la ciudadanía para defenderse de aquellos desalmados, y la gente respondió, cientos fueron al llamado, destacando entre ellos don Herculano de la Rocha y su hija Clara, quien por su valor e inteligencia alcanzó el grado de coronela. También destacó Valentina Ramírez, la famosa Valentina. Las acciones heroicas de los culichis de aquellos tiempos, son una muestra contundente de que cuando el pueblo se decide a defender sus derechos, lo hace con decisión y una fuerza invencible.

Este fue el caso, porque los ciudadanos no atendieron el llamado del señor Obispo, ni tampoco del Gobernador, quienes intentaban proteger al enviado de don Porfirio; en cambio se fueron con todo en contra de aquellos que manchaban el honor militar de la nación. Los ciudadanos derrotaron y ajusticiaron a sus cabecillas, entre ellos al Coronel Morelos. Las huellas de aquella gloriosa batalla están en las paredes del templo, aún se pueden apreciar algunos agujeros de las balas de uno y otro bando.

Me parece justo recalcar la firme y valiente decisión de las mujeres antes mencionadas, de Clara. Se dice que ella, en el afán de ser admitida como integrante de las fuerzas revolucionarias del pueblo, se vistió de hombre, se fajó una calibre 38, se terció unas cananas con balas y un rifle 30-30, adornó su cara con un bigote postizo, y encendiendo un macuche de hojas de elote, se presentó fingiendo la voz y quedó registrada con un nombre falso de varón. Fue descubierta cuando al cruzar un río, el caballo que montaba se le encabritó y en el intento de controlarlo, se le cayó el sombrero dejando libre una larga cabellera. Pero eso no la arredró, al contrario, hizo gestos de reto y se impuso.

Por su parte La Valentina fue una mujer que en el nombre llevaba la fuerza de su carácter, luchó con valor demostrando que el ser mujer no le escatimaba, para nada, su derecho de luchar por sus ideales. El gobierno y la sociedad aún tienen pendiente una deuda con esta revolucionaria, pues nunca le hicieron justicia por sus sacrificios. Mucha gente de Navolato fue testigo de cómo vivió sus últimos años, olvidada, y en la más espantosa de las miserias.

El padre Manuelito

Manuel Orozco Madrigal se llamaba. Él recibió del señor Obispo Lino Aguirre y García la erección de la parroquia, del Santuario del Sagrado Corazón de Jesús, y según registros del padre Carlos Magaña, el solemne acto fue el 24 de mayo de 1953. La influencia de este mandato abarcaba parte de la ciudad y los poblados de Las Flores, Bachigualato, Aguaruto, San Pedro, Campo Romero y La laguna de San Pedro.

También se dio formal inicio al archivo parroquial, al registrarse el primer bautizo de una niña con el nombre de María, cuyos padres fueron don Raúl Barrantes y Lidia María Acosta; el padre que ofició el acto fue el carismático padre Manuelito, quien desde aquella fecha estuvo al frente de nuestro icono parroquial, en donde durante más de 25 años supo ganarse la estima de la feligresía por su sencilla y humanitaria forma de ser. Supo conducir a grupos de religiosas, como las madres franciscanas. La comunidad católica, la administración y notaría hasta el día en que, atendiendo el llamado de sus superiores, se le confirió atender los destinos de la Iglesia de Cristo Resucitado, erigida en la Colonia La Campiña. Quedando en el Santuario, su hermano, el padre Toñito.

Son muchas las anécdotas que la gente de la ciudad refiere, con simpatía, del padre Manuelito, a quién por su singular forma de ser, siempre jovial y alegre, algunos lo conocieron como El Castañuelas, porque tenía la costumbre de tronar los dedos durante sus célebres homilías.

Intentando emular al padre Manuelito. Va un llamado de atención a los que con vehemencia y sin escatimar sacrificios ahora están desarrollando jornadas sin descanso, sufriendo hambres, sed, fatigas y hasta nauseas, todo en pos de un escaño para ocupar una curul o un hueso menor, quiero decir: puesto de comparsa municipal. Si llegas a alcanzarlo, no está de más que tomes en cuenta, que el espíritu bravío del culichi, demostrado en la batalla del Santuario en 1911, sigue vivo, y estará atento para reclamarte en caso de que te confundas, y en lugar de servir, te sirvas. ¡Ten cuidado!

leonidasalfarobedolla.com

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