La escritora mexicana ha tomado el haikú, minificción y el cuento como géneros para contar historias
Cristina Rascón nació en Culiacán, pero creció en Sonora. Vivió en Japón, Monterrey, Ciudad de México. Siempre transitando de un territorio a otro. Así nutre su literatura, esa que busca que el lector cuestione su realidad inmediata.
También aquella que empuje a la transformación y a la toma de rumbos distintos. No es una idea ambiciosa, los personajes de sus historias siempre tratan de liberarse de lo que les dicen que es su único destino.
Como autora de una decena de libros, traductora, formadora de nuevas voces narrativas, Rascón plantea brindar además armas para vivir. La literatura es un acto intenso que cuestiona, pero también propone.
Eso lo supo desde que se acercó a ella. En sus recuerdos siempre leía y escribía, fue algo inherente, defendiendo la brevedad como un género literario.
En Dime tu nombre, su más reciente publicación, reúne cuento, minificción y haikú, tres géneros, que a diferencia de la novela, son menos comercializados pero le permiten hablar de muchos temas.
“Yo defiendo la brevedad de estos géneros, afortunadamente hay un boom de haikú y de minificción, que aunque no son tan socorridos como la novela, sí hay editoriales que los mueven”, dijo
“Para mí, son géneros fascinantes, el aliento de la brevedad me mueve mucho, me permiten contar historias; la minificción es la máxima brevedad y la sorpresa al final, y con el haikú tenemos 17 sílabas para hablar de algo que provoque una sorpresa”.
Dime tu nombre
Cada cuanto la escritora viene a Culiacán, una ciudad a la que está ligada desde sus ancestros. Lo hace para hablar de literatura, pero también para nutrirse.
Aquí presentó Dime tu nombre, un libro para el que seleccionó historias premiadas, pero también inéditas escritas en Japón, Viena, Monterrey, Sonora, escenarios literarios que ha recorrido.
En ellos hay mucho de la cultura japonesa que la ha fascinado y una mezcla cultural de México, pasando por la indígena sonorense.
La publicación mencionó que es parte de la Colección Mujeres, Razón y Porvenir del Fondo Editorial de México y la Universidad Autónoma del Estado de México, que busca dar un paso a la igualdad de género.
Para ella, esto es importante. Siempre se piensa que la mujer es emocional, pero también puede ser muy racional. En su biblioteca no falta la obra de mujeres, como Inés Arredondo, Clarice Lispector, Luisa Valenzuela, al lado de cuentistas como Borges, Cortázar y Rulfo.
“Mis dos primeros libros los escribí desde Japón, Monterrey, Ciudad de México, pero siempre viendo el mundo sobre el origen, me ha interesado escribir sobre cómo viven las mujeres en el noroeste del país”.
“En mi libro de relatos: La desilusión óptima del amor, aparece Sonora, Canadá, Viena, otros escenarios, pero en ellos las mujeres están peleando su lugar”.
Tiempo de mujeres
En México y el mundo, la escritora aceptó que sí se vive un tiempo para las mujeres en la literatura, aunque en su caso siempre se mantuvo cómoda y desde muy joven empezó a publicar.
Primero editó libros en Sonora y después se integró a distintas antologías nacionales, hacer traducciones, residencias artísticas, dar talleres, incluso ser directora de la Coordinación Nacional de Literatura en el INBAL.
“Siento que a los lectores y a las editoriales les interesa conocer cómo estamos escribiendo, veo una buena promoción de la lectura y escritura, antes solo se le miraba a quienes ya tenían larga trayectoria”, señaló.
“Creo que hay una curiosidad intelectual sobre lo que podemos decir, se están abriendo puertas a autoras como Socorro Venegas, Guadalupe Nettel, Brenda Lozano. Hay de todo y se está valorando en el mercado y en los círculos literarios”.
Artículo publicado el 11 de agosto de 2024 en la edición 1124 del semanario Ríodoce.