Siete años sin el ‘Bato’: En el vértigo nada florece

javier Valdez-9-meses-3

Durante casi dos meses traté de empezar este texto sin llegar a ningún lado y no entendía el malestar que me rondaba. Primero pensé en hablar de la casualidad que nos permitió conocernos en Mazatlán, de lo generoso que fuiste conmigo —un completo desconocido— al abrirme las páginas de Ríodoce, el barquito de papel en el que te acababas de montar con otros periodistas que se convirtieron en entrañables para mí. Ese encuentro definió mi historia, me permitió enredarme con este oficio de periodista que amo a ratos y odio a veces. Gracias por eso.

Borré esos primeros párrafos por pudor, porque me desbordaba en ellos. Pensé, entonces, en hacer un esbozo del Javier que conocí a través de conversaciones, entrevistas y lecturas; recordé lo que otros compañeros han escrito sobre ti y me topé con el mismo Javier una y otra vez: un periodista que ponía el cuerpo, que reporteaba el infierno para mostrar que está lleno de humanidad, que percibía la potencia de los pequeños hechos y la miseria en la grandilocuencia. Y ese recorrido me llevó inevitablemente al día de tu funeral, cuando una llovizna pertinaz arropó la mañana culichi en pleno mayo. Y recordé a una mujer que muy temprano llegó para sentarse delante de tu féretro, estuvo sola con sus pensamientos durante un rato hasta que se encontró con Griselda para abrazarla, y le dijo que trabajaba en uno de los cafés que frecuentabas y unos días antes de tu muerte habías estado ahí.

—¿Hace cuanto que nos conocemos?— le preguntaste.

—¡Uy! —dijo ella— ¡Tantos años ya…

—¡Te quiero mucho, cabrona — le dijiste. No tenías miedo de querer a las personas.

Esa idea me sacudió la cabeza varios días hasta que entendí porqué no podía escribir: volví a verte solo frente a las balas. ¿Cómo decirte que nos siguen matando, que nos seguimos dejando solos, que no hemos logrado parar esto, que seguimos siendo solidarios un día después, cuando se convoca a las manifestaciones por el asesinato de otra u otro compañero (y siempre dependiendo de quién convoque o quien haya caído)? ¿Cómo explicarte que seguimos esperando que la justicia venga del verdugo, porque ni siquiera hemos discutido lo que proponías hace más de una década (no estamos analizando cómo cubrimos esa complicidad entre el narco y el poder político, porque no tenemos claro ni siquiera cómo son nuestras relaciones con el narco y el poder político y cuánto de esas relaciones reproducimos nosotros mismos)? ¿Cómo decirte que estamos fallando? (Aunque escribo en plural hablo sólo por mí, porque seguro hay quien hace o siente que hace mucho por cuidarse y cuidar a otros y otras, por dar la batalla). Y es paradójico porque quizá estamos en uno de los mejores momentos periodísticos del país, por donde quiera brotan propuestas de periodismo que apuestan por hacer las cosas distintas, por la investigación, por contar bien y de distintas maneras, que rema a contracorriente… pero no ha sido suficiente. Algo está faltando en esta ecuación, los cínicos y los patanes siguen siendo muchos y la inteligencia flaquea cuando se confía en el poder; el espectáculo, el morbo y la banalidad siguen presentes en mucho de lo que hacemos, despolitizándolo y convirtiéndolo en otro artículo de consumo listo para competir por likes (estoy odiando el periodismo).

Te imagino la mañana del 25 de marzo de 2017, dos días después del asesinato de Miroslava Breach, a las 9:20 de la mañana, abriendo tu cuenta de Twitter y escribiendo rabioso: “A Miroslava la mataron por lengua larga. Que nos maten a todos, si esa es la condena de muerte por reportear este infierno. No al silencio”. Conocías este vértigo, pero, como decía Sábato, en el vértigo nada florece. Tu respuesta era hacer periodismo a tu manera, sin lugar para la indiferencia, abriéndole espacio a los afectos.

Hace mucho superamos la discusión de la objetividad en el periodismo, pero ahora ha surgido una más compleja, pero que igualmente intenta despojarnos de nuestra subjetividad: compañeros y compañeras que con su trabajo intentan mostrar las asimetrías de esta guerra son señalados muchas veces como “periodistas militantes” y con ello se busca reducir su trabajo a vil propaganda. Al elegir el periodismo las palabras se convirtieron en nuestra materia de trabajo y, ellas, tarde o temprano, se encargan de colocarnos ante los abismos del alma; cuando eso ocurre podremos pasar de largo para refugiarnos en los hechos y los datos y así buscar un sitio en el reino de la imparcialidad, o nos exponemos a explorar en ese universo de contradicciones para intentar tejer un relato sobre cómo funcionan los gatillos que detonan las acciones de las personas. Así fue como desde hace diez años nos avisabas de la crisis forense que hoy nos reventó en la cara, es así como encontrabas la esperanza en medio de tanta oscuridad (estoy amando el periodismo).

Lo que intento decir es que desde donde estés nos sigues convocando a oponer resistencia… y me molesta la sensación de seguir atrapado en el vértigo.

  • El autor es periodista.

Haga click en la imagen para descargar el suplemento digital.

Artículo publicado el 12 de mayo de 2024 en la edición 1111 del semanario Ríodoce.

Facebook
Twitter
WhatsApp
Email
  • 00
  • Dias de Impunidad
RÍODOCE EDICIÓN 1117
GALERÍA
Ríodoce presenta el suplemento cultural, Barco de Papel ⛵️, una publicación que de manera mensual reunirá a las distintas disciplinas artísticas
COLUMNAS
OPINIÓN
El Ñacas y el Tacuachi
BOLETÍN NOTICIOSO

Ingresa tu correo electrónico para recibir las noticias al momento de nuestro portal.

cine

DEPORTES

Desaparecidos

2021 © RIODOCE
Todos los derechos Reservados.