Cine: ‘Chupa’

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A regañadientes, Alex (Evan Whitten) acepta la propuesta de su madre (Adriana Paz) de viajar de Estados Unidos a México y pasar unos días en la casa de su abuelo (Demián Bichir), para que conviva con sus primos Luna (Ashley Ciarra) y Memo (Nickolas Verdugo), y conozca el lugar de donde proviene su padre. Si bien al principio el niño no está muy a gusto, su estancia se vuelve interesante al descubrir una extraña criatura, de la que se rumora está atacando las cabras, chupándoles la sangre hasta dejarlas muertas, y la cual Richard (Christian Slater) está empeñado en encontrar para demostrar que ese rumor es cierto y ganar dinero.

Lo más sobresaliente de Chupa (EU/2023), dirigida por Jonás Cuarón, es su relato de la familia, en el que intenta hacer reflexionar acerca de la reconciliación con algunos sus miembros, a través de conocer las raíces, las cultura de donde se proviene y la convivencia, lo cual a veces no se hace porque hay situaciones no resueltas, provocaciones de parte de los compañeros de la escuela, porque se guarda un rencor, por asuntos que no se comprenden o se conciben de manera inadecuada.

La cinta escrita por Joe Barnathan, Sean Kennedy Moore y Marcus Rinehart, por medio del viaje que realiza uno de sus protagonistas, su estancia en otro país, el conocer a sus familiares y el proteger a un animal que igualmente está lejos de los suyos, provoca que se sanen heridas, se valore a las personas más cercanas y significativas, se reconozcan y se hagan propios algunos elementos de la cultura, los cuales, en otro momento, pudieran causar vergüenza o malestar, lo que bien puede evadirse mediante el uso recurrente de un videojuego.

A pesar de sus buenas intenciones, el filme falla al recurrir a una estructura narrativa por demás complaciente, obvia y estereotipada; se apoya en un recurso que no explora apropiadamente, como lo es el chupacabras, al cual mitifica de manera conveniente, pero no profundiza en él. Hay que reconocer que el animal generado por computadora es encantador y atractivo, al grado de que más de uno quisiera poseerlo como mascota y jamás desearía deshacerse de él o provocarle algún daño. Incluso, pareciera que, más allá de alimentar la idea de una espeluznante criatura a la que, sin haberla visto, se le teme, por ese daño que supuestamente causa, se intenta reivindicarla.

Es curioso que Chupa sea una película tan sencilla y no proponga nada nuevo, cuando su director es el mismo de Año uña (2007), una cinta que se distingue por haber sido realizada a partir de fotografías tomadas durante un año, con una Nikon FM2, ordenadas por temas y escenas, con diálogos en off (Eireann Harper y Diego Cataño), para contar una historia; que es el que realizó Desierto (2015), un excelente thriller fronterizo, que provocó un real miedo a los disparos de un migra y a las mordidas de un perro; sed y cansancio por tanto correr y exponerse a los rayos del sol.

Aun con lo anterior, la película disponible en Netflix tiene más posibilidades de entretener, dejar un oportuno mensaje en los espectadores y, de pasada, limpiar la imagen de uno de los monstruos más famosos y temidos, así sea por muy poco tiempo, porque no es de esas que perduran mucho en la memoria. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 23 de abril de 2023 en la edición 1056 del semanario Ríodoce.

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